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La trayectoria reciente del sector de la seta y el champiñón supone un caso único en La Rioja. Mientras que la gran ... mayoría de cultivos menguan año a año, este puede presumir de duplicar sus cifras de producción en los últimos 20 años y de posicionarse como el segundo sector de mayor importancia económica en la economía agrícola riojana, superando en el año 2016 los 120 millones de euros de valor. Solamente le supera el sector vinícola y está muy por encima de otros cultivos de gran importancia como los cereales o la pera. Uno de los elementos claves para mantener esa buena salud en tiempos recientes ha sido el Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón de La Rioja (CTICH), que trabaja de la mano del sector en la innovación y el desarrollo.
El CTICH fue puesto en marcha por el Gobierno de La Rioja en el año 2003 y está gestionado por la Asociación Profesional de Productores de Sustratos y Hongos de La Rioja, Navarra y Aragón (ASOCHAMP). Es por lo tanto, el núcleo del sector, centrando su trabajo en cuatro grandes áreas: la formación a los asociados y la profesionalización; la representación del sector como sede; el servicio analítico a las plantas productoras, midiendo parámetros de calidad; y la investigación y el desarrollo, la vertiente más importante. «Somos un centro pequeño y muy especializado», comenta Margarita Pérez, directora del CTICH, que por otra parte habla de la evolución de unas instalaciones que han aumentado en tamaño, equipamiento y posibilidades, y en las que actualmente cuenta con catorce trabajadores.
El centro, que realiza investigación tanto propia como por encargo privado, abarca todas las etapas del cultivo y del compostaje, permitiéndole llevar a cabo numerosos ensayos con metodologías diferentes, variedades de setas y hongos desconocidas en nuestro mercado y buscando las condiciones óptimas para cada caso. Esto se incluiría en una de las principales facetas del CTICH, la de la producción, analizando sustratos, fitosanitarios, climatología, especies, fases de crecimiento... Otras labores de investigación se centran en la biotecnología y en las propiedades saludables y medicinales de las setas y los champiñones.
El día a día del centro cuenta con un trabajo rutinario, en el que destacan las analíticas de sustratos y hongos, que superan las 6.500 muestras al año. Una labor fundamental para mantener y potenciar la calidad de los cultivos. Sin embargo, en su vertiente más específica e innovadora es donde más lucen sus proyectos. Entre ellos destacan actualmente uno de gestión de sustratos postcultivo, con el que pretenden revalorizar el compost desde otros usos, como el de combustible para hacer biogás. Otras líneas de trabajo se centran en el aislamiento de las moléculas anticancerígenas de los hongos, en los análisis de la vitamina D y en la genómica de los cultivos y la extracción del ADN. En algunos de estos procesos trabajan junto al CIBIR. «Vamos desde lo más sencillo a lo más complicado», explica su directora.
Otro de los aspectos más llamativos es el de las numerosas variedades de setas y hongos que se cultivan experimentalmente en el CTICH: Seta de ostra rosa y amarilla, seta de chopo, oreja de Judas, seta pompom, reishi, seta coral... Una gran muestra del gran potencial de un sector con mucho terreno por descubrir, aunque «el paso de la experimentación con estas variedades a la producción y comercialización es complicado», apunta Margarita Pérez, que por otra parte incide además en la importancia de que todos los proyectos se conviertan en realidad: «Nos hemos movido en todos los ámbitos pero ahora estamos viendo más la parte comercial, que los resultados de nuestro trabajo tengan una aplicación».
La Rioja es la primera región productora del país de setas y champiñones pero todavía cuenta con un margen de mejora que debe ir ligado a un mayor consumo. «Nosotros también tratamos de promocionar el consumo y que se conozca algo más que el champiñón o la seta de ostra, por ello estamos presentes en muchas jornadas. Tenemos en España un consumo aún muy bajo en comparación con otros países europeos», detalla Margarita Pérez.
El CTICH se ha convertido en el motor de un sector que su directora define como «innovador y profesionalizado». Un centro dinamizador y de modernización que ha trabajado en más de treinta proyectos nacionales y tres europeos en sus años de vida, muchos de ellos ya trasladados a la realidad del sector. «Hacemos investigación práctica y aplicada y en ese terreno somos un referente en Europa», concluye Margarita Pérez.
Los datos confirman el peso del sector en el mundo agrario riojano. En el año 2018, La Rioja produjo 70.668 toneladas de champiñones, mientras que diez años atrás la cifra se situaba en las 56.220 toneladas. De esa producción del 2018, casi el 75% fue a parar a la industria asociada, mientras que el restante se destino al mercado en fresco. En el caso de las setas, en el 2018 se produjeron 6.815 toneladas, aunque su pico máximo fue en el 2005.
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