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Arte rupestre en el que aparecen figuras de humanos cazando animales, como ciervos y un mamut. Archivo
Los últimos neandertales de la Península se replegaron en el sur en busca de herbívoros
Ciencia | Paleoantropología

Los últimos neandertales de la Península se replegaron en el sur en busca de herbívoros

Estudian si el cambio de dieta por el éxodo de animales de caza provocado por el cambio climático fue clave en su extinción

Lunes, 16 de enero 2023, 00:12

La desaparición de los neandertales es una cuestión clave en el conocimiento de la Prehistoria y uno de los grandes misterios de la evolución humana. Por eso, cada cierto tiempo se publican hipótesis nuevas o complementarias sobre lo que pudo llevar a esta especie, que habitó en Europa y Asia durante más de 350.000 años, a la extinción hace 30.000-50.000 años, justo cuando empezaron a aparecer los primeros Homo Sapiens. Una de las últimas tesis la ha aportado un equipo de investigadores de la Universidad de Cantabria (UC), en colaboración con científicos de Alemania y Reino Unido.

En un artículo publicado en la revista 'Nature Ecology and Evolution', los autores concluyen que los cambios bruscos y rápidos en las condiciones climáticas que se produjeron durante la transición del Paleolítico medio al superior (hace 30.000-50.000 años) tuvieron un fuerte impacto en la disponibilidad de los alimentos que los neandertales consumían (principalmente animales herbívoros). Además, los hechos coinciden en el tiempo con la aparición del Homo Sapiens, una especie más avanzada que la neandertal, tanto genética como tecnológicamente, que explotaba sus mismos recursos y ocupaba idénticos paisajes y nichos, lo que pudo influir también el declive de esta especie en la Península.

La investigación de la UC, que se enmarca en el proyecto ERC-Subsilience, financiado por el Consejo Europeo de investigación, se basa en la información obtenida en yacimientos arqueológicos de Serbia, Croacia, Italia, Francia y la Penísula Ibérica. «Iberia fue el lugar idóneo para empezar a investigar, porque es la zona de la que más información tenemos desde el punto de vista arqueológico, tanto de últimas poblaciones de neandertales como de las primeras de humanos modernos», cuenta Ana B. Marín-Arroyo, coautora del estudio y líder del Grupo de Evolución Humana (EvoAdapta) de la UC.

Los autores del estudio, Marco Vidal y Ana B. Marín-Arroyo, en el laboratorio de EvoAdapta. EvoAdapta

El problema era que la información estaba muy desorganizada. «El primer paso fue compilar todos los datos para conocer cómo fue el proceso de desaparición espaciotemporal de los neandertales. Teníamos muchas fechas que nos decían cuándo habían desaparecido en cada zona (hace 35.000 años en Murcia, 45.000 años en la región cantábrica…), pero no existía una imagen global de la Península. Eso nos permitió observar que los neandertales desaparecieron primero en la zona cantábrica, después en la meseta y finalmente en las zonas litorales mediterráneas», añade la investigadora.

Desequilibrio en el ecosistema

Al mismo tiempo, los científicos querían saber cómo influyó el medio ambiente en ese proceso. El Paleolítico superior coincide con la segunda mitad del último periodo glacial, en el que el clima se enfrió a nivel global y extensas zonas de la superficie terrestre fueron ocupadas por casquetes de hielo que alcanzaron los 3 km de espesor en las islas británicas y el norte de Francia. La Península Ibérica, por su parte, tenía una temperatura similar a la que tienen los territorios que están a 2.000 km hacia el norte de nuestro país y las nieves perpetuas se encontraban en las principales cordilleras por encima de los 1.500 metros de altitud. De ahí que, además de animales comunes como los caballos salvajes o lo ciervos, también se hayan encontrado en la Península restos arqueológicos de fauna característica de la Edad de Hielo, como renos, rinocerontes lanudos o mamuts.

Esto pudo motivar que las poblaciones se dispersasen hacia latitudes más bajas. Para comprobarlo, los investigadores estimaron la productividad primaria, que es la cantidad de kilos en materia vegetal por unidad de extensión en el entorno, de cada uno de los yacimientos, de forma continua, entre los 55.000 y los 30.000 años antes del presente. «Esta biomasa vegetal es la base de la pirámide trófica, de modo que el impacto negativo del clima sobre ella afecta a los siguientes niveles de la cadena, como los animales herbívoros y los humanos, en este caso los neandertales», explica Marco Vidal Cordasco, coautor del estudio e investigador asociado de la UC.

