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El pasado 28 de junio la NASA reveló que había otorgado un contrato de más de 800 millones de dólares a Elon Musk para que construyera la nave encargada de destruir la Estación Espacial Internacional (ISS). El plan para poner fin a la vida útil de la infraestructura lanzada en 1998 no es destruirla con ningún misil ni hacer chocar la mencionada nave contra la ISS. Se trata de arrastrarla desde su órbita habitual, a unos 400 kilómetros de altura, hacia la atmósfera, donde se desintegraría por fricción debido a los casi 3.000 grados de temperatura que se alcanzan. Los restos caerían en una zona del Pacifico conocida como 'Punto Nemo', una de los lugares más aislados del mundo y donde acaban buena parte de los artilugios espaciales tras cumplir sus misiones.
La destrucción de Estación Espacial Internacional
‘Dragon’ modificado
1
Vehículo desorbitador
Cohete ‘Falcon Heavy’
para el despegue
United States Deorbit Vehicle (USDV)
2
Estación Espacial Internacional (ISS)
Espacio extra para combustible
30 motores: más impulsores que la cápsula ‘Dragon’ estándar para tener más capacidad de empuje
Impulsa la infraestructura hacia la Tierra para que se desintegre al chocar contra la atmósfera
3
USDV
80 m
USDV
ISS
Atmósfera
Punto ‘Nemo’
Sobre el Pacífico, lejos de cualquier costa
:: GRÁFICO G. DE LAS HERAS
La destrucción de Estación Espacial Internacional
‘Dragon’ modificado
1
Vehículo desorbitador
Cohete ‘Falcon Heavy’
para el despegue
United States Deorbit Vehicle (USDV)
2
Estación Espacial Internacional (ISS)
Espacio extra para combustible
30 motores: más impulsores que la cápsula ‘Dragon’ estándar para tener más capacidad de empuje
Impulsa la infraestructura hacia la Tierra para que se desintegre al chocar contra la atmósfera
3
USDV
80 m
USDV
ISS
Atmósfera
Punto ‘Nemo’
Sobre el Pacífico, lejos de cualquier costa
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La destrucción de Estación Espacial Internacional
United States Deorbit Vehicle (USDV)
‘Dragon’ modificado
2
1
Vehículo desorbitador
Estación Espacial Internacional (ISS)
Espacio extra para combustible
30 motores: más impulsores que la cápsula ‘Dragon’ estándar para tener más capacidad de empuje
Cohete ‘Falcon Heavy’
para el despegue
3
USDV
Impulsa la infraestructura hacia la Tierra para que se desintegre al chocar contra la atmósfera
80 m
USDV
ISS
Atmósfera
Punto ‘Nemo’
Sobre el Pacífico, lejos de cualquier costa
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‘Dragon’ modificado
2
1
3
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USDV
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Atmósfera
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Espacio extra para combustible
Punto ‘Nemo’
30 motores: más impulsores que la cápsula ‘Dragon’ estándar para tener más capacidad de empuje
Cohete ‘Falcon Heavy’
para el despegue
Sobre el Pacífico, lejos de cualquier costa
:: GRÁFICO G. DE LAS HERAS
Los detalles se han revelado en una comparecencia conjunta de la agencia espacial estadounidense y Space X. La empresa espacial de Musk modificará la cápsula de carga Dragon que utiliza habitualmente para transportar material a la Estación Espacial. En concreto, le añadirá una especie de maletero que tendrá el doble del tamaño habitual y multiplicará por seis su carga de combustible y por cuatro su fuerza de empuje. En conjunto, contará con 46 motores, 30 en ese módulo añadido y 16 en la propia cápsula. Algo así como una Dragon con esteroides para poder desplazar las 420 toneladas de la ISS. «Uno de los beneficios de aprovechar el historial de vuelos de las Dragon es que podemos seguir utilizando hardware certificado por la NASA para varios de los sistemas clave, como el de acoplamiento. Si bien el diseño del nivel de ensamblaje está desarrollado exclusivamente para esta misión, utilizaremos componentes con los que la NASA está familiarizada y en los que Space X tiene una amplia experiencia», subrayaron los representantes de la firma del multimillonario.
