Las materias primas están situadas en suelo europeo, donde España es uno de los terrenos más 'fértiles' en este sentido, los planes para «convertirse en una potencia mundial» están claros, pero «Europa puede perder la carrera por las baterías», según el Tribunal de Cuentas Europeos ... en una advertencia lanzada este lunes. ¿Qué falla?
La duda, según los expertos comunitarios, se edifica sobre tres pilares: acceso a las materias primas, aumento de los costes y la intensa competencia mundial. «Los esfuerzos pueden revelarse insuficientes para satisfacer la demanda», destaca el texto del Tribunal de Cuentas Europeo.
Los planes comunitarios establecen que cada coche nuevo vendido dentro de las fronteras de la Unión Europea a partir de 2035 ha de ser eléctrico. En la actualidad, uno de cada cinco vehículos matriculados es enchufable. «Esto hace que las baterías sean un imperativo estratégico», revela el informe.
Sin embargo, la capacidad industrial europea en este sector «está muy lejos de sus competidores». En la actualidad, China monopoliza la construcción de estas pilas y, además, la UE depende mucho de las importaciones de materias primas, concentrada principalmente en unos pocos países con los que no existe acuerdo comercial: el 87 % de su litio no procesado viene de Australia; el 80% del manganeso, de Sudáfrica y Gabón; el 68 % del cobalto no procesado, de la República Democrática del Congo; y el 40 % del grafito natural no procesado, de China.
«La capacidad industrial europea está muy lejos de sus competidores»
Europa dispone de varias reservas mineras, pero su producción tarda al menos entre 12 y 16 años desde su descubrimiento, lo que imposibilita una rápida respuesta al aumento de la demanda. «Europa no debe terminar en una situación de dependencia como ha ocurrido con el gas natural; su soberanía económica está en juego», afirma Annemie Turtelboom, miembro del Tribunal responsable de la auditoría.
En 2018, la Comisión Europea publicó un plan de acción estratégico sobre las baterías para impulsar la apuesta de la UE por convertirse en una potencia mundial en esta industria. Una hoja de ruta en la que Bruselas proporcionó, en gran medida, los instrumentos clave del plan de apoyo al sector, como el liderazgo estratégico, la legislación y la financiación.
Entre 2014 y 2020, el presupuesto de la UE proporcionó a la industria de las baterías al menos 1.700 millones de euros en subvenciones y garantías de préstamos, que se suman a unas ayudas estatales autorizadas de hasta 6.000 millones de euros entre 2019 y 2021, destinadas principalmente a Alemania, Francia e Italia. Sin embargo, los auditores observan que la Comisión Europea no tiene una visión general del apoyo público a la industria, lo que dificulta una coordinación y una orientación adecuadas.
«Los fabricantes de baterías pueden abandonar la Unión Europea en favor de otras regiones, en particular Estados Unidos, que les ofrecen enormes incentivos», advierten. A través de la Ley de Reducción de la Inflación promulgada por la Administración Biden, Washington subvenciona directamente la producción de minerales y baterías, así como la compra de vehículos eléctricos fabricados en este país con componentes estadounidenses.
«Los fabricantes de baterías pueden abandonar la Unión Europea en favor de otras regiones, en particular Estados Unidos, que les ofrecen enormes incentivos»
Además, los auditores también critican la falta de objetivos cuantificados y acotados en el tiempo. Se esperan unos 30 millones de vehículos de emisión cero en las carreteras europeas para 2030 y, posiblemente a partir de 2035, casi todos los vehículos nuevos matriculados se propulsarán con baterías.
Sin embargo, «la actual estrategia comunitaria no tiene en cuenta la capacidad de su industria de baterías para satisfacer esta demanda», revela la investigación. En general, los auditores señalan los dos escenarios más pesimistas si la capacidad de producción de baterías de la Unión Europea no crece según lo previsto.
El primero es que Bruselas tenga que retrasar su prohibición de los vehículos de combustión hasta después de 2035, incumpliendo así sus objetivos de neutralidad de carbono. El segundo es que, para lograr una flota con cero emisiones en 2035, dependa en gran medida de baterías y vehículos eléctricos importados, en detrimento de su industria de automoción y mano de obra.
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