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Pasear entre Cuzcurrita y Foncea, al borde de la frontera burgalesa, permite estos días apreciar un paisaje de contrastes, entre el verde del viñedo, el veraniego ciego azul y los tonos amarillos más apagados del cereal y brillantes en los campos de girasoles. Precisamente ... estas dos localidades, junto a Grañón, acaparan la mayor parte del girasol riojano, al frescor riojalteño, sin contar con excesivo protagonismo en cuanto a cifras pero presumiendo de sus fortalezas como un cultivo sostenible e interesante como alternativa al cereal.
En este 2019 se cumple una década de aquel 'año dorado' del girasol. El aumento del precio, que duplicó al del trigo y la cebada, las ayudas de la PAC a este cultivo en su inicio y sus beneficios en la rotación hicieron que la superficie de girasol casi se cuadruplicase en La Rioja en el año 2009. De las 732 hectáreas del 2008 se pasó a 2.595 el año siguiente. Un auténtico furor por el girasol que volvió a la normalidad posteriormente, bajando las cifras hasta las 711 hectáreas cultivadas en el año 2018.
El girasol cuenta con numerosos beneficios que lo convierten en un cultivo interesante tanto para el agricultor como para el medio ambiente, tal y como explica Óscar Salazar, presidente de UAGR: «Es sostenible para el agricultor porque no necesita muchos cuidados y con una pasada de apero en invierno es suficiente. Por otra parte es beneficioso para la naturaleza, ya que apenas necesita fitosanitarios, fertilizantes ni abonos y se aprovecha principalmente de los cultivos que ha habido antes en esa tierra». En este aspecto, Salazar detalla también sus ventajas para las abejas, «ya que su floración llega en un momento tardío, en el que no suele haber flores en el campo».
El girasol es una planta especialmente idónea para la rotación de cultivos , «ya que rompe con el ciclo de las malas hierbas y limpia las tierras», apunta Óscar Salazar, lo que favorece a cultivos posteriores, como suelen ser el trigo o la cebada. Numerosos puntos a favor que le hacen ser «una alternativa al cereal», aunque difícilmente extensible a otras zonas de La Rioja debido a la humedad y el clima fresco que necesita la planta para ofrecer buenos rendimientos.
Pese a todos esos factores positivos el girasol no consiguió estabilizar su protagonismo en la región tras la expansión del 2009. Uno de los aspectos determinantes, como es síntoma general en el mundo agrario, es el de los precios y un mercado condicionado por factores incontrolables por el agricultor. «Hace dos años desapareció un comprador de girasol y ahora quedan muy pocos. Al ser menos se reparten el mercado y ofrecen unos precios muy bajos», denuncia Salazar. Otros de los problemas son la llegada de aceite de girasol desde los países del este así como los daños ocasionados en el cultivo por la fauna silvestre.
Actualmente el girasol se encuentra en su fase de floración, decisiva en su ciclo antes de que sus pipas sean recogidas entre los meses de septiembre y octubre. «Este año somos optimistas, parece que vamos a tener un precio bueno y esperamos buenos rendimientos. Las lluvias de estas semanas han llegado en un momento adecuado», detalla Óscar Salazar. Buenas noticias para un cultivo que presume de sus beneficios mientras demanda un mayor protagonismo.
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