Secciones
Servicios
Destacamos
Colpisa
Martes, 5 de diciembre 2023, 16:24
En Tony Arellano, la frontera entre la realidad y ficción es tan etérea como la neblina con la que el Tajo envuelve Toledo en las húmedas mañanas de otoño. En la vida real, Tony es un artesano que forja espadas artesanas a la manera tradicional ... en su taller a las afueras de la ciudad; en la ficción, en el personaje que encarna en Puy du Fou, Tony es Antonio de Vivar, el espadero que forjó los aceros que El Cid utilizó en sus batallas. Pero realidad y ficción no están tan lejos.
«Pertenezco a la quinta generación de los Arellano como forjadores aquí, en Toledo. Ese es mi legado corto, el que he podido rastrear. Pero hay una leyenda muy bonita que dice que es posible que yo sea el heredero de quien forjó las espadas de El Cid –asegura junto al fuego de su fragua una fría tarde de otoño–. Mi apellido viene de Arellano, un pueblecito de Navarra dedicado históricamente a la forja. De allí, una parte de la familia, bajó a Burgos y, por cronología, es posible que estuvieran allí en tiempos de El Cid. Por mucho que he indagado no he sido capaz de encontrar nada que lo corrobore, pero podría ser…».
«Tony Arellano es una de las personas más acogedoras que he conocido en Toledo. Es un apasionado de su oficio y le encanta enseñar a mayores y pequeños los secretos de este arte ancestral. Cuando llegué aquí quise conocerlo, me enseñó su taller y le propuse hacer estas maravillas en Puy du Fou. Dijo que sí y le montamos una forja en toda regla para que pudiese trabajar en el parque y exponer su trabajo al público», asegura Erwan de la Villéón, CEO de Puy du Fou España, una de las compañías integradas en Líderes con Propósito, la comunidad de empresas lideradas por Vocento que se gobiernan desde el propósito corporativo y en la que también están Havas Media Network España, HM Hospitales, Iberostar, IKEA, L'Oréal, Mahou San Miguel, Novartis, Salesforce, Santander, Telefónica y Tendam.
«Erwan me contactó en 2018, me contó el proyecto y como no tenía ni idea de qué me estaba hablando y no quería locuras, me fui a Puy du Fou Francia a ver qué era aquello –asegura Arellano–. Según salí, y sin saber siquiera lo que iba a pasar, le dije que sí y apalabramos que yo sería el espadero del parque».
El propósito de Puy du Fou España está meridianamente claro: emocionar y enamorar a la gente con su propia cultura. Eso, a juicio de su CEO, «pasa por los espectáculos y por la puesta en escena en general del parque, pero también por dar a conocer al público estos oficios magníficos, antiguos, tradicionales, como el de los espaderos toledanos. Tony Arellano no es un actor, es un forjador de espadas de verdad que está en el parque para explicar y enseñar su maravilloso oficio».
El CEO de Puy du Fou España tiene claro que ellos no son historiadores y que el parque no es un museo. Pero sí considera que una de sus misiones es salvaguardar la historia y la cultura. «De alguna forma, queremos ser una catedral, un himno, un lugar de memoria de la cultura toledana y española», señala. Y la recuperación de oficios tradicionales es una manera de honrar esa memoria. Porque la forja tradicional toledana no es la única artesanía que tiene su espacio en Puy du Fou.
La elaboración del mazapán no está en peligro de extinción en Toledo, «pero encontrar un obrador de verdad, que lo prepare de forma artesanal, no es tan sencillo», señala De la Villéon. Para mostrar esa otra gloria toledana, Puy du Fou también cuenta con un artesano del obrador Santo Tomé. También hay un damasquinador, un alfarero y un guarnicionero de los Montes de Toledo que elaboran sus productos en vivo, pastores que cuidan de los rebaños a la manera tradicional, cetreros y hasta un amanuense iluminador, Maese Alfonso, que recupera el arte de la caligrafía y la ilustración. «Todo esto forma parte de lo que queremos que sea Puy du Fou –explica De la Villeón–. Y no hay ninguna ambigüedad. Puy du Fou es un espectáculo y espectacular, pero esto no quiere decir que sea todo falso y cartón piedra; más bien al contrario».
Otra forma que tiene Puy du Fou de salvaguardar el patrimonio toledano es el consumo en el parque de productos de kilómetro cero. «En los puestos y talleres del parque vendemos productos auténticos y tradicionales, como velas de cera de abeja, quesos, cecina, aceites… Todo traído de proveedores locales, de la zona –señala Erwan de la Villéon–. Nosotros queremos trabajar con la gente que está cerca y que sabemos que lo hace de forma auténtica. De hecho, la mayor parte de los productos que se venden o los que se comen en nuestros mesones y casonas, son de kilómetro cero, próximos y auténticos, pues creemos en esa gente que trabaja amando sus rebaños y creyendo de verdad en la naturaleza. Estos productos de gran calidad son los que nos interesan».
