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José Mari Reviriego | isabel ibañez
Domingo, 6 de noviembre 2022, 01:32
La urgente necesidad de frenar el calentamiento global y de recortar de raíz las emisiones contaminantes constituye la cuestión más trascendental que se dirimirá desde este domingo en la cumbre climática de Sharm el-Sheikh (Egipto). Una conferencia que llega marcada por el pesimismo. Se celebrará con una guerra a la vuelta de la esquina, en Ucrania; tambores de conflicto también en la península de Corea y en plena crisis energética y con los efectos aún calientes de un verano que ha reventado todos los récords de temperatura conocidos. El dilema es cuánto somos capaces de prever que subirá la temperatura del planeta, si el grado y medio previsto hasta ahora o llegará a los 2,5 grados que apuntan otras previsiones actualizadas.
O lo que es lo mismo, si pasaremos de un escenario que nos permitiría soportar, aunque sea de mala manera, las embestidas del cambio climático a otro abierto de par en par a la irrupción de fenómenos meteorológicos extremos. Para algunos, al peligro catastrófico.
Estas son las cinco claves de una cita con muchos nubarrones y solo algunos apuntes para la esperanza.
1
La nueva conferencia de la ONU está llamada a frenar el galopante aumento de las temperaturas con un acuerdo que comprometa al mayor número posible de países, sobre todo a los más contaminantes –Estados Unidos, China, India y la Unión Europea–, en la descarbonización del planeta.
El objetivo global es reducir las emisiones un 45% en 2030 y cero neto en 2050.
31 países y 11 fabricantes de vehículos se comprometieron en Glasgow a culminar la transición a cero emisiones en 2035.
Un reto más que complicado de cumplir porque llega condicionado además por la invasión rusa en Ucrania. La guerra añade más drama e incertidumbre a la lucha contra el cambio climático al cambiar el foco de atención y poner más cara la búsqueda de consensos amplios en el delicado equilibrio geoestratégico internacional. Ya la anterior conferencia, celebrada hace un año en Glasgow, constató que la unidad política se derrite antes que los propios glaciares, que ya es decir –los alpinos han perdido 30 metros de espesor desde 1997–. Doscientos países se conjuraron entonces para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de contener el calentamientodel planeta en 1,5 grados centígrados. Y casi nada más acabar no les salían los números.
China, el mayor emisor – el 26,1% del total planetario– aspira a llegar al máximo antes de 2030 y al cero neto en 2060. Mientras India, quinto emisor, promete neutralidad en 2070. Ninguno de los máximos dirigentes de esos países participó en la cumbre de Glasgow. Tampoco Putin, a quien no se le espera en esta ocasión, pero su sombra quizá sea ahora más alargada.
2
La crisis energética desatada por la invasión rusa ha puesto en alerta a Naciones Unidas, que advierte de que muchos países pueden verse obligados a crearse una nueva dependencia de los combustibles fósiles (el gas, el crudo y el carbón) suministrados por Rusia casi a modo de chantaje, dado que el resto del mundo tiende a cerrar el grifo a las importaciones rusas. EL propio secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha alertado de que el tablero se ha vuelto caótico por la irrupción de la variable bélica.
António Guterres
Secretario general de Naciones Unidas
La invasión militar rusa en Ucrania y el ambiente bélico de la política de bloques han provocado que los precios energéticos se hayan disparado hasta máximos históricos, desestabilizando la economía global, y que muchos gobiernos tengan la tentación de desandar el camino de las energías limpias y renovables. Como alternativa urgente, buscan recuperar soluciones que en algunos países estaban ya en clara retirada, como la reactivación de las centrales de carbón. O la ampliación de las centrales atómicas.
La Comisión Europea defiende que, a raíz de la invasión rusa de Ucrania, es necesario acelerar la transición energética, aunque sea haciéndolo con una controvertida etiqueta: la inclusión del gas y la energía nuclear entre las actividades consideradas como sostenibles. Bruselas cree que así las inversiones se alejarán del carbón.
La combustión de carbón representaba el 26,8% del carburante del mundo en 2019. Es culpable de un tercio del aumento de la temperatura.
