Jack Dongarra
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Jack Dongarra
Juanjo Cerero
Granada
Domingo, 7 de abril 2024, 01:58
Jack Dongarra (Chicago, 1958) es uno de los más destacados asesores científicos de ADIA Lab, un proyecto de investigación financiado por Emiratos Árabes Unidos y cuya sede en Granada se ocupará de la relación entre inteligencia artificial y las ciencias del clima. También recibió en ... 2021 el premio Turing, el más prestigioso del ámbito de la informática.
-Participa usted en unas jornadas de trabajo en Granada sobre inteligencia artificial y cambio climático. ¿Cómo puede ayudar la IA a combatirlo?
-La supercomputación permite hacer cálculos más rápidos y almacenar más datos, lo que facilita llegar a conclusiones antes e iterar para conseguir resultados más satisfactorios a través de la modificación de los parámetros de entrada. En el caso del clima, por ejemplo, podemos ejecutar miles de simulaciones para saber cómo va a ser el tiempo y quedarnos con la que dé mejor resultado. Un sistema de alto rendimiento es como una bola de cristal; permite, hasta cierto punto, modelar y predecir el futuro, y ver cosas que de otra forma serían imposibles. No podemos hacer colisionar dos galaxias para hacer experimentos, pero sí construir un modelo en un superordenador y ver qué pasa.
-Los grandes centros de datos se enfrentan a críticas por el elevado consumo de recursos como el agua y la electricidad. ¿Qué se puede hacer para mejorar la sostenibilidad de estos sistemas?
-Necesitamos que nuestros programas usen menos de estos recursos tan importantes. Pero hay que tener en cuenta que, si el problema tiene la suficiente importancia, debemos hacer esa inversión en equipamiento como en energía para obtener soluciones. Hay que buscar un término medio. Los superordenadores permiten hacer cosas que de otra forma serían imposibles, pero tienen un coste. El que hay en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, por ejemplo, que se llama Frontier, puede hacer un trillón de operaciones por segundo, un número increíble, difícil de imaginar. Pero es caro. Solo el ordenador cuesta 600 millones de dólares. Y consume unos 20 megavatios. Si yo consumiera un solo megavatio en mi casa en un año, me llegaría una factura de luz de un millón de dólares. Y en Europa la electricidad es más cara. Pero este es el precio que hay que pagar para acceder a estos instrumentos que permiten hacer avanzar la ciencia. La bola de cristal que nos permite ver el futuro.
-¿Cómo ve el futuro de la supercomputación y la inteligencia artificial en la próxima década? Parece que nunca dejamos de estar 'a dos o tres grandes saltos' de logros como una inteligencia artificial general (AGI).
-Uno de los grandes cambios con respecto a décadas anteriores es que ahora sí tenemos el poder de computación suficiente como para poder intentar resolver estos problemas. Antes no se podía. Ahora sí. Somos capaces de construir modelos mucho mejores. Además, creo que en el futuro la arquitectura de los ordenadores volverá a cambiar. Los de hoy están compuestos básicamente de dos unidades, la de computación (CPU) y la de gráficos (GPU), y en muchos casos ya se combinan en una sola. En la próxima generación podríamos ver unidades de computación neuromórfica, a imitación del cerebro humano, o de procesamiento óptico, que pueden trabajar a la velocidad de la luz, o incluso ordenadores cuánticos. Seremos capaces de construir las máquinas en función de lo que necesitemos de ellas. Creo que puede haber avances importantes en esta dirección.
-ADIA Lab implica la colaboración en investigación entre diferentes países. ¿De qué manera puede lograrse un beneficio para todos los actores implicados pese a la diferencia entre las condiciones de partida, ya sean científicas, económicas o de otro tipo?
-ADIA es una institución inversionista de Emiratos Árabes, y usa el dinero que obtienen del petróleo. Saben que eso no va a durar para siempre y buscan planes alternativos para la enorme riqueza de la que disponen hoy. Lo que hace ADIA es investigación. En la investigación nadie te garantiza un resultado positivo. Siempre se lo digo a mis estudiantes: si investigas, tienes que estar preparado para fracasar. Probamos cosas. Unas funcionarán, otras no. Y eso está bien. Eso es lo que hacemos en ADIA. No solo con el cambio climático, también en campos como la salud o la economía digital.
-El poder en el mercado tecnológico está muy concentrado en empresas estadounidenses. ¿Cree que la Unión Europea debería buscar su soberanía tecnológica?
-Yo soy un científico, y lo que quiero es que la ciencia avance. No pienso en términos de países. Los científicos queremos investigar, hacer experimentos, comprobar que estos pueden reproducirse, publicar los hallazgos y que otros hagan cosas mejores que nosotros. Es el movimiento positivo de la ciencia. A veces hay países que creen que deben restringir eso, como pasa con el enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Eso ralentiza los avances, pero nunca los detiene. Siempre es cuestión de tiempo. En general, es un esfuerzo inútil, simple tacticismo.
-Jen-Hsung Huang, el consejero delegado de Nvidia, dice que en unos años no harán falta programadores porque serán las inteligencias artificiales las que escriban el código. ¿Exagera?
-Hay parte de verdad en eso. Los ordenadores podrán escribir mejores programas que nosotros. Pero la creatividad, la experimentación, son cosas netamente humanas. El programador básico podrá ser sustituido por una inteligencia artificial. El investigador, el que conoce la teoría, el que desarrolla nuevos algoritmos, no.
-¿Es usted defensor del solucionismo tecnológico o, como propone la nueva serie de Netflix, 'El problema de los 3 cuerpos', el desarrollo sin control de la tecnología podría ser el principio de nuestro fin?
-Las herramientas que estamos creando van a tener utilidades en el futuro que ahora mismo no imaginamos. El desarrollo de la tecnología no se ha detenido pese a la crisis. Necesitamos gente inteligente que nos guíe hacia un futuro mejor. Sigo siendo optimista. Las ciencias de la computación son el campo de estudio que hoy está más preparado para afrontar los desafíos que nos depara el futuro.
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