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Manuel J. Tello
Lunes, 27 de marzo 2023, 20:43
El fondo del mar está más lleno de lo que podemos imaginar. En algunas zonas hay tantos cables submarinos que cabe ni uno más tubos. Por ejemplo, en Países Bajos y Dinamarca, el numero de aerogeneradores marinos está limitado, al no poder instalar más cables ... para que la energía eléctrica producida pueda llegar a tierra.
Los primeros en instalarse fueron los cables submarinos de comunicación. El primero atravesó el Canal de la Mancha en 1842 para la conexión telegráfica entre Gran Bretaña y Francia. El primer cable transoceánico, también telegráfico, conectó Terranova e Irlanda. Hubo que esperar hasta 1956 para la instalación de la primera línea telefónica transatlántica. El siguiente hito fue la instalación del primer cable con fibra óptica, una tecnología compleja, pues requiere intensificar, muchas veces, la señal óptica a lo largo del recorrido. Posteriormente, empezaron a instalarse cables eléctricos, de control, de monitoreo de señal…
Actualmente, hay más de 378 instalaciones de cable con una longitud que supera los 1,2 millones de kilómetros. Además, se están instalando 74 más, con 300.000 km. de longitud y una inversión de 9.000 millones de euros. Uno se puede preguntar, ¿qué pasa con los satélites? Solo cubren una parte de la demanda. La fibra óptica submarina es la principal autopista de internet.
Las otras grandes instalaciones de los fondos marinos son los tubos submarinos que se utilizan, mayoritariamente, para el transporte de agua de mar, productos de petróleo, gas… De ellos, por su interés económico y por el gran número de instalaciones, destacan los oleoductos. Los oleoductos submarinos son el salvavidas en la explotación de los recursos marinos de petróleo y gas. Además, son el medio más rápido, seguro, económico y fiable para el transporte continuo de petróleo y gas. De hecho, se instalan oleoductos marinos para transportar gas en lugares en los que podría ir por tierra.
Tanto los cables como los oleoductos submarinos necesitan unas garantías de seguridad muy altas. Estas estructuras dependen de sus instalaciones en los fondos marinos, que no son una superficie plana (tienen depresiones, rocas, montañas...). Por eso, hay que planificar las rutas, en función de si se pueden enterrar o sujetar fuertemente al fondo. Además, hay que evitar problemas con la pesca, como las anclas, y también los terremotos en ciertas ubicaciones. Es decir, en la instalación de un cable o un oleoducto se necesita un estudio previo de su posible recorrido.
Esto se hace con aparatos sofisticados que permiten obtener toda la información del fondo marino. Asimismo, estas tecnologías tienen sensores que dan cuenta instantánea de un problema, para abordarlo inmediatamente. Cuando las instalaciones quedan obsoletas, en muchos casos hay que eliminarlas, especialmente los cables.
Además, estas instalaciones deben tener garantías evitando la corrosión y ruptura, para lo cual se utilizan aceros y polietileno de alta densidad. En el caso de los tubos se emplea, con frecuencia, hormigón, para proporcionar peso y protección mecánica al revestimiento contra la corrosión, así como para darle suficiente estabilidad bajo la carga de las olas y las corrientes oceánicas. En definitiva, estamos ante un mundo submarino, casi desconocido, pero con un interés económico fundamental y que necesita tecnologías muy avanzadas.
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