3
Los efectos del calentamiento llevan mucho tiempo entre nosotros, pero nunca han sido tan evidentes como ahora. Sólo hay que recordar cómo ha sido este verano, en el que se han encadenado olas de calor extremo con temperaturas que se asoman a los 50 grados, sequías sin precedentes que han dejado imágenes brutales –embalses vacíos en los que afloran fantasmales ruinas sumergidas o el Rhin convertido en un arroyo– y virulentos incendios en media Europa. O el anterior verano, con graves inundaciones en Alemania y Bélgica.
La temperatura aumenta en Europa más del doble que el promedio mundial.
Sicilia registró 48,8 grados en 2021 y el cuerno de África suma varios años de sequías, mientras Europa occidental registra fuertes inundaciones y los incendios arrasan tres millones de hectáreas de bosques en Siberia, que llega a los 38 grados de temperatura.
El ritmo de aumento de la temperatura de los océanos se ha multiplicado por dos desde los últimos 50 años
El impacto de las energías fósiles provoca más muertes por calor y propagación de enfermedades infecciosas.
La contaminación mató hace tres años en el mundo a más de 9 millones de personas, más que todas las víctimas anuales juntas por guerras, terrorismo, sida, tuberculosis, malaria y consumo de drogas y alcohol.
Los científicos calculan que en Europa la reducción de emisiones podría evitar 138.000 muertes prematuras.
Junto al Mar Rojo, la cumbre de Egipto retratará a los que creen que aún hay motivos para la esperanza –la UE ha recortado un 31% sus emisiones entre 1990 y 2020– y a los que consideran que estas citas son ya poco menos que «una estafa», como sostiene la activista Greta Thunberg, que dará plantón a la ONU y no acudirá ni siquiera a protestar. Porque las acciones de protesta serán reprimidas con dureza, ha advertido el régimen de Al Sisi.
«Las conferencias climáticas se han convertido en una ocasión para que los poderosos mientan, engañen y hagan el lavado verde», dice la joven activista, artífice del movimiento Fridays for Future.
4
Hoy ya son muchas las voces cualificadas que se dan con un canto en los dientes si el calentamiento global no rebasa la frontera de los 2 grados, sabiendo que eso ya entrañaría algunos efectos devastadores para el medio ambiente y la calidad de vida de la humanidad. China, Estados Unidos y la Unión Europea emiten juntas casi la mitad de todas las emisiones contaminantes. Pero continúan aumentando y tampoco hay garantías de que los compromisos adoptados se puedan alcanzar. Según el estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de agosto de 2021, «a menos que se produzcan reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala de las emisiones de gases de efecto invernadero, la limitación del calentamiento a 1,5 °C será inalcanzable».
Hay 100 millones de personas más en situación de inseguridad alimentaria grave que en el periodo 1981-2010.
3.600 millones de personas viven en «contextos altamente vulnerables».
El cambio climático hace 20 veces más probable la sequía extrema de este verano en Europa.
Una alianza de bancos, compañías de seguros y gestores de fondos de 45 países fijó en Glasgow una partida de más de 100 billones de euros para inversiones asociadas a la transición verde.
La ONU, a través de su última programa sobre medio ambiente, subraya que los efectos extremos del clima que están sacudiendo con mayor frecuencia el planeta se producen con un calentamiento de 1,1 grados respecto a los niveles preindustriales. Pero incluso en el mejor de los escenarios posibles, y si nadie le pone remedio, la Tierra camina por el lado salvaje de los 2,5 grados.
5
Aportando dosis de optimismo, «mejor dicho esperanza», está Mar Hidalgo, investigadora del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), experta en la relación entre cambio climático y seguridad: «Intento ver siempre las cumbres con esperanza, pero es verdad que esta se da en un contexto muy complicado, porque, a lo mejor no va a resultar fácil alcanzar acuerdos teniendo en cuenta las discrepancias que ahora mismo se están generando por la guerra de Ucrania».
Sin embargo. Hidalgo da la vuelta a los problemas: «Hemos visto la cara del cambio climático con las temperaturas tan elevadas que hemos vivido, por ejemplo, en la Unión Europea, y que nos hacen plantearnos realmente los riesgos físicos. Y eso es un buen punto de partida para tomarnos todo esto en serio y actuar», dice, en referencia a que el miedo podría suponer un acicate. En cuanto a la guerra, admite que puede suponer un retroceso, «porque en la cumbre de Glasgow parecía que ya no se iba a apostar por los combustibles fósiles y ha habido que recular al necesitar energía».
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