La operación está prevista para 2030 pero podría aplazarse hasta que estén operativas algunos proyectos de estaciones espaciales impulsados por empresas privadas. Es el caso de Blue Origin, de Jeff Bezos, el fundador de Amazon, que ha ideado la Orbital Reef, un centro de negocios en órbita que debería empezar a construirse en 2027; o de Axiom, la firma encargada también de los trajes espaciales de la 'misión Artemisa', la que tiene previsto el regreso del ser humano a la Luna en septiembre de 2026.
De acuerdo a los planes de la NASA y Space X, la Dragon vitaminada se acoplaría a la infraestructura internacional un año y medio antes del encendido que la sacará de su órbita. Seis meses antes de que ocurra, la última tripulación abandonará la plataforma heredera de la MIR soviética. «Dejaremos a la tripulación a bordo el mayor tiempo posible para que estén disponibles con el fin de que ayuden en la estación y mantenerla en buenas condiciones», aseguró Dana Weigel, gerente del programa ISS de la NASA. Esto ocurrirá a unos 220 kilómetros de altura, el límite inferior al que vuelan las naves tripuladas.
La opción de desorbitar la enorme estructura –mide 100 metros de largo y 80 de ancho, una superficie similar a la de un campo de fútbol– no fue la única que se barajó. Se planteó también su traslado a una órbita más alta y menos transitada –la mayor parte de los satélites que circulan en torno a la Tierra y la propia ISS se encuentran en la llamada órbita baja terrestre, que se extiende hasta unos 1.000 kilómetros de altura–, trocearla o venderla a la pujante iniciativa privada.
A lo largo de estos años, la Estación Espacial ha albergado más de 3.300 experimentos que no son posibles en la Tierra. Cinco han sido las entidades que la han gestionado: la Agencia Espacial Canadiense (CSA), la Agencia Espacial Europea (ESA), la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), la rusa Roscosmos y la propia NASA. Rusia ya había anunciado que dejaría el proyecto en 2028 para tener de nuevo su propia plataforma en el espacio. Mientras tanto, China cuenta desde 2021 con la suya, la Tiangong.
Mientras se desgranan los detalles del final de la histórica estación espacial, dos astronautas siguen atrapados en ella. Butch Wilmore y la piloto Suni Williams arribaron a la ISS el pasado 6 de junio a bordo de la nave Starliner. Los planes originales apuntaban a una estancia de entre 10 y 15 días. Desde entonces han pasado 44 días y sigue sin haber fecha de regreso. La razón son las varias fugas en el artilugio que les llevó al espacio.
Fabricada por Boeing, la Starliner es una especie de taxi espacial que debía servir para competir con las cápsulas Dragon de Space X. Ambas compañías fueron elegidas por el Gobierno estadounidense en 2014 para poner fin a la dependencia de Rusia para llegar a la ISS tras haberse cancelado tres años antes el programa de los transbordadores espaciales. Boeing recibió 4.200 millones de dólares por los 2.600 millones destinados para la empresa de Elon Musk, 2.600 millones. Mientras esta última cumplió con lo acordado en noviembre de 2020 y ha llevado tanto carga como astronautas en más de una decena de ocasiones, el gigante aeronáutico ha tenido que hacer frente a un sinfín de retrasos y problemas técnicos que se han reproducido una vez acoplada a la estación.
«Lo estamos pasando muy bien en la ISS. Butch y yo ya habíamos estado aquí y para nosotros la sensación es como volver a casa. Sienta bien estar flotando por la estación y trabajando con el resto del equipo. No nos quejamos por estar unas cuantas semanas extra», dijo hace unos días Williams mientras los responsables de la NASA y Boeing buscan una solución e insisten en que no hay problema de seguridad alguno. Incluso aseguran que en caso de emergencia, ambos podrían embarcarse en la Starliner. Calculan que la siguiente oportunidad de volver a la Tierra será finales de este mes.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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