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La gripe aviar es una enfermedad producida por los virus Tipo A, que normalmente afecta solo a las aves. Existen varios subtipos de virus que pueden causarla. Actualmente, el H5N1 es el más preocupante porque ha causado la muerte de millones de aves –en Estados ... Unidos se ha registrado una mortandad de 60 millones de ejemplares de corral; o en Perú, donde se han contabilizado 55,000 muertes de aves silvestres...–, se ha transmitido a mamíferos no humanos (como los famosos casos de visones en Galicia o el de las focas del mar Caspio, en Rusia) y ha llegado a algunos humanos.
Además, hay estudios genéticos que confirman que el virus sigue mutando, de modo que presenta un peligro potencial para la salud de las personas. Como consecuencia, se ha aumentado la vigilancia del patógeno, pues aunque el H5N1 no está provocando una pandemia de gripe actualmente, tiene un alto potencial pandémico. Dos científicos nos aclaran algunas dudas.
«La situación es preocupante porque se están dando episodios de infección en los mamíferos con más frecuencia de la que se espera para este tipo de virus, por eso se ha reforzado la vigilancia del patógeno. Aun así, sigue sin haber pruebas que demuestren que la enfermedad se está contagiando entre mamíferos de manera sostenida. Es decir, el virus no se ha adaptado y mutado lo suficiente como para poder transmitirse fácilmente de uno a otro, lo que elevaría mucho el riesgo de pandemia. Por eso, no hay que caer en el alarmismo», explica Julio Álvarez, investigador del Centro Avisavet y de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
«Es difícil decirlo en este momento, porque aún no se está propagando entre los humanos. Si se toman todas las infecciones humanas que han ocurrido con el H5N1 desde 2003, los últimos 20 años, e incluyendo todas las variantes de ese virus además de la actual, ha habido 868 casos en 21 países, con una mortalidad (número de personas que fallecen tras infectarse) del 53%. Con la cepa actual, se han registrado menos de 10 infecciones humanas y, hasta la fecha, una sola muerte. Los pocos casos que se han dado han sido, principalmente, entre trabajadores avícolas en contacto muy cercano con una gran cantidad de aves», cuenta Wendy Puryear, científica del Departamento de Enfermedades Infecciosas y Salud Global de la Facultad de Medicina Veterinaria Cummings, de la Universidad de Tufts (EE UU).
«Cuando surgió el Sars-Cov-2 era un virus del que no sabíamos prácticamente nada y había muchísima incertidumbre sobre cómo causaba los cuadros clínicos en las personas. El H5N1, en cambio, está muy secuenciado. Conocemos su genoma, cómo funcionan sus proteínas, cuál es la patogenia de infección, tenemos técnicas diagnósticas e incluso vacunas para aves... Es decir, si mutara lo suficiente y se convirtiera en un problema de salud pública, ya habría algunas herramientas para combatirlo y sería cuestión de adaptarlas para los humanos», dice Álvarez.
«En EE UU, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) fabrican virus candidatos para vacunas (CVV) en caso de que se necesiten para generar grandes volúmenes. Actualmente, mantienen una reserva de H5N1 y H7N9. Estos CVV se reevalúan cada seis meses, algo que se viene haciendo desde hace muchos años. No son suministros de vacunas a gran escala, pero proporcionan el material necesario para aumentar el abastecimiento rápidamente si fuera necesario», añade Puryear.
«No está claro por qué esta variante actual ha tenido un impacto en tantas especies adicionales. Sin embargo, ahora que se encuentra en una gama tan diversa de especies, con tal prevalencia y con una distribución global tan grande, parece estar extendiéndose a través de las relaciones depredador/presa a especies adicionales», declara Puryear.
«La bioseguridad es increíblemente importante para asegurarnos de que limitamos las formas en que el virus se propaga entre especies y dentro de ellas. Por ejemplo, es fundamental que las aves silvestres se mantengan separadas de las aves domésticas y que otros animales domésticos (mascotas, por ejemplo) se mantengan alejados de los animales salvajes. La vigilancia constante, exhaustiva y oportuna, tanto de animales domésticos como de la vida silvestre, es clave para que comprendamos las formas en que el virus se está adaptando y evolucionando, y así podamos prepararnos de manera eficiente con las mejores vacunas y tratamientos. En un nivel más amplio, una de las formas en que nos hemos creado problemas es por la centralización de la agricultura, las granjas masivas, el hacinamiento de animales, la forma en que se estructura la cría, el movimiento y el procesamiento de animales.... Si queremos reducir este problema, debemos analizar detenidamente cómo han evolucionado las operaciones de producción de alimentos y ver si podemos recalibrar un poco las cosas», afirma Puryear.
«No. La probabilidad de que el virus llegue a través del consumo de alimentos es mínima, porque el sector avícola está muy preparado para combatirlo. Lo que sí puede ocasionar es un problema de desabastecimiento, porque la enfermedad provoca el sacrificio de millones de aves», aclara Álvarez.
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