Secciones
Servicios
Destacamos
El árbol genealógico de nuestra especie es como un puzle en el que las piezas van encajando a medida que se suceden los hallazgos arqueológicos y la tecnología permite analizar su ADN. La última pieza de este rompecabezas procede de dos yacimientos situados en Alemania ... y Chequia, y ha permitido ahondar en cómo fueron los primeros europeos. Tenían la piel y el pelo oscuros, y los ojos marrones, herencia directa de su reciente ascendencia africana, y su número no superaba los pocos cientos de integrantes.
El descubrimiento, publicado este jueves en la prestigiosa revista 'Nature', ha sido posible gracias a los estudios genéticos de seis individuos encontrados en el yacimiento germano de Ilsenhöle, en Ranis, y otro en Zlatý kun, en Chequia, a solo 230 kilómetros. La genética desveló que en el primero de los casos tres eran varones y tres mujeres, dos de ellos bebés. Se sabe también que eran familia: había una madre y una hija, y el resto tenían lazos de parentesco más lejanos. En el caso checo, los restos estudiados fueron un cráneo femenino datado hace unos 45.000 años. Para sorpresa de los investigadores, resultó que también tenían lazos de sangre, en este caso de quinto o sexto grado, con dos de los sujetos hallados en Ranis.
Buena parte de la importancia de esta investigación procede del excepcional estado de conservación de dos de los fragmentos. Uno de ellos es un hueso de un varón conocido como Ranis-13 y está considerado como el «mejor conservado del Pleistoceno para la recuperación de ADN»; el otro, el citado cráneo checo. En conjunto «representan los genomas humanos modernos de alta calidad más antiguos secuenciados hasta la fecha». Gracias a ello se ha podido saber el aspecto que tendrían aquellos primeros europeos, que vivieron formando pequeños grupos y que se habían mezclado recientemente con los neandertales. «Estos resultados nos permiten comprender mejor a los primeros pioneros que se asentaron en Europa», afirma Johannes Krause, autor principal del estudio.
Por un trabajo publicado a principios de este año, se sabe también las duras condiciones de vida que tuvieron que enfrentar aquellos grupos. La presencia de renos, osos de las cavernas, rinocerontes lanudos y huesos de caballos lleva a pensar en unas condiciones climáticas de intenso frío y en una dieta basada en estos grandes animales.
La cueva de Ilsenhöle y los restos que cobijaba fueron descubiertos hace casi un siglo. Durante mucho tiempo se pensó que las herramientas allí encontradas pertenecieron a poblaciones neandertales, que serían los responsables de una cultura bautizada con un nombre imposible: lincombiano-ranisiano-jerzmanowiciano (LRJ). Resultó que no, que aquella tecnología era obra de homo sapiens, los humanos modernos. Esto significaba que estos habían llegado al norte de Europa antes de lo que se creía, hace unos 45.000 años, cinco milenios después de su irrupción en el continente. En otras palabras, neandertales y nuestros ancestros directos habrían convivido durante mucho más tiempo del que se creía.
Esta convivencia llevó a la mezcla genética. Otro estudio publicado también este jueves, en este caso en 'Science', ha permitido precisar que la gran mayoría de este flujo genético habría ocurrido entre hace 50.500 y 43.500 años, lo que concuerda con la evidencia arqueológicas. El trabajo muestra también que esta ascendencia neandertal experimentó una rápida selección natural, tanto positiva como negativa, dentro de las 100 generaciones posteriores. Se sabe que tenemos ADN de nuestros primos evolutivos desde 2008, cuando se logró secuenciar su genoma. Este avance, que le dio el Premio Nobel de Medicina al biólogo sueco Svante Pääbo en 2022, permitió precisar que entre un 1,8% y un 2,6% de nuestro ADN es neandertal.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.