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El ginecólogo Ezequiel Pérez describe el camino de los espermatozoides hasta el óvulo como una «gran hazaña». Se trata de un viaje de entre 15 y 18 centímetros desde la vagina hasta la trompa de Falopio en la que se encuentra su objetivo. Para que ... comience esta carrera en la que solo puede sobrevivir uno, es necesario que el óvulo libere unas señales químicas que son las que hacen activarse a los espermatozoides. Investigadores de la Universidad de Estocolmo han descubierto lo que sucede en una de las proteínas que intervienen en este proceso, la llamada 'SLC9C1'. «Es emocionante ver cómo la naturaleza ha hecho esto y tal vez, en el futuro, podamos aprender de ello para desarrollar nuevos anticonceptivos masculinos que funcionen bloqueando esta proteína», dicen los autores del estudio, que se publica este miércoles en la revista 'Nature'.
La proteína mencionada se encuentra solo en los espermatozoides y por lo general no está activa. Pero todo cambia con el mensaje enviado por el óvulo. «Intercambia protones del interior de la célula por iones de sodio del exterior, creando temporalmente un ambiente menos ácido dentro del espermatozoide. Este cambio en el ambiente interno desencadena una mayor motilidad -un término científico para referirse a la capacidad de moverse- de los espermatozoides», explican. «La proteína SLC9C1 y su papel en la movilidad de los espermatozoides se conoce desde 2003. La novedad ahora es que han descrito cómo es el mecanismo a nivel molecular. Los iones generan corrientes eléctricas. Si estos se mueven en la célula, generan una corriente que es detectada por el sensor de voltaje de la proteína, lo que provoca la activación», describe Nerea Subiran, del grupo de Reproducción Humana de la Universidad del País Vasco, que subraya que el «proceso de activación de los espermatozoides es muy complejo e intervienen muchas otras proteínas».
Para llegar al momento en que se desencadena esa reacción, han tenido que ocurrir muchos procesos antes. El primero, la formación del espermatozoide. «Dura entre 65 y 70 días y comienza en los testículos por la acción combinada de cinco hormonas: la testosterona, la hormona luteinizante, la hormona folículo estimulante, los estrógenos y la hormona del crecimiento», explica Ezequiel Pérez. El semen desempeña un papel fundamental. Es el fluido que transporta a los espermatozoides y gracias a su composición permiten a estos sobrevivir. Entre sus componentes son especialmente importantes la fructosa, un tipo de azúcar que les proporciona energía; los aminoácidos, el fósforo y el potasio, que les dan nutrientes; y las prostaglandinas, unas hormonas que favorecen su movilidad y maduración.
Con la eyaculación se liberan unos 250 millones de espermatozoides, una cifra que puede variar según la edad y estado de salud del hombre. Ya en la vagina, pueden sobrevivir entre 3 y 5 días. El óvulo, solo 24 horas. Tan solo ocho segundos después de su llegada, reciben una pequeña ayuda de la vagina. Esta aumenta el pH -la acidez- de su parte superior para facilitar su 'nado'. Además, un minuto después de la eyaculación, el semen se convierte en una especie de gel que se cree ayuda a mantenerlos cerca de la abertura del cuello uterino. A continuación, entre 30 y 60 minutos después, el gel se degrada y los espermatozoides pueden empezar a nadar de nuevo, impulsados por las contracciones rítmicas producidas por las trompas de Falopio y el útero.
Hasta aquí las 'ayudas'. En ese recorrido de unos pocos centímetros se encuentran en un ambiente hostil. El citado pH de la vagina es ácido, lo que hace que no todos sean capaces de sobrevivir pese a la protección que consiguen del semen. El sistema inmunitario de la mujer también reacciona ante la presencia de células extrañas e intenta destruirlos. Otro 'enemigo' son las secreciones del cuello uterino, el llamado 'moco cervical'. Este varía su consistencia y textura a lo largo del ciclo femenino. En el momento de la ovulación, este fluido es más líquido y menos denso para permitir el paso de los espermatozoides. Sin embargo, fuera del periodo de ovulación, es un fluido denso y viscoso que complica su avance. Y finalmente están las propias barreras físicas. A lo largo de su recorrido por la vagina, el cérvix, el útero y las trompas de Falopio hay numerosas cavidades conocidas como criptas en las que muchos espermatozoides quedan atrapados.
En el momento en que los espermatozoides llegan a la vagina, no son capaces de fecundar el óvulo. «Están inactivos. Adquieren esa capacidad a medida que avanzan en su camino. Es un proceso secuencial», destaca la experta de la universidad vasca. Son cambios bioquímicos y fisiológicos que les permitirán acercarse al óvulo y, finalmente, solo uno, fecundarlo.
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