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En todas las épocas de la historia humana ha habido mujeres que han derribado las barreras que socialmente se le han impuesto al sexo femenino, allanando el camino a las siguientes generaciones de niñas en muy diversos ámbitos de la vida. Entre ellos, el acceso ... a la educación y, más concretamente, la educación científica. La física y química polaca Marie Curie es el ejemplo por excelencia. Más cerca de casa, en cambio, tenemos otros grandes referentes de mujeres científicas, como Margarita Salas, Trinidad Arroyo o Jimena Quirós, entre muchas otras.
En el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia, repasamos la trayectoria de estas tres pioneras y preguntamos a sus homólogas actuales sobre su valioso legado y el futuro de la mujer en la ciencia.
Para García, figuras como Quirós «son toda una inspiración y el ejemplo en el que mirarnos. Sin esas mujeres valientes, que hicieron ver que la ciencia no es solo cosa de hombres, no se hubieran abierto las puertas que nos han permitido avanzar y que, poco a poco, seamos vistas en igualdad». Su caso, como directora de un instituto oceanográfico, es un claro ejemplo de mujer que ha roto el techo de cristal. Celebra que la plantilla del IEO sea equitativa en número de hombres y mujeres, pero reconoce que el mar sigue siendo un mundo muy masculinizado y que no es raro que en las campañas oceanográficas haya quince hombres y una mujer, lo cual «hace todo más difícil e incómodo».
Reconoce, eso sí, que se está avanzando mucho, pero aún quedan cosas por hacer. «Recientemente, un estudio ha demostrado que, desde muy temprana edad, las niñas sienten que son inferiores en ciencias que los niños. Ese es un muro que hay que derribar. Por ello, es importante que tengan referentes cercanos, y no solo conozcan a grandes figuras como Marie Curie».
Su opinión sobre mujeres como Arroyo o Carmen Piera Cebrià, primera oftalmóloga de Sueca (Valencia), quien puso en marcha el primer dispensario social de la región, es que «los descubrimientos científicos que ellas hicieron han sido claves para el desarrollo tecnológico». Y, en su caso, «para las mejoras en cirugía oftalmológica que disfrutamos en la actualidad».
Barraquer defiende firmemente la educación igualitaria y considera que «debemos convencer a las jóvenes de que las mujeres podemos hacer casi todos los mismos trabajos que los hombres. ¡Y muchos incluso mejor! La situación ha mejorado desde que yo era estudiante. En la carrera de Medicina éramos entonces solo un 25% de mujeres por clase. Ahora esta proporción se ha invertido, pero en puestos directivos siguen predominando largamente los hombres. Todavía falta por mejorar las políticas sociales que permitan a las madres seguir subiendo en sus carreras, compaginando su actividad profesional con su vida familiar».
Martínez se considera una afortunada porque, gracias a estas pioneras y a los ejemplos de mujeres científicas que ha tenido en su familia, ella lo ha tenido mucho más fácil. «Si una quiere, se puede. Hay que luchar por nuestros sueños», aconseja a las futuras científicas.
En su opinión, falta apostar un poco más por «medidas equitativas que permitan a hombres y mujeres desarrollar carreras competitivas. Creo que favorecer la conciliación familiar ayudará a que la mujer se incorpore con más libertad al trabajo y el varón a la familia», dice. Y sostiene que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, «pero las grandes mujeres también suelen tener grandes hombres a su lado. El marido de Marie Curie se negó a recoger el Nobel sin ella y Eladio Viñuelas fue un apoyo constante para Salas, no hay que olvidarlo. La estabilidad familiar es clave».
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