El ingeniero español Benjamín Bastida Virgili trabaja desde 2008 en la Oficina de Basura Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA). Él y sus compañeros vigilan el cielo para detectar restos de cohetes y satélites que puedan suponer un riesgo para los ocupantes de la ... Estación Espacial Internacional (EEI). En la actualidad hay más de 6.000 toneladas de restos en órbita terrestre, basura de la era espacial que incluye más de 23.000 objetos del tamaño de una pelota de tenis e innumerables fragmentos más pequeños. El impacto de un tornillo podría matar a un astronauta en misión extravehicular.
– ¿Habían corrido tanto riesgo alguna vez los tripulantes de la EEI como el lunes tras la destrucción intencionada del satélite ruso?
– Ha habido otras veces en las que han tenido que cerrarlo todo y refugiarse en las cápsulas por el riesgo de basura espacial. Esta vez el riesgo no ha sido mucho más grande. La única diferencia es que ha habido poco tiempo para actuar entre la detección de los restos y su llegada.
– Los astronautas se refugian en las naves atracadas en la estación, el lunes una Soyuz rusa y una Crew Dragon de SpaceX, por si tuvieran que evacuarla, ¿no?
– Exactamente. En el caso de que hubiera una colisión, las cápsulas se separarían de la estación y los astronautas volverían a la Tierra.
– ¿Cuántas veces se han refugiado los tripulantes de la EEI en las cápsulas de escape desde el 2 de noviembre de 2000, cuando el complejo recibió a sus primeros ocupantes?
– De media, cada año se registra una maniobra para evitar la colisión con basura espacial.
– ¿Maniobra quiere decir que se mueve la estación?
– Sí, que la estación se mueve para evitar un objeto. Pero, cuando los riesgos detectados son a muy corto plazo y no da tiempo a maniobrar, como el lunes, los astronautas van a las cápsulas y se preparan para evacuar en caso de colisión.
Proyectiles en órbita
– ¿Durante cuánto tiempo es una amenaza para la estación una nube de restos como la generada el lunes, que se calcula en 1.500 fragmentos?
– El lunes los astronautas estuvieron confinados durante unas dos horas, desde poco antes de la primera llegada de la nube hasta después del segundo paso.
– ¿Ya no hay riesgo?
– Los fragmentos seguirán en órbita durante un tiempo. Algunos durante meses; otros durante años. Y todos cruzarán la órbita de la EEI. El problema es cuando la nube de restos es muy compacta, como ocurrió poco después de la fragmentación del satélite. Al estar muy juntos, tienes muchos objetos que te amenazan. Según pasa el tiempo y se dispersan al tener cada uno diferentes propiedades orbitales, igual tienes que maniobrar para esquivar uno.
– Pero cada fragmento, por pequeño que sea, es un proyectil.
– En órbita baja, un objeto tiene una velocidad de unos 7,5 kilómetros por segundo. Si viene de cara, hablamos de casi 15 kilómetros por segundo. A esa velocidad, un objeto pequeño puede destrozar un satélite.
– Si un tornillo golpea a un astronauta durante una misión extravehicular, le puede matar, ¿no?
– Por eso, cuando van a hacer salidas extravehiculares, se mira con anticipación que no haya ningún riesgo y también se hacen maniobras. El mayor problema es que desde la Tierra podemos detectar objetos pequeños hasta un cierto tamaño.
Vigilados por radar
– ¿Cuál es el tamaño mínimo?
– Los radares actuales llegan a ver un objeto de unos 10 centímetros de diámetro a unos 1.000 kilómetros de altura. Si bajamos a unos 400 kilómetros, podemos ver objetos de unos 4 centímetros.
– Quedan un montón más pequeños, invisibles.
– Ahí está el mayor problema, en los objetos invisibles. Por eso las paredes de la EEI están hechas de forma que son una especie de escudo. Si una partícula pequeña choca, se destruya en el impacto y no penetra en el complejo.
– ¿Podría un objeto de 10 o 20 centímetros destruir la estación?
– Sí. Por eso se hacen las maniobras. Las paredes protegen de los objetos pequeños, pero, cuanto más grande es un fragmento, más energía lleva, y en algún momento las paredes no son suficientes. Si un objeto de 10 centímetros choca con la estación, según donde lo haga, a lo mejor destruye un módulo o todos los paneles solares.
– ¿Se puede hacer algo más que vigilar esos restos por radar?
– Lo que tendríamos que hacer es no generarlos.
– Lo contrario de lo que pasó el lunes.
– Sí. Ha habido casos en los que se han generado en acciones deliberadas, pero no tantos. La mayor parte de los fragmentos en órbita no son consecuencia de acciones deliberadas. Para evitar que se creen fragmentos, hay unas reglas que básicamente consisten en que, cuando lanzamos un objeto, al final de su vida útil caiga a la Tierra o que, si se queda en el espacio, esté el mínimo tiempo posible y no pueda explotar.
– La ESA calcula que hay más de 6.000 toneladas de basura espacial. ¿Hay en marcha algún programa de recogidao es un locura plantear algo así?
– Desde la ESA estamos impulsando un programa así. Se llama ADRIOS, por Eliminación Activa de Desechos/Servicios en Órbita. Vamos a lanzar en 2025 un satélite, el ClearSpace, que atrapará un resto de un cohete y hará que reentre en la atmósfera. Esto se debería hacer de forma comercial. El problema es que, si tú tocas un satélite de otro país, ¿quién asume el riesgo y cómo se justifica que no es una maniobra militar?
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