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La acción transcurre en 2019 en Los Ángeles, una magalópolis oscura y asfixiante con coches aéreos y gigantescos edificios.
La inteligencia artificial en Blade Runner: tan humanos como los humanos
40 años de Blade Runner

La inteligencia artificial en Blade Runner: tan humanos como los humanos

Los replicantes de Blade Runner, que se estrenó hace 40 años, nos enfrentan a nuestros miedos

Luis Alfonso Gámez

Sábado, 19 de febrero 2022

Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos. ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda?», reflexiona Rick Deckard ante un agonizante Roy Batty, el humano artificial con el que ha peleado a muerte y que en el último momento ha evitado que se precipite al vacío desde una azotea. «No sé por qué me salvó la vida. Quizás en esos últimos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca. No solo su vida. La vida de todos. Mi vida», añade bajo la lluvia el cazarrecompensas interpretado por Harrison Ford.

'Blade runner', la película de Ridley Scott que hace 40 años nos deslumbró en cines hoy desaparecidos, está basada en '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?', una distopía de 1968 del siempre inquietante Philip K. Dick. La acción transcurre en Los Ángeles en 2019 -en la novela, en San Francisco en 1992-, una asfixiante megalópolis donde encargan al 'blade runner' Rick Deckard que retire de la circulación a un grupo de replicantes, humanos artificiales que han escapado de las colonias extraterrestres. Creados por ingeniería genética por la Tyrell Corporation, los replicantes son esclavos con fecha de caducidad -cuatro años desde su 'nacimiento'-, solo identificables como tales gracias a una prueba psicológica, el test Voight-Kampff. Deckard los perseguirá en un mundo medioambientalmente devastado, bañado en lluvia ácida, donde los animales ya no existen y solo hay futuro fuera ('off-world').

«La novela parte de mi interés básico sobre lo que diferencia al verdadero ser humano de la máquina que reflexiona, como yo llamo al androide», le contó Dick a Paul Sammon, autor de 'Futuro en negro. Cómo se hizo 'Blade runner'' (2005). El objetivo de la ciencia ficción nunca es predecir el futuro, sino especular sobre las consecuencias de los avances de la tecnociencia. Sobre qué pasaría si vencemos a la muerte, contactamos con alienígenas o creamos seres a nuestra imagen y semejanza. El futuro es un escenario que cuando alcanzamos suele tener que ver poco con el de la ficción. Pasó con el 2001 de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, y ha pasado con el 2019 de Ridley Scott, en el que hay coches voladores, animales artificiales y viajes espaciales, pero no existen ni internet ni el móvil.

El monólogo final del replicante

«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir».

Tyrell Corporation es una todopoderosa compañía -como Weyland-Yutani en 'Alien' y Cyberdine en 'Terminator'- cuyo embrión se intuye en los gigantes tecnológicos actuales. Sus replicantes no son ordenadores con inteligencia artificial y apariencia humana, sino criaturas diseñadas por bioingeniería con capacidades superiores a las nuestras. Los robots son otra cosa, juguetes como el soldadito de torpe caminar que va pegándose con todo en casa del diseñador genético J.F. Sebastian. «Más humano que los humanos es nuestro lema», le dice el magnate Eldon Tyrell al 'blade runner'. Deckard acaba de someter a Rachael, un modelo de última generación, al test Voight-Kampff y le ha costado detectar su artificialidad.

Emociones y recuerdos

«Esa prueba va más allá del test de Turing, diseñado para comprobar si una máquina tiene una inteligencia similar a la humana. Como los replicantes son inteligentes, detecta emociones, busca fallos de empatía. Hoy se está trabajando en inteligencias artificiales que, para que nos relacionemos mejor con ellas, finjan emociones», indica Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental de la Universidad de Deusto. En 'Blade runner', Roy, el líder de los sublevados al que da vida Rutger Hauer, llora las muertes de sus compañeros e intenta vengar la de su amada Pris.

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Para humanizar a sus creaciones y que tengan emociones, en Tyrell les han implantado recuerdos que hacen que Rachael se crea sobrina del empresario. «Ella no sabe lo que es y, en un momento determinado, le pregunta a Deckard si él ha pasado el test Voight-Kampff, si está seguro de que no es un replicante. Él tiene dudas. Es lógico. ¿Cómo sabemos nosotros que somos lo que somos y que no vivimos en una recreación?», pregunta la catedrática de Deusto. Los psicólogos saben desde hace décadas cómo crear en cualquiera recuerdos falsos mediante la manipulación de fotos -como en 'Blade runner'- y la narración de episodios ficticios de nuestras vidas por personas de confianza, sin llegar, claro, a los extremos de la película.

Roy no solo sabe que es un replicante, sino que también es consciente de su finitud, de que le espera la muerte. No vuelve a la Tierra y busca a su creador porque sí. «Viene a conseguir más tiempo», recuerda Matute. «¿Cuál es el problema?», le pregunta Tyrell cuando le visita. «La muerte», responde el replicante. Y añade cuando el magnate le dice que eso está fuera de su jurisdicción: «Quiero más vida, cabrón». La incertidumbre ante el futuro de Rachael y Deckard se plasma en el fundido en negro después de que entran en el ascensor en la versión del director, y también en la frase final de la voz en 'off' de la estrenada en 1982: «Tyrell me había dicho que Rachael era especial: sin fecha de finalización. No sabía cuánto tiempo teníamos juntos. ¿Quién lo sabe?», sentencia Deckard.

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