Prácticamente todos los productos de Puy du Fou cumplen con este doble criterio autoimpuesto: proximidad y autenticidad. «Incluso en La dulcería vendemos caramelos de miel tradicionales, mermeladas artesanas… Todo eso hace que la gente viaje hacia el interior, hacia sus raíces», apunta De la Villéon.
Pero Puy du Fou no es solo un escenario ni una recreación de una época de la historia en la que en Toledo convivieron, más o menos en paz, judíos, musulmanes y cristianos; de una ciudad que durante 42 años, de 1519 a 1561, fue capital de España; del lugar donde Carlos III decidió instalar la Real Fábrica de Armas Blancas en 1761 para sumunistrar armamento a los ejércitos españoles… Puy de Fou es también un parque que se engrandece con sus espectáculos. Y ahí, Tony Arellano, el maestro espadero de Vivar, tiene mucho que decir.
«En los espectáculos, la mayoría de las espadas son nuestras –señala Arellano–. En El misterio de Sobarces, todo es nuestro; en A pluma y espada, el espectáculo de esgrima escénica entre Lope de Vega y Fernán Gómez, también; hay piezas nuestras en El último cantar y El sueño de Toledo, y hemos hecho piezas para Puy du Fou Francia. Y la mayoría de los aceros que decoran los restaurantes también han salido de esta forja».
Al pie de ese mismo fuego alimentado con carbón mineral, del que el acero sale a unos mil grados de temperatura, fue donde el pequeño Tony Arellano aprendió el oficio de su padre. Igual que este lo aprendió del suyo. Y este del suyo. Y así, generación tras generación. «Aprendí de manera muy natural. Mi padre hizo algo muy bueno conmigo: me obligó a ir al taller, a limpiar, a recoger, a mirar cómo trabajaba mi abuelo, a empaparme de todo, pero nunca me obligó a ejercer».
Cuando llegó el momento, Tony dejó aparcados el fuego y el acero y se matriculó en la carrera Gestión y Administración de Empresas. Y la acabó. Pero el veneno de la fragua ya lo había agarrado, y cada vez que tenía tiempo libre volvía a echar una mano a su padre. Y la vocación y la pasión pudieron más que la cabeza. «Yo no creía que me fuera a dedicar a esto, porque había visto sufrir a mi padre en diferentes crisis y vi cómo el negocio en las tiendas de Toledo ha ido cada vez a menos», señala Tony. Pero la pasión es tozuda.
En Toledo, ya solo quedan unos pocos artesanos espaderos que siguen encendiendo sus fraguas cada día; la exigencia es muy grande y el nicho de mercado, corto. Artesanías Arellano es una de ellas. «Lo hemos conseguido porque nos hemos sabido adaptar haciendo muchas cosas: trabajamos para el cine, para los espectáculos de Puy du Fou y para decoración de castillos; hacemos armas para combates medievales, lucha histórica y recreaciones; y luego hemos ido a hacer exhibiciones por todo el mundo: yo he estado cinco meses en Arabia forjando espadas en medio del desierto y también en Estados Unidos –señala Tony Arellano–. Al final hemos sabido coger muchos poquitos para mantenernos».
Pero lo que ha dado estabilidad a su taller, en el que hoy trabajan cinco personas, es Puy du Fou. «En el parque, inicialmente, yo tenía un puesto, una forja, en la que mostraba mi trabajo y, como me gusta hablar, yo le contaba mi historia y la de esta artesanía a quien me preguntaba –explica Tony Arellano–. En un momento dado alguien me oyó y pensó que estaría bien que contase a grupos eso que ya estaba contando de forma particular. Les pedí un micrófono y en 2022 creamos un miniespectáculo de diez minutos. A día de hoy dura 35 minutos en los que yo cuento quién soy, de donde viene mi familia, la historia de la espadería toledana y hago una demostración de forja, y ya es un espectáculo más del parque. Y la gente lo aprecia mucho porque yo no soy un actor, sino alguien que vive lo que está contando y que tiene una pasión interna que es defender este legado».
La plaza de Zocodover, que no hace tanto fue el epicentro comercial de la artesanía toledana, hoy es un bazar donde abundan las copias industriales y escasea la tradición. «Verlo me duele un poco, igual que a todos los toledanos», señala Erwan de la Villéon, que sueña con recuperar el esplendor que una vez tuvieron los espaderos toledanos como los Arellano. Aunque Tony, el último de la estirpe, no es muy optimista: «La recuperación de esta artesanía es complicada, pero el trabajo de Puy du Fou y el mío es proteger y defender la entidad de la espada toledana, y recuperarla emocionalmente». Pero, incluso con dificultades, asegura que es feliz: «Yo siempre digo que no me voy a hacer rico con esto, pero me puedo dedicar a algo que me apasiona todos los días mi vida. Y eso no está pagado».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.