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El hielo marino en la Antártida se redujo a mínimos históricos en febrero de 2023, continuando un declive de una década y alcanzando «su extensión más baja en el registro de datos satelitales de 45 años», según ha destacado Samantha Burgess, directora adjunta del Servicio ... de Cambio Climático de Copernicus (C3S).
En concreto, el hielo marino antártico en febrero alcanzó los 14,4 millones de km2, es decir, 0,5 millones de km2 (o un 4%) por debajo del promedio de referencia de 1991-2020 para este mes. Así, quedó poco hielo marino alrededor del continente antártico en febrero, excepto en el mar de Weddell occidental. Junto con febrero de 2016 y de 2017, este valor ocupa el segundo lugar más bajo en este mes en el registro satelital. El primer puesto lo ostenta febrero de 2018, cuando la extensión de hielo marino se situó un 6% por debajo del promedio.
Si bien este es un nuevo mínimo récord, cabe destacar que la extensión de hielo marino antártico estuvo muy cerca del promedio en febrero de 2020 y febrero de 2021, lo que manifiesta la gran variabilidad que ha caracterizado a este tipo de hielo en las últimas décadas. Por lo tanto, desde el C3S sostienen que «queda por ver si las tendencias actuales hacia una extensión muy por debajo de la media persisten en los próximos meses y años» como consecuencia del cambio climático.
Es preciso señalar que el hielo marino y las plataformas de hielo no son lo mismo, aunque ambos son hielo flotante. El primero es más fino y se forma por la congelación del agua del océano. Las plataformas de hielo son considerablemente más gruesas y se originan en el hielo glaciar que fluye hacia el océano. Los resultados de C3S de febrero de 2023 se refieren solo a la superficie de hielo marino, no a las plataformas de hielo. Sin embargo, ambas están estrechamente relacionadas. «Estas bajas condiciones de hielo marino pueden tener implicaciones importantes para la estabilidad de las plataformas de hielo antárticas y, en última instancia, el aumento global del nivel del mar. Los casquetes polares son un indicador sensible de la crisis climática y es importante monitorear de cerca los cambios que ocurren allí», ha advertido Burgess.
La disminución de la cubierta de hielo es una preocupación importante porque ayuda a acelerar el calentamiento global. Cada década desaparece casi el 13% del hielo marino del Ártico y, en los últimos 30 años, el hielo más antiguo y grueso del Ártico se ha reducido en un 95%, según cifras de WWF. Si las emisiones continúan aumentando descontroladamente, dicen, el Ártico podría quedarse sin hielo en el verano de 2040.
Eso sería catastrófico porque el hielo y la nieve del Ártico y la Antártida refrigeran el planeta, al reflejar el 90% de la energía solar hacia el espacio. La menor cantidad de hielo en esas áreas del mundo se traduce en olas de calor más intensas a nivel global e inviernos más fríos y extremos.
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