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No está del todo claro que Bram Stoker se inspirara para su personaje del conde Drácula en Vlad III, un príncipe rumano que vivió en el siglo XV, conocido -especialmente por sus rivales- por empalar a sus enemigos. El escritor irlandés apenas hizo referencia al ... pasado de su famoso vampiro, pero ha quedado así establecido. Ello ha hecho que el interés en aquel mandamás centroeuropeo haya sido objeto de muchos estudios, no solo de carácter histórico, sino también científico.
El último de estos ha revelado que Vlad podía haber sufrido problemas respiratorios, en la piel y hemolacria, una enfermedad que le haría llorar lágrimas de sangre. O más bien lágrimas manchadas de sangre, según explica Sergio Eguiza, especialista del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología de Bilbao (ICQO): «Se trata de una alteración de la vía lagrimal por un tumor, conjuntivitis bacteriana o por hormonas para el embarazo que causa que los vasos sanguíneos se rompan y las lágrimas se manchen de sangre».
Los autores de la investigación han presentado sus conclusiones en un artículo titulado 'El Conde Drácula Resucitado: Análisis Proteómico de los Documentos de Vlad III el Empalador por Tecnología EVA y Espectrometría de Masas', publicado recientemente en la revista de la 'American Chemical Society'. «Esta es la primera vez que se lleva a cabo una investigación de este tipo y ha ayudado a sacar a la luz el estado de salud de Vlad Drácula el Empalador», subrayan.
Para llegar a estas conclusiones analizaron tres cartas escritas por el dirigente rumano en 1457 y 1475. Utilizaron para ello una película plástica especializada llamada EVA, o etileno-acetato de vinilo, lo que les permitió extraer un centenar de péptidos -proteínas- de origen humano del papel sin dañarlo.
A continuación analizaron las muestras con técnicas de espectrometría de masas, haciendo hincapié en las que estaban más degradadas porque se supone que estas eran las más antiguas y, por lo tanto, sería más probable que fueran de Vlad en comparación con las proteínas más nuevas y menos degradadas que podrían haberse originado por otras personas que manejaron las cartas más recientemente. Y concluyeron que Vlad III pudo sufrir procesos inflamatorios de las vías respiratorias y/o de la piel y, al menos al final de su vida, hemolacria. «Es una enfermedad más llamativa que grave. En la antigüedad lo asociaban al misticismo y a vírgenes que lloraban sangre», destaca Eguiza.
Conocido también como Tepes el Empalador por su mencionada costumbre de empalar a sus adversarios, Vlad III nació en torno al año 1428. Hijo de Vlad II, llegó a ser rehén junto a su hermano de los muchos rivales de su padre, al que poco le importó esta circunstancia, de la que logró salir indemne. La gran potencia en aquella región por entonces era el Imperio Otomano, que se había hecho sucesivamente con el dominio de Grecia, Serbia y Bulgaria a lo largo del siglo XIV. El gran hito llegaría en 1453 con la toma de Constantinopla. Frente al gigante, el reino de Hungría y algunos principados como Valaquia, del que Vlad III fue vaivoda -príncipe o conde palatino- en tres ocasiones entre 1448 y 1476.
En este contexto, la violencia fue una constante: guerras, asesinatos, ejecuciones. Se le atribuye la muerte de unas 100.000 personas en los solo siete años que estuvo al frente del principado. Las crónicas de la época destacaron su crueldad. Decían que se recreaba en la tortura y que cenaba bebiendo la sangre de sus víctimas. En una carta enviada al rey húngaro Mati?as Corvino, que acompañó de dos sacos llenos de orejas, narices y cabezas, relató cómo había sido una de sus campañas militares: «He matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y Novoselo hasta Samvit y Ghigen. Hemos matado a 23.884 turcos y búlgaros, sin contar aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados.».
Su figura ha sido reivindicada en Rumanía en las últimas décadas. El partido comunista le convirtió en héroe nacional en 1976. «Erigió iglesias, hizo justicia, limpió el país de ladrones y criminales, llevó a cabo una política de defensa de Occidente contra los turcos y dotó generosamente a varias iglesias y monasterios del monte Athos», subrayó en un trabajo de 1990 el profesor Vintila Horia. Vlad III murió en combate en 1476 o 1477 tras enfrentarse a un vaivoda rival que buscaba hacerse con su territorio con ayuda de los otomanos. Se cuenta que trocearon su cadáver.
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