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Los científicos saben de los daños que sufren los astronautas en sus cuerpos durante los viajes espaciales desde los años 70 del siglo pasado. Para entonces ya se había viajado a la Luna y se habían podido comprobar los efectos derivados de la exposición a ... la ausencia de gravedad y a la radiación espacial sin la protección del campo magnético de la Tierra. Sufren pérdida de masa ósea, sus corazones se debilitan, sus cerebros se alteran, desarrollan cálculos renales… Hasta la fecha, solo 24 personas han viajado al satélite terrestre y han estado plenamente expuestos a estas consecuencias. Pero solo por un periodo de entre 6 y 12 días. Viajar a Marte supondría entre 200 y 250 días según la posición en la que se encuentren ambos planetas. ¿Qué ocurriría en este caso? Un trabajo publicado este martes en la revista 'Nature Communications' lo ha estudiado para el caso de los riñones. «Si no desarrollamos nuevas formas de proteger los riñones, yo diría que si bien un astronauta podría llegar a Marte, podría necesitar diálisis en el camino de regreso», explica el doctor Keith Siew, del University College de Londres.
Se calcula que un año en la Estación Espacial Internacional (ISS) expone a los astronautas a una dosis de radiación un 50% mayor que el límite establecido en cinco años para los trabajadores de las centrales nucleares. Mucho peor sería un año en el Planeta Rojo, ya que la radiación sería similar a la sufrida por un testigo presencial de la bomba atómica de Hiroshima. Para precisar los daños, investigadores de más de 40 instituciones han recopilado datos de más de 40 misiones espaciales en la órbita baja terrestre -entre los 200 y los 1.000 kilómetros-, donde se producen la mayor parte de viajes tripulados y se encuentra la ISS. También se hicieron once experimentos con ratones, en siete de los cuales fueron sometidos a una radiación equivalente a misiones a Marte de 1,5 y 2,5 años de duración. Los resultados mostraron que tanto los riñones humanos como los animales son «remodelados» por las condiciones en el espacio. En concreto, se contraen después de menos de un mes en el espacio y acaban desarrollando cálculos renales.
Hasta ahora se creía que la causa de estas piedras en los riñones era la pérdida ósea inducida por la microgravedad, lo que provoca una acumulación de calcio en la orina. Sin embargo, este trabajo apunta a que la forma en que los riñones procesan las sales se altera fundamentalmente en los vuelos espaciales. La conclusión más preocupante es que calculando un viaje de ida y vuelta Marte de tres años, los riñones de los ratones sometidos a la mayor cantidad de radiación sufrían daños permanentes. «Sabemos que los riñones tardan en mostrar signos de daño por radiación. Cuando esto se hace evidente, probablemente sea demasiado, lo que sería catastrófico para las posibilidades de éxito de la misión», destaca Siew.
Además de sufrir estos problemas renales, la radiación hace que los astronautas corran un mayor riesgo de padecer cáncer, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis y enfermedades neurodegenerativas. La falta de gravedad provoca una gran disminución de la masa muscular y pérdida ósea al no trabajar tanto como en la Tierra. Son alteraciones compartidas con el proceso de envejecimiento. Sobre el cerebro, solo dos semanas en órbita son suficientes para que sus ventrículos -unas cavidades llenas de líquido cefalorraquídeo que protege, nutre y elimina residuos de este órgano- se dilaten. Tardan unos tres años en recuperarse. El viaje tripulado a Marte está previsto por la NASA para la próxima década.
Los volcanes de la zona ecuatorial de Marte tienen hielo, en concreto, una fina capa de escarpa, según desveló este lunes un estudio publicado en la revista 'Nature Geoscience'. Se trata de una capa delgada, del grosor similar a un cabello humano, que cubre un área muy amplia. «La cantidad de escarcha representa unas 150.000 toneladas de agua que se intercambian entre la superficie y la atmósfera cada día durante las estaciones frías, el equivalente a unas 60 piscinas olímpicas», explican los expertos. El hielo se encontró en los volcanes de Tharsis, las cimas más altas del planeta y del sistema solar. Comprender dónde se puede encontrar agua es fundamental para los futuros viajes tripulados.
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