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El yacimiento de Laetoli, situado a unos 45 kilómetros al sur de Olduvai, en Tanzania, es famoso porque en él se conservan las icnitas o huellas fósiles de homínidos más antiguas conocidas, datadas en 3,7 millones de años. Descubiertas en 1978 por Mary Leakey, ... conforman una serie de pisadas en las que hoy es fácil ver una pequeña parte de la caminata de unos 'Australopitecus afarensis', la especie de Lucy. Sin embargo, estas improntas no fueron las primeras descubiertas en este entorno. Dos años antes, otros dos investigadores, Peter Jones y Philip Leakey (hijo de Mary), habían encontrado otro rastro, una serie de cinco pisadas. Pero la dificultad de identificar qué especie las había producido hizo que fueran dejadas de lado, hasta casi caer en el olvido. Ahora, un equipo de investigadores ha recuperado estas huellas y ha determinado, en un estudio cuyos resultados publica el último número de 'Nature', que, en efecto, se trata de los pasos de un homínido. Ahora bien... ¿de cuál?
Las huellas de Laetoli descubiertas por Mary Leakey, las 'famosas', están en los sitios o yacimientos G y S, dos sectores del conjunto de Laetoli. Las recuperadas ahora aparecieron en el sector A, un área de unos 490 metros cuadrados que conserva unas 18.400 pisadas de diversos animales.
Cuando Jones y Leakey hijo las encontraron en 1976, Leakey madre consideró que muy probablemente eran improntas de pies de homínidos y como tales fueron consignadas. Eso sí, con la prudente acotación de que «la marcha (que parecían reflejar) era algo tambaleante, con un pie cruzado delante del otro» y de que eran algo «enigmáticas». Demasiado complicadas y dudosas frente a las huellas 'clásicas' de Laetoli, las de los sitios G y S, sobre cuya interpretación no hubo mayores dudas y que se han convertido en un hito en el complejo diagrama de la evolución humana. Pero, «dada la creciente evidencia de la diversidad locomotora y de especies en el registro fósil de los homínidos en los últimos 30 años, estas inusuales huellas merecían otra revisión», dice una de las autoras del nuevo estudio que publica 'Nature', Ellison McNutt, profesora adjunta en la Universidad de Ohio.
Entre los campos de estudio de McNutt está el de la biomecánica de la marcha de los primeros seres humanos, en el que ha aplicado la anatomía comparada con otras especies. Entre ellas, los osos. Y precisamente, cuando se descubrieron se había sugerido que las huellas A de Laetoli podían ser en realidad las de un oso.
En 2019, el equipo multidisciplinar del que forma parte McNutt resolvió recuperar las huellas del sector A. Según explican en 'Nature', se trató casi de un 'redescubrimiento', porque, «para complicar aún más las cosas, nunca se había limpiado totalmente el relleno de la morfología interna de las huellas del sitio A». Hubo que buscarlas de nuevo. «Utilizando los mapas detallados de Leakey y J. M. Harris identificamos el rastro de proboscideos adyacentes a las huellas de bípedos. Despejamos el terreno circundante hasta que uno de nosotros encontró la huella A3. A continuación, se limpió la zona para exponer las A1-A5, que no han sufrido erosión discernible desde su descubrimiento inicial».
Una vez recuperadas, tocó compararlas con pisadas de osos negros ('Ursus americanus'), chimpancés ('Pan troglodytes') y humanos ('Homo sapiens'). En el caso de los osos, y según detallan los científicos en el anexo metodológico del artículo, se hizo caminar erguidos por un suelo de barro a varios oseznos a base de atraerlos con jarabe de arce o salsa de manzana. Los osos «son incapaces de caminar con una marcha similar a la que reflejan las huellas del Sitio A, ya que la musculatura de sus caderas y la forma de sus rodillas no permiten ese tipo de movimiento y equilibrio», dice Jeremy DeSilva, coautor del artículo. Las huellas tampoco corresponden a chimpancés. Los talones de estos son estrechos en comparación con la parte delantera del pie. Todas las huellas de Laetoli, las G, las S y las A, tienen talones anchos en relación con la parte delantera del pie.
Las huellas del sitio A son, por tanto, de un homínido. Que parece que dio un traspiés en el momento de dejar su impronta o estaba intentando mantener el equilibrio en un suelo desnivelado, porque cruzó los pasos. ¿Pero qué homínido las dejó?
«Se acepta generalmente que el 'Australopithecus afarensis' produjo las huellas de los sitios G y S. Por lo tanto, es tentador asignar las huellas del sitio A a la misma especie», reconocen los investigadores. Pero ellos mismos han constado que hay diferencias entre un conjunto de improntas y los otros dos, los 'clásicos'. Las del grupo A son más pequeñas.
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«Con una altura de entre 101 y 104 centímetros, el creador de las huellas del sitio A era de menor altura que los de las huellas de Laetoli, que oscilaban entre 111-116 centímetros (yacimiento G1) y 161-168 centímetros (yacimiento S1). Es plausible que las huellas del sitio A fueran hechas por de un 'A. afarensis' muy joven, pero esta hipótesis se ve socavada por una morfología de la huella distinta de las de los sitios G y S», reconocen. «Concluimos que las huellas del sitio A fueron hechas por un homínido bípedo con un pie distinto y presumiblemente más primitivo que el del 'A. afarensis'», dicen en el artículo.
Esta conclusión deja abierta una nueva incógnita pero, «gracias a esta investigación, tenemos pruebas concluyentes en las huellas del yacimiento A de que hubo diferentes especies de homínidos que caminaban de forma bípeda en este paisaje», y lo hacían «de diferentes maneras y con diferentes pies», resume DeSilva.
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