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Suele decirse en ciencia que las afirmaciones excepcionales requieren de pruebas igualmente excepcionales. Esto es justo lo que necesita el anuncio hecho público por la NASA, que asegura haber encontrado «una roca fascinante que muestra indicios de haber albergado vida microbiana hace miles de millones ... de años». La propia agencia espacial estadounidense se muestra prudente en su comunicado, ya que asegura que «aún se requiere más investigación» y que «el equipo científico está considerando otros factores que podrían explicar las características observadas. Serán necesarias futuras investigaciones para determinar si la existencia de vida antigua es una explicación válida».
La «fascinante roca», bautizada como 'Cheyava Falls' -el nombre de una cascada del Gran Cañón del Colorado-, mide 0,6 metros, tiene forma de punta de flecha y presenta gran cantidad de vetas que han llamado la atención de los científicos. El análisis efectuado por los instrumentos a bordo del rover Perseverance indica que «posee cualidades que se ajustan a la definición de un posible indicador de vida antigua». En concreto, muestra señales químicas y estructuras que podrían haberse formado como consecuencia de la existencia de vida hace miles de millones de años, cuando la zona explorada contenía torrentes de agua.
«'Cheyava Falls' es la roca más desconcertante, compleja y potencialmente importante que Perseverance haya investigado hasta ahora», ha declarado el científico Ken Farley. «Por un lado, tenemos nuestra primera detección convincente de material orgánico: manchas de colores característicos que son indicativas de reacciones químicas que la vida microbiana podría utilizar como fuente de energía; y pruebas claras de que el agua, que es necesaria para la vida, alguna vez pasó por la roca. Por otro lado, no hemos podido determinar con exactitud cómo se formó la roca y hasta qué punto las rocas cercanas pueden haber calentado la roca 'Cheyava Falls' y contribuido a la formación de estas características».
«Estas manchas son una gran sorpresa», apunta el astrobiólogo David Flannery. «En la Tierra, este tipo de características de las rocas se asocia a menudo con el registro fosilizado de microbios que viven en el subsuelo», añade. En nuestro planeta pueden producirse cuando las reacciones químicas donde interviene la hematita, un mineral, hacen que la roca pase del rojo al blanco. Esas reacciones también pueden liberar hierro y fosfato, los posibles causantes de la formación de las aureolas negras. Las reacciones de este tipo pueden ser una fuente de energía para microbios, lo que explica la asociación entre tales características y los microbios en un entorno terrestre.
Esta es precisamente una de las hipótesis que barajan los expertos de la NASA. 'Cheyava Falls' habría sido depositada inicialmente en forma de lodo con compuestos orgánicos mezclados que acabaron cimentándose en forma de roca. Posteriormente, un segundo flujo líquido penetró en sus fisuras, formándose los depósitos minerales que dieron lugar a las grandes vetas blancas de sulfato de calcio que dieron lugar a las manchas.
Ahora bien, hay otras características que desconciertan a los científicos. Esas mismas vetas están llenas de pequeños cristales milimétricos de olivino, un mineral que se forma a partir del magma. «¿Podrían el olivino y el sulfato haberse incorporado a la roca a temperaturas tan altas que harían que el entorno no fuera habitable, creando una reacción química abiótica -sin vida- que dio lugar a las manchas?», se preguntan. Para resolver el enigma necesitarían traer la roca a la Tierra y seguir con las exhaustivas pruebas. «Científicamente, Perseverance no tiene nada más que ofrecer (a este estudio). Para comprender plenamente lo que realmente ocurrió, nos gustaría traer a la Tierra la muestra de 'Cheyava Falls' para poder estudiarla con los potentes instrumentos disponibles en nuestros laboratorios».
El hallazgo del Perseverance, la vigésimo segunda muestra recogida por el robot explorador, tuvo lugar este pasado 21 de julio, cuando el artilugio exploraba el límite norte de Neretva Vallis, un antiguo valle fluvial de 400 metros de ancho que fue esculpido por el agua que se precipitó en el cráter Jezero, en el hemisferio norte del Planeta Rojo. Con 45 kilómetros de diámetro y una antigüedad de unos 4.000 millones de años, es una de las zonas más exploradas en busca de signos de vida.
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