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Luis Alfonso Gámez
Martes, 12 de abril 2022
La peste bubónica mataba gente en la península ibérica hace 3.300 años. El genoma de 'Yersinia pestis', la bacteria causante de la enfermedad, se ha identificado en un diente de un hombre enterrado en el dolmen de El Sotillo, en Leza (Álava), un sepulcro megalítico excavado en los años 60 donde se encontraron restos de trece individuos y numerosos restos líticos, cerámicos y metálicos. El hallazgo, del que informa un equipo de investigadores en 'PNAS', la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU, demuestra que la peste estaba ya extendida por Europa en la Edad del Bronce.
Investigadores europeos, liderados por científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, han rastreado el genoma de la bacteria en restos de 252 individuos que vivieron en Eurasia entre hace 5.300 y 2.500 años. Ese ADN había sido analizado en trabajos anteriores para estudiar las migraciones prehistóricas y ahora se ha escandeado a la búsqueda de 'Yersinia pestis'.
El yacimiento: Es un sepulcro megalítico de corredor situado en Leza (Álava). La cámara sepulcral, de planta ovalada, tiene nueve losas, de las que alguna alcanza los 2,2 metros de altura.
Investigación: Lo descubrió en 1956 Domingo Fernández Medrano, fue excavado en 1963 por él, José Miguel de Barandiarán y Juan María Apellániz.
Restos: Se recuperaron restos humanos de al menos trece individuos y numerosos restos líticos (sílex, puntas, láminas y un hacha), óseos, cerámicos (lisas, decoradas, campaniformes) y metálicos (lámina, punzón y flecha de cobre).
«El 99% del ADN que encuentras en un diente humano prehistórico no corresponde al individuo, sino a microorganismos», explica Iñigo Olalde, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y uno de los firmantes del artículo. Hace tres años, él lideró un análisis de ADN de 271 individuos que han vivido en Iberia en los últimos 8.000 años. El trabajo, cuyos resultados publicó 'Science', demostraba, entre otras cosas, que los vascos descienden de los pobladores de la península de hace 3.000 años. El escaneo de los datos genéticos de El Sotillo secuenciados para ese estudio ha permitido ahora identificar el caso de peste más antiguo conocido en Europa Occidental.
«El genoma de El Sotillo de 'Yersinia pestis' es el más antiguo de la península y el único de esa época, hace más de 3.300 años, que junto con otro de Rusia podía transmitirse a través de las pulgas», indica Olalde. De los diecisiete genomas de la bacteria recuperados en el nuevo estudio, solo esos dos, separados por 5.000 kilómetros, corresponden a la variante de la bacteria causante de las mortandades históricas. Los restos con peste del yacimiento ruso de Samara datan de hace 3.800 años, frente a los 3.300 de los alaveses. Pero la bacteria presente en el diente de Laguardia es más antigua evolutivamente hablando. ¿Significa eso que 'Yersinia pestis' pudo sugir en la península ibérica y viajar hacia el este, lo contrario a lo que se suponía hasta ahora?
Olalde cree «precipitado» llegar a una conclusión de ese tipo cuando solo estamos viendo una parte reducida del escenario: dos puntos con restos de peste en toda la Europa de hace más de 3.300 años. «Nos falta muchísima información», indica el investigador. El enorme vacío entre Álava y Samara podría deberse, simplemente, a los huecos de los registros arqueológico y genético, «inherentemente fragmentario», y a la dificultad para secuenciar el genoma de la bacteria debido a la degradación del ADN con el paso del tiempo.
'Yersinia pestis' empezó a infectar humanos hace 5.000 años, pero fue unos mil después cuando adquirió una mayor virulencia y facilidad de contagio. Un paso clave fue su capacidad para trasmitirse a través de las picaduras de pulgas que muerden a roedores infectados, su principal reservorio natural. Durante miles de años, convivieron esta variante y otra incapaz de usar las pulgas como vector que se extinguió probablemente durante el primer milenio antes de Cristo.
«'Yersinia pestis' está detrás de devastadoras pandemias. Es la causante de las tres grandes epidemias históricas: la plaga de Justiniano (541-549), la peste negra (1347-1351) y la tercera pandemia (1855-1918)», indica Olalde. En el siglo VI, acabó con la vida de entre 25 y 50 millones de personas en la cuenca mediterránea y Oriente Próximo; en la Edad Media, mató a entre 75 y 200 millones en Europa y el norte de África; y, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, a entre 12 y 15 millones de personas en India y China. «Estudiar su origen y evolución durante la prehistoria es crucial para entender el desarrollo de estas pandemias históricas y de otras futuras posibles».
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