Tras correlacionar los datos, comprobaron que en la región cantábrica hubo un desequilibrio drástico en el ecosistema que coincidió con el momento en que los neandertales dejaron de habitar en esa zona. «Lo que observamos es que no desaparecen, sino que bajan hacia el sur, hacia la meseta castellana y el litoral mediterráneo, donde perviven otros 5.000 años, pues allí las condiciones climáticas son más estables y tanto la biomasa vegetal, como animal, se mantienen», cuenta Vidal.

Imagen del yacimiento de neandertales del Abric Romaní (Capellades, Barcelona) en la que aparecen algunos fósiles encontrados. IPHES

Es decir, «al contrario de lo que se había planteado hasta ahora de que los neandertales se habían replegado a zonas más empobrecidas por la llegada arrasadora del Homo Sapiens, nuestro análisis muestra que, en realidad, las últimas poblaciones de neandertales se desplazan y repliegan en latitudes más meridionales en busca de las zonas en las que todavía existe sustento para su propia supervivencia (más herbívoros), hasta que al final desaparecen», agrega Marín-Arroyo.

Alimentación vegetariana

Los estudios de paleodieta sugieren es que en todas las especies humanas predominaba una alimentación vegetariana, incluso en aquellas más carnívoras, como la de los neandertales. «La caza en este tipo de especies está sobredimensionada. Tanto los vegetales como la madera, material del que estaban hechas la mayoría de las herramientas de los neandertales, se conservan mal y no fosilizan, lo que puede dar lugar a una interpretación errónea de la historia», afirma Eduald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y coautor del libro 'La caza en la evolución humana', que no ha participado en el estudio.

Se cree que los neandertales utilizaron principalmente la caza cooperativa para abatir a sus presas. El problema es que utilizaban principalmente el contacto físico con la presa –tal como se infiere de la falta de herramientas de propulsión halladas–. Esta práctica era «muy arriesgada, e inútil, si es que se puede herir a un animal desde lejos», sostiene Carbonell en su libro, coescrito junto a Antoni Canals-Salomó. Asimismo, usaban mucho los dientes para manipular sus herramientas, algo imprudente, considerando los riesgos, y tenían una menor coordinación del cuerpo, el espacio y la visión que los Homo Sapiens.

Yacimiento de neandertales del Abric Romaní (Capellades, Barcelona), dirigido por el profesor Eudald Carbonell. IPHES

La aportación científica del artículo de la UC es novedosa porque marca el proceso de extinción espaciotemporal en la Península Ibérica de manera global. «Antes, este conocimiento lo teníamos a 'parches', pero ahora existe una visión general sobre cuándo desaparecen los neandertales, dónde lo hacen antes, cuándo llegan los humanos modernos, cuánto tiempo se solapan ambas especies…», celebra Marín-Arroyo.

«Al mismo tiempo, nadie había calculado la productividad primaria del medio en el que vivieron los neandertales durante 20.000 años y su relación con el clima en un momento clave en el estudio de la evolución humana, justo cuando una especie que llevaba viviendo más de 300.000 años en el continente europeo se encuentra con el Homo Sapiens y, en apenas 7.000 años, se extingue. Además, arroja luz sobre el hecho de que las últimas poblaciones de neandertales de la Península Ibérica bajan hacia el Mediterráneo por una cuestión de supervivencia, pues ahí es donde más tiempo persiste el sustento de los animales en los que basan su dieta».

Una advertencia para el presente

Dadas las condiciones climáticas adversas que vivimos actualmente, los investigadores consideran que este trabajo también tiene una lectura muy actual. «Nos muestra que las sociedades humanas no son ajenas a los cambios climáticos», afirma Vidal. «A lo largo de toda la historia de la evolución humana ha habido momentos en los que el clima ha afectado a la propia supervivencia de diferentes especies, tanto de Homo como previos a ese género. La alta sequía que estamos sufriendo en la actualidad y la falta de precipitaciones está afectando a las plantas, a los animales que se alimentan de ellas y, en algún momento, también nos afectará a nosotros. Como vivimos en ciudades nos olvidamos de lo que ocurre en la naturaleza, pero deberíamos ser más conscientes de cómo estamos cuidando nuestros recursos y de cómo el cambio climático puede revertir en nuestra contra, porque es algo que ya ha pasado anteriormente, incluso cuando el maltrato al planeta no era tan radical», añade Marín-Arroyo.

Carbonell sostiene que, «todas estas hipótesis nuevas y complementarias que se publican cada cierto tiempo son útiles para recabar información». Lo que afirma es que «los neandertales no han desaparecido por completo, pues siguen en nuestro fenotipo y genotipo. Lo que probablemente pasó es que la especie hibridó y pasó a formar parte de nuestra integración evolutiva, que es el Homo Sapiens. Paleontológicamente se separan para estudiarlas, pero biológicamente no son muy distintas».

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