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mauricio-josé schwarz
Sábado, 25 de junio 2022, 00:16
Saber de dónde venimos los seres humanos ha sido una preocupación de nuestra especie a lo largo de toda su existencia. Las distintas religiones ofrecen lugares míticos donde comenzó nuestra andadura, desde el jardín del Edén en algún lugar del Oriente Medio hasta la imponente ciudad de Teotihuacán en Mesoamérica, en el monte Olimpo griego o en una playa según los vikingos.
Fue Charles Darwin quien ofreció la primera explicación sólida del desarrollo de la vida y con ello que propagó la visión de un origen humano no sobrenatural, que ya había sugerido Carl Linneo al darle un nombre a nuestra especie en su taxonomía animal: Homo sapiens. Había sido un acto audaz, que se vio confirmado.
Pero a partir de la magna obra de Darwin, a fines del siglo XIX y principios del XX se desarrolló incluso una competencia de exploración paleoantropológica entre países para afirmar tener el más antiguo fósil humano y reclamar, de alguna manera, o bien ser la cuna de la humanidad o, al menos, ser una de ellas, pues también se consideraba la posibilidad de que la especie humana hubiera surgido en varios lugares del planeta simultáneamente.
De allí los nombres que se daban a algunos de los fósiles humanos o prehumanos encontrados sucesivamente. El primero, el hombre del río Neander en Alemania, el Homo neanderthalensis, o el hombre de Pekín o Sinanthropus pekinensis, y el simio del sur africano, Australopithecus africanus. Esto dio incluso pie a uno de los grandes bulos científicos cuando varios embusteros, al parecer encabezados por el paleontólogo aficionado Charles Dawson, unieron un cráneo humano con una mandíbula de orangután alterada afirmando que era el 'eslabón perdido' entre los simios y los humanos, y por tanto el ser humano había surgido en las islas británicas, concretamente en Piltdown.
Al mirar hacia atrás en la historia de nuestro universo en expansión Georges Lemaitre concluyó que en un momento definido todo debió estar concentrado en un punto, a partir del cual se dio el Big Bang. De igual manera, cuando se tuvieron suficientes datos sobre la datación de los fósiles que se fueron acumulando al paso de las décadas además de la evidencia del estudio de sus genes, resultaba bastante claro que los humanos y nuestro linaje procedíamos de África.
Los miembros del linaje humano se llaman 'homininos', una 'tribu' zoológica en la moderna clasificación animal, de los cuales se han extinguido todas las especies menos una, Homo sapiens, usted, yo y todos los seres humanos.
Fue el propio Darwin quien se basó en la presencia de gorilas y chimpancés en África, más los estudios de anatomía comparada de Thomas Huxley para postular que estas especies y nosotros teníamos un ancestro común y que había surgido en África. La confirmación de esa propuesta ha llevado sin embargo a presentar otros misterios, como el momento en que se dio la expansión desde África, si ocurrió una vez o en varias oleadas y por qué rutas se desarrolló hasta que nuestra especie logró vivir prácticamente en todo el planeta.
Hasta donde sabemos hoy, algo que probablemente se detalle y ajuste a la luz de nuevos hallazgos, la emigración de África comenzó con ancestros de los homininos hace 8 millones de años, pero hubieron de pasar 6 millones más para que aparecieran los primeros indicios de presencia de homininos fuera de África, con el hallazgo de herramientas de piedra de hace 2 millones de años en el centro de China. Desde ese momento, hay fósiles en todo el mundo identificados con Homo habilis, la primera especie de nuestro genus 'homo' y Homo erectus, que se expandió hacia el continente euroasiático hace aproximadamente un millón de años.
Después, las cosas se complican, sobre todo al aparecer los humanos anatómicamente modernos, HAM, nuestros ancestros directos. Algunos estudiosos afirman que a partir de la migración original, las poblaciones de homininos evolucionaron independientemente en Europa, Asia y Oceanía, con mayor o menor intercambio genético entre poblaciones al paso del tiempo que dieron como resultado lo que somos hoy. Sin embargo, la hipótesis más aceptada en la actualidad es que los HAM se desarrollaron en África y realizaron una segunda migración hace alrededor de 100.000 años. Allí, los datos indican dos posibilidades: que estos nuevos humanos se expandieron ocupando los espacios de los homininos que se habían desarrollado fuera de África en ese tiempo, o bien que se mezclaron genéticamente en mayor o menor medida con las poblaciones previas.
Esta hipótesis se conoce como la teoría de la emigración africana o 'fuera de África', y recientes descubrimientos sobre la genética de especies como el Homo heidelbergensis y el Homo neanderthalensis parecen sustentar que, efectivamente, los humanos que emigraron de África en una o en varias oleadas hace entre 50.000 y 100.000 años tuvieron algún intercambio genético con las poblaciones que ya estaban en Europa y Asia. Así, por ejemplo, la gente de poblaciones africanas tiene casi cero genes neandertales mientras que los europeos y asiáticos tienen de media entre 1 y 2 por ciento de genética neandertal. Por su parte, las poblaciones del Asia suroriental y los melanesios tienen hasta un 6 por ciento de genética denisovana, que está ausente en otros lugares del mundo.
Estos humanos modernos llegaron primero, como es lógico, al Oriente Medio hace alrededor de 100.000 años y fueron avanzando al este hasta ocupar el sur de Asia 30.000 años después. Hace unos 50.000 años llegaron a Australia y no pisaron suelo europeo, al menos en números relevantes, sino hasta hace 40.000, y aún así deberían pasar otros 25.000 años para que dieran el salto al continente americano.
A lo largo de esos miles y miles de años, como sería de esperar, se produjeron regresos a África de diversas poblaciones en diversos momentos, incluso desde el paleolítico, lo que adicionalmente nos revela que el mundo del pasado lejano de nuestra especie estaba mucho más interconectado de lo que pensamos. Hay datos de intercambio comercial, genético y de conocimiento que nos dicen que más que grupos aislados y siempre en guerra con sus competidores, había también diplomacia, economía, arte y técnicas compartidos.
En cualquier caso, y mientras nuevos datos nos dan una visión más definida de nuestras rutas por el planeta, la pregunta '¿de dónde venimos?' está finalmente respondida con enorme certeza: usted, yo, todos nosotros, venimos de África, nuestra cuna.
Durante muchos años, el investigador sueco Svante Pääbo desarrolló formas de obtener ADN de restos humanos antiguos. Gracias a su labor, en 2010, investigadores encabezados por él mismo determinaron con certeza que muchos humanos modernos teníamos genes neandertales. Africanos por los dos apellidos.
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