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mauricio-josé schwarz
Sábado, 29 de octubre 2022, 00:28
Se suele pensar que los diamantes son especialmente raros, pero en realidad no lo son. Hay numerosas gemas más escasas y más costosas que los diamantes, y estos son tan abundantes que tienen usos industriales. Solo un 20% de todos los que se extraen tienen calidad de gemas; el 80% restante va a diversas aplicaciones como incrustarlos en sierras, brocas y esmeriles para aprovechar su dureza.
Con la excepción de las perlas, que son de origen biológico, las demás piedras preciosas o gemas son minerales, y entre ellas están algunos de los más escasos. Un mineral es, en general, un elemento o compuesto químico cristalino que se ha formado como resultado de procesos geológicos. Esta definición, según su propio autor, Ernest H. Nickel, incluye a la gran mayoría de las sustancias generalmente aceptadas como minerales, pero no a todas, ya que hay algunas que se forman con la participación de procesos orgánicos, como sería el carbón y una de sus formas, precisamente el diamante.
Para que una determinada sustancia se considere un mineral, según la Asociación Mineralógica Internacional, debe además ser sólida (con excepción del mercurio) y tener una estructura cristalina bien definida (aunque tenga una composición variable, como que puedan participar en él distintos metales). Las sustancias similares a los minerales pero que no cumplen todos los criterios para serlo se llaman 'mineraloides': ahí están el vidrio, el ópalo y la obsidiana.
La falta de precisión en la definición del vocablo se debe sobre todo a que históricamente se le dio el nombre de 'mineral' a varias sustancias, y su estudio apenas empezó a sistematizarse con los escritos del alemán Georgius Agricola, o Georg Bauer, en la primera mitad del siglo XVI.
Luego, algunos cristales minerales especialmente duros, hermosos y, sí, escasos, debidamente cortados y pulidos, se convierten en gemas.
La escasez de un mineral se mide por distintos factores. En total conocemos 5.090 minerales, y cada uno puede tener muchas variaciones. De ellos, menos de 100 componen el 99% de la corteza terrestre, y los feldespatos, que son silicatos de aluminio que contienen calcio, sodio o potasio, dan cuenta de casi el 60% de nuestro planeta. Unos 2.550 de esos minerales se consideran raros o escasos, pues solo se conocen cinco o menos lugares del planeta donde se pueden encontrar, lo que da como resultado que los minerales escasos son la mayoría de los que conocemos.
La escasez de un mineral puede deberse a que los elementos que lo componen son en sí poco abundantes en la corteza terrestre. El berilio, el hafnio o el telurio, al ser relativamente escasos, limitan las cantidades de los minerales de los que son componentes. Pero aunque un mineral esté formado por elementos abundantes, las condiciones en las que se crea, las temperaturas, presiones y tiempo necesarios para que los procesos geológicos los produzcan, pueden ser también poco frecuentes. Otros simplemente son efímeros, como los que se evaporan o se disuelven en agua. Y, finalmente, otros pueden ser escasos porque no los hemos buscado en suficientes puntos del planeta, que sigue estando geológicamente poco explorado, o porque acceder a ellos es demasiado difícil o costoso.
Un ejemplo es la poudretteita, gema descubierta en la década de 1960 en cantidades minúsculas en Canadá. Se encuentra solo en canteras de Canadá y Birmania y aunque ahora existe en mayores cantidades y se vende comercialmente, esta gema de delicado color rosa si tiene un color pronunciado y no muestra inclusiones de otros minerales, puede alcanzar los 6.000 euros por kilate (un kilate en gemología equivale a 0,2 gramos).
El berilio rojo, conocido como 'esmeralda roja' y compuesto por berilio, aluminio, silicio y oxígeno con una mezcla de manganeso que le da su profundo color, fue encontrado por primera vez en 1904 en las montañas de Utah, EE UU, el único estado donde se encuentra. Según la oficina geológica de Utah, se encuentra un ejemplar de berilio rojo por cada 150.000 diamantes que se extraen de las minas. Los de mejor calidad pueden alcanzar precios de 20.000 euros por kilate.
De modo sorprendente, ese precio es superado incluso por los mejores ejemplares de turmalita de Paraiba, una gema descubierta en 1989 en Brasil, que es una forma de la turmalina, un silicato de boro además de aluminio, hierro, magnesio y otros elementos. Esta variedad en concreto obtiene su intenso color verde agua de la inclusión de cobre en su composición. Puede alcanzar los 50.000 euros por kilate.
La painita, una gema de color rojo profundo originaria de Birmania y compuesta de calcio, circonio, boro, aluminio y oxígeno que originalmente se confundió con el rubí, ha llegado a cotizarse en 60.000 euros el kilate.
La alexandrita es una piedra preciosa descubierta en los Urales en la década de 1830 y nombrada en honor al zar Alejandro II, compuesta de aluminio, berilio y oxígeno, pero con la característica enormemente atractiva de que adopta un color distinto según la luz. A la luz del día es azul verdosa y bajo una luz incandescente es morada rojiza. El precio de las alexandritas más perfectas ha alcanzado los 70.000 euros por kilate.
El zafiro, nombre que significa precisamente 'azul', es un óxido de aluminio con trazas de elementos como hierro, titanio, cromo, vanadio o magnesio. Una de sus variedades, el zafiro de Kashmir que solo se ha extraído de las minas a lo largo de la cordillera de los Himalayas, es uno de los más apreciados en el mundo, sobre todo porque cada vez se encuentran menos. ¿Su precio? Hasta 100.000 euros por kilate.
El diamante, que tiene un precio máximo de unos 17.000 euros por kilate, tiene una variante: el diamante rojo, color del que aún no se conoce la causa, es mucho más valioso. Hallado únicamente en el occidente de Australia, Brasil y Rusia, puede alcanzar un precio de un millón de euros por kilate.
Y, finalmente, la jadeíta, extremadamente escasa y que se obtiene en minas de Birmania, Japón, Guatemala y California, es hoy en día la gema campeona en las subastas habiendo alcanzado la impresionante suma de tres millones de euros por kilate.
Precios que, afortunadamente, no alcanzan los minerales o componentes de minerales indispensables para la vida, como el calcio, el potasio, el sodio, el magnesio y demás micronutrientes que necesitamos.
La mayoría de los minerales tienen nombres que terminan en 'ita'. Esto no es un diminutivo, sino que se toma de la palabra griega 'ites', que es la forma adjetival de 'lithos', que significa roca o piedra. El nombre, sin embargo, denota que se trata de un mineral y no de una roca, que es un aglomerado de varios minerales.
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