De acuerdo con el Informe de Consumo Alimentario 2021 presentado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el pasado año los consumidores españoles redujeron en un 5,7% el volumen de consumo de alimentos, aunque en valor creció ligeramente. Esta ligera subida, solo un ... 0,5%, es un indicador de prudencia y cierto recelo por parte de la población, que no echó las campanas al vuelo; ya se veían las orejas al lobo. Ahora, solo en los cinco primeros meses de 2022 la venta en volumen ya ha caído hasta el 11%

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En esta situación alimentaria, la posibilidad de que la industria elabore los mismos productos, reduciendo ligeramente el tamaño o gramaje de los mismos, se plantea como una alternativa real para poder amortiguar la reducción de márgenes y paliar algo la crisis del sector. Es lo que se ha venido a llamar reduflación. Recordarán que hace algo más de cinco años y en otro contexto económico, la multinacional Mondelez, fabricante de Toblerone, decidió aumentar el espacio entre las pirámides de chocolate de esta célebre chocolatina, consiguiendo así pasar de 170 a 150 gramos en su formato tradicional, abaratando sus costes de producción. Esto desató una intensa crítica entre los amantes de este producto a través de los canales sociales.

¿Es esto criticable? La realidad es que estamos sobrealimentados y que reducir la dosis de muchos alimentos transformados sería, en muchos casos, también bueno para la salud. En definitiva, pagaríamos lo mismo mejorando nuestra salud y disfrutando de igual manera, ya que en buena parte de los alimentos, el placer no nos lo proporciona el tamaño de la dosis que consumimos. ¿Que la industria ganaría más? Quizás en una situación normal, desde luego no en la actual, pero seguro evitaría reducir costes por otro lado, como los de personal. Por tanto, una estrategia, cuanto menos digna de ser planteada, sobre todo si se acomete con transparencia.

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