La obsesión por el estudio explica el entusiasmo que desplegamos desde el inicio de nuestra vida profesional en Haro. Por ese mismo impulso íntimo, continuamos estudiando.

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Pronto, allá por 1958, nos plantemos, como técnico, la bifurcación vital: trabajar por dinero o por el conocimiento. La ... decisión fue fácil. El pensamiento puede transformarse, por necesidad, en dinero. De este modo, los 44 años de vida profesional han sido, sin moverme de Haro, un largo camino del pensamiento.

Pero el camino del pensamiento suscita temor y reacciones adversas, a veces. Es fácil de entender, si consideramos que lo frecuente es basarse en el dinero. Hemos de considerar que la Segunda Guerra Mundial ha dejado dos taras mentales generales. Una, que aún hoy no puede hablarse de Alemania sin advertir del peligro nazi; y otro, que las grandes operaciones como la de EE UU entonces, solo era entendible por el gran capital. Dos tópicos.

Hoy vivimos una crisis en nuestro vino que parece consecuencia de una general pero que, en origen, parte de un error: suponer homogéneo el suelo de Rioja. Y, para aumentar el desconcierto, se pasea gente del saber, entre nuestras viñas, diciendo: «¡Hay que revisar las Autonomías!» Acaso si las decisiones democráticas en Rioja hubieran podido tomarse dos años antes hoy estaríamos mejor.

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Pero preocupa la base productiva de uva. No es ya que sea desigual. Es que, por nuestros estudios, peligra como estructura el suelo. Sobre todo en el arcillo-calcáreo que es el suelo viejo. La obsesión productiva ha ensalzado el suelo joven y, por lo tanto, no basta el concepto de viñedo viejo. Es preciso buscar el viñedo viejo en suelo viejo.

Si utópicamente perseguimos lo mejor para el vino de Rioja, intentaríamos crear un centro de estudios del suelo de las viñas en San Vicente de la Sonsierra para, al menos abandonar los suelos nuevos (cuaternario) y llevar la viña a las alturas, a las laderas. Realmente la calidad de la uva está más ligada al «espinazo», Cellorigo-Moreda, que a los ríos que son un lastre para la calidad. Una vez más reiteramos: «Los libros y el estudio son para toda la vida».

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