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El puzzle de cómo nuestros antepasados salieron de África va completando su imagen a medida que se suceden los hallazgos arqueológicos. Este miércoles se han dado a conocer los rastros más antiguos de actividad humana en Europa. Ha sido en el yacimiento ucraniano de Korolevo ... y datan de hace 1,4 millones de años. Solo son comparables a un fragmento de cráneo encontrado en Atapuerca en verano de 2022 -su datación no es del todo segura- y otro en Granada. En cualquier caso, parece confirmarse que nuestros antecesores llegaron al continente hace más de un millón de años. El responsable sería el homo erectus. «No se encontraron huesos en Korolevo, solo herramientas de piedra. Pero la datación sugiere que fueron obra del homo erectus, la única especie humana posible en ese momento», aseguran los autores del estudio, publicado en la revista 'Nature'.
El homo erectus apareció hace aproximadamente 1,9 millones de años. Fue el primero en controlar el fuego para cocinar los alimentos, lo que según la teoría más extendida, los hizo más fácilmente digeribles, permitió reducir el aparato digestivo y dedicar esa energía al crecimiento de su cerebro, que llegó a alcanzar entre los 800 gramos y el kilo de peso -el nuestro se sitúa en torno a los 1,2 kilos-. Podían alcanzar los 1,80 metros de altura y pesar 65 kilos. Se sabe que salieron de África hace unos 1,8 millones de años. En 2005 se encontraron restos en el yacimiento de Dmanisi, en Georgia. También hay huesos en Atapuerca, Burgos, datados hace 1,2 millones de años. En medio, miles de kilómetros que han comenzado a llenarse con el hallazgo de Korolevo, «el puesto avanzado más septentrional encontrado hasta ahora de lo que suponemos que es homo erectus y es un testimonio de la intrepidez de este ancestro«.
Por aquel entonces, el continente atravesaba por un periodo interglaciar que hizo que los gigantes de hielo se refugiaran más al norte. Esto permitió que grandes mamíferos como mamuts, rinocerontes, hipopótamos, hienas y tigres con dientes de sable camparan a sus anchas. Aquellos pioneros se alimentarían de la carroña que dejaban los depredadores. Pero lo que les atrajo del enclave ucraniano fue más bien el tipo de roca común allí, ideal para fabricar las herramientas de piedra encontradas en la década de los años 80 y que solo han podido ser datadas ahora.
Aunque parezca ciencia ficción, para establecer la cronología de estos útiles han recurrido a los rayos cósmicos. «La Tierra es bombardeada constantemente por rayos cósmicos galácticos. Cuando estos rayos -principalmente protones y partículas alfa- penetran en la atmósfera terrestre, generan una lluvia secundaria de partículas -neutrones y muones- que, a su vez, penetra en el subsuelo», explican los investigadores. Estas partículas reaccionan con los minerales de las rocas para producir unos compuestos radiactivos que pueden utilizarse como una especie de reloj.
Los investigadores están convencidos que los de Korolevo no serán los restos más antiguos en Europa. «La pregunta no es 'si', sino 'cuándo' encontraremos un sitio de edad similar o mayor en algún otro lugar de Ucrania, Rumania, Bulgaria o Serbia».
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