Más altos, pero propensos a la esclerosis múltiple: un estudio sobre los nórdicos apunta el origen de la enfermedad

Para llegar a estas conclusiones, los autores han analizado los huesos y dientes de casi 5.000 humanos que vivieron en Europa occidental y Asia hasta hace 34.000 años y los han comparado con los datos genéticos de población actual del UK Biobank. «Los análisis demuestran que los Yamnaya estaban genéticamente predispuestos a una estatura alta. Esta es una de las razones por las que hoy en día los europeos del noroeste suelen ser más altos que los del sur. También tenían la piel más clara que los grupos de cazadores-recolectores», explican sobre los grupos de pastores de ganado que llegaron al noroeste de Europa desde sus orígenes en la llamada estepa póntica, situada en la actual Ucrania, suroeste de Rusia y el oeste de Kazajistán. «La altura es una característica típica que tiene un componente genético además de ambiental. El componente genético es complejo, porque es el resultado de la influencia de numerosos genes, es decir, es un rasgo poligénico», explica Ana Zubiaga, catedrática de Genética en la Universidad del País Vasco.

Otro aspecto de su físico también fue objeto de estudio el año pasado. Según un artículo publicado en mayo en la revista 'Communications Biology', la forma de su nariz, más alta y afilada, se debe a los neandertales. «Los humanos heredamos material genético de los neandertales que afecta a la forma de nuestra nariz. El gen que hemos identificado puede haber sido heredado para ayudar a los humanos a adaptarse a climas más fríos cuando nuestros antepasados se mudaron de África», explicaban.

Las características genéticas de los Yamnaya les protegieron frente a enfermedades de los animales que cuidaban, pero también les hicieron más proclives a sufrir enfermedades como la esclerosis, una enfermedad neurodegenerativa en la que el sistema inmunológico ataca por error la vaina de mielina, el aislamiento que rodea las fibras nerviosas del cerebro y la médula espinal. Es una afección dos veces más frecuente en el norte de Europa que en el sur. «Es el pago por protegerse de otros peligros como podrían ser las enfermedades transmitidas por los animales de sus rebaños. Ocurre también con otras enfermedades autoinmunes», destaca la profesora Zubiaga.

«Es sorprendente que los estilos de vida de la gente de la región euroasiática durante los últimos 10.000 años hayan resultado en un legado genético que impacta a sus descendientes actuales, tanto en términos de su apariencia física como de su riesgo de desarrollar una serie de enfermedades», subrayan los autores del estudio internacional. En el caso de los habitantes del sur de Europa, su diferente herencia genética les hace más susceptibles a sufrir trastorno bipolar mientras que los del este tienen mayor riesgo de padecer alzhéimer y diabetes tipo 2.

Este trabajo ha servido también para dos hallazgos más. La tolerancia a la lactosa -la capacidad de digerir el azúcar de la leche y los derivados lácteos- surgió en Europa hace unos 6.000 años, «antes de lo que se pensaba», subraya la experta vasca, que añade que el haberse registrado en el genoma antes de la llegada de los Yamnaya indicaría que podría tratarse de una selección para ayudar a sobrevivir en épocas de hambre, una capacidad que sería potenciada con la llegada del ganado de la mencionada población ganadera. El otro descubrimiento es que la mayor capacidad que tenemos los europeos de sobrevivir con una dieta rica en vegetales data de hace unos 5.900 años.