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El yacimiento arqueológico de la Marmotta es una especie de Pompeya bajo las aguas. Situado a 32 kilómetros al noroeste de Roma, su estado de conservación es extraordinario. Enterrado a tres metros de profundidad en el lecho del Lago Bracciano, la práctica ausencia de oxígeno ... y, consiguientemente de bacterias, explica su supervivencia. En él se asentó entre el 5.600 y el 5.200 a.C el primer pueblo de agricultores y pastores del centro de Italia. Tenía una decena de casas de forma rectangular de unos 10 metros de largo y 6 de ancho con compartimentos internos y un hogar central. Contaban con cabras, ovejas, bueyes y cerdos; cultivaban distintas especies de trigo y cebada, leguminosas como lentejas, habas y guisantes y quizás incluso vid y opio. Y, lo más extraordinario, fueron capaces de construir «las embarcaciones más antiguas del Neolítico en Europa. Antes se habían datado a partir de objetos que estaban a su alrededor. Ahora las hemos podido datar directamente», asegura Juan F. Gibaja, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Se trata de cinco canoas o piraguas en las que demostraron una «capacidad técnica muy notable. Las construyeron especialistas», afirma el experto. La más importante de ellas es la llamada canoa 1. Tiene una longitud de 10,43 metros y una anchura de 1,15 metros de ancho en la popa y 0,85 metros de ancho en proa. Son varias las características que la hacen extraordinaria. En primer lugar, su propio tamaño, «similar al de un minibus».
Otro rasgo único es que está construida con cuatro tipos diferentes de madera, «lo que significa que conocían el comportamiento de los diferentes tipos de madera, no cortaban cualquier árbol». Para darle dar mayor durabilidad al casco y mejorar su manejo, cuenta con cuatro refuerzos transversales situados a la misma distancia. Y en la parte exterior disponía de tres objetos de madera en forma de 'T' que podrían haber servido para «sujetar cabos para utilizar velas, estabilizadores como el esquí de algunas canoas de Nueva Guinea o incluso para añadir otra embarcación a modo de catamarán».
La cuestión que se plantean los expertos es para qué construir una canoa de este tamaño si solo estaba destinada a navegar por el Lago Bracciano. «Es como utilizar un autobús para ir a comprar el pan», compara el especialista. Una posibilidad es que pudieran navegar por el mar, al que podrían llegar por el río Arriano, que nace en el propio lago y desemboca en el Tirreno. «Parecería que sí pero habría que investigar cómo era el cauce del río en el Neolítico». A favor de esta posibilidad es que se han encontrado materiales en el yacimiento como la obsidiana procedente de las islas italianas de Palmarola y Lipari. Y también «la reconstrucción que hizo un investigador esloveno, con la que demostró que se podía navegar en el mar».
La segunda canoa mejor conservada es la número 2. Con una longitud de 6 metros, tenía la parte de la proa elevada, «como diseñada para el oleaje del mar». Las tres restantes, peor conservadas, comparten las mismas técnicas de construcción, y dado que solo se ha excavado el 25% del yacimiento, es probable que en el futuro se encuentren más embarcaciones de este tipo.
Las canoas de La Marmotta son las primeras del Neolítico en Europa, pero se han encontrado otras incluso más antiguas, del periodo anterior, el Mesolítico. «No son tan grandes y no cuentan con ese elemento lateral de la canoa 1», describe Gibaja. Y también se echaron al mar. Así se explica la ocupación en aquel tiempo de Chipre, Córcega, Sicilia y algunas islas griegas como Icaria, Lemnos y Melos. El trabajo en el que ha participado Gijaba se publica este miércoles en la revista 'Plos One'.
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