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Helena Rodríguez
Martes, 7 de diciembre 2021
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Todos los depredadores tienen narices especialmente diseñadas para oler a sus presas a distancia, sin embargo estos plantígrados van un paso más allá. Huelen a sus capturas debajo del agua, bajo un metro de nieve y a más de un kilómetro de distancia
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En realidad ... no son blancos. Su pelaje es transparente o lo que es lo mismo, no poseen pigmento alguno. Cada pelo refleja la luz y eso causa el efecto visual de que son blancos.
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Y seguimos con el color. Su piel no es blanca, sino negra, un color que absorbe mejor la radiación del sol lo que aumenta su calor corporal.
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Son los carnívoros más grandes de la Tierra. Los machos adultos suelen pesar entre 400 y 600 kilos y tienen una longitud que oscila entre los 2,4 y los 2,6 metros, desde la nariz a la cola.
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Son más acuáticos que terrestres. Están perfectamente adaptados para nadar como nadie y soportar las gélidas temperaturas del Ártico. Se tiene registro de un ejemplar que nadó 687 kilómetros en el Mar de Beaufort, en el océano Ártico cercano a Norteamérica.
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Si tienen que correr lo hacen y pueden alcanzar fácilmente los 40 kilómetros por hora. El problema es que el gasto energético que representa el esfuerzo es muy grande para la cantidad que calorías que suelen ingerir de promedio así que no es habitual verles galopar.
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La mayor parte del agua dulce del Ártico está congelada y la que hay en el mar es salada y ácida, así que los osos polares no son grandes consumidores de este líquido. ¿Y cómo se hidratan? Las sangre sus presas y la grasa que ellos mismos almacenan en su cuerpos les aportar todos los fluidos que necesitan.
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Ya hemos dicho que en realidad su pelaje es transparente pero el efecto blanco está admitido por casi todos. Sin embargo, no son los únicos plantígrados de pelaje claro que pisan el planeta. En los bosques lluviosos costeros de la Columbia Británica -territorios canadienses prácticamente vírgenes- habita el oso de Kermode, también conocido como 'oso espíritu' o 'fantasma'. Con una población actual de entre 400 y 1.000 ejemplares, son una subespecie del oso negro con un gen recesivo que produce que algunos ejemplares nazcan un pelaje blanco o de color crema. No son albinos ya que sus ojos y sus pestañas sí tienen pigmentación. Se sabe que los especímenes claros prefieren aparearse con semejantes y se cree que su supervivencia a lo largo de los siglos se debe a que los pueblos nativos siempre han ocultado su existencia a los tramperos al considerarlos sagrados.
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