«Es un trabajo muy sujeto, pero antes era más duro todavía»

Se podría decir que el najerino José María Muntión Ibáñez ha mamado el oficio de ganadero de ovino y, por lo tanto, el pastoreo. Según cuenta, «llevo toda la vida prácticamente en ello». Ahora tiene 58 años y desde que acabó la escuela «me dedico profesionalmente a ello», aunque matiza que «antes ya cuidaba el rebaño con mi padre los sábados y domingos».

Toda su vida entre ovejas, ahora, entre él y su hermano manejan «unas 1.200 ahora mismo» y en otros tiempos, «cuando mi madre y mi hermana tenían la carnicería», ellos se encargaban de abastecer de corderos el negocio familiar de venta de carne.

Desde su comienzos a ahora señala que el oficio «ha cambiado», no en lo fundamental, que es salir a diario con el rebaño para que se nutra de los pastos naturales, sino en otras labores que se llevan a cabo en los corrales donde duerme el ganado.

«En eso ha cambiado mucho, porque la limpieza de las naves donde se guardan las ovejas había que hacerla a horquillo, retirar todo el estiércol con la paja y demás a mano, ahora con la pala y el tractor es más fácil», indica.

También agradece que «ahora, con los comederos automáticos que hemos puesto para las ovejas parideras, se les da de comer en cinco minutos, cuando antes igual tenías que estar hora y media en esa labor».

Asegura que le gusta su oficio no solo porque, reconoce, «deja bastante dinero, que era aún más cuando mi madre tenía la carnicería»; también porque, según afirma, cuando la meteorología es adversa para estar a la intemperie, «nos vamos para casa y ya está».

No obstante, advierte que es un trabajo «muy sujeto» y eso que, al contrario que lo que hacía su padre, «que se levantaba a las seis de la mañana para ir a matar las reses», él no ha tenido nunca que ir a realizar esa labor. Aunque a él no le afecta, sabe de los problemas que hay con el lobo en la sierra y por eso no le extraña que encontrar nuevos pastores «no sea fácil».