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Diez años era lo que se esperaba que en el mejor de los casos durara la misión del telescopio espacial James Webb. Cinco días después de su despegue y tras dos correcciones en su trayectoria, los técnicos de la NASA, la ESA y la Agencia ... Espacial Canadiense (CSA) han concluido que el observatorio tiene combustible suficiente como para realizar observaciones «durante bastante más de diez años». Una magnífica noticia, porque en principio su vida útil se calculaba en cinco años, que con suerte podrían extenderse a diez.
El James Webb despegó el sábado del espaciopuerto europeo de Kurú, en la Guayana Francesa, en un cohete Ariane. El observatorio espacial más grande y complejo de la Historia empezó así un viaje de un mes hacia el segundo punto de Lagrange o L2. Si trazamos una línea recta del Sol a la Tierra, L2 se encuentra 1,5 millones de kilómetros más allá que nuestro planeta. Las atracciones gravitatorias de la estrella y la Tierra hacen que un objeto que orbite L2 permanezca estable respecto a nosotros. Esa localización garantiza que el telescopio dé siempre la espalda al Sol y su radiación no perturbe el funcionamiento del espejo e instrumentos, pero imposibilita cualquier reparación y limita su vida útil a la cantidad de combustible disponible para ajustar la órbita, mantener su orientación y apuntar a objetivos científicos.
El primer análisis efectuado por los ténicos de la misión ha revelado que será necesario quemar menos combustible que el previsto para que el James Webb entre en órbita de L2. Según la ESA, ese ahorro se debe a la precisión con que el Ariane 5 puso el observatorio en rumbo a su destino y a una pequeña corrección de la trayectoria posterior a la separación del telescopio del lanzador. El James Webb volvió a corregir su rumbo el lunes y en la actualidad vuela hacia L2 a 0,8 kilómetros por segundo.
La precisión del lanzamiento tuvo otro resultado: el panel solar del telescopio se desplegó automáticamente tras la separación del cohete europeo, siguiendo una orden almacenada para que se abriera cuando el James Webb alcanzara una posición determinada respecto al Sol o a los 33 minutos del despegue. Como el observatorio estaba bien orientado tras la separación de la segunda etapa del Ariane, el panel solar pudo desplegarse minuto y medio mas tarde, 29 después del lanzamiento, y empezar a proporcionar energía a la nave.
El James Webb es un proyecto de la NASA, la ESA y la CSA, y ha costado más de 9.600 millones de dólares. Miles de científicos, ingenieros y técnicos de catorce países, España incluido, dedicaron más de 40 millones de horas a construir un telescopio con el que los astrofísicos esperan ver el Universo como era hace 13.500 millones de años –cuando solo tenía 300 millones de años–, estudiar la evolución de estrellas y galaxias, y analizar las atmósferas de planetas que están en la zona habitable de otras estrellas.
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