La sequía reduce a la mitad la cosecha de miel prevista para primavera en La Rioja

Ante este panorama desolador la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) considera que las ayudas para la apicultura del decreto de sequía resultan «absolutamente insuficientes». Califica de «insultante» que un apicultor reciba 800 euros cuando solo el gasto de alimentación suplementaria de las abejas por la ausencia de floración asciende a 7.200 euros al mes en una explotación media de 400 colmenas.

COAG ha mostrado las previsiones por regiones y en el caso de La Rioja estima que se obtendrá la mitad de la cosecha de primavera respecto a 2022.

Señala que se ha trabajado el romero, pero habrá muy poca producción, 2-3 kilos por colmenas, porque en el inicio de la floración estas todavía no estaban preparadas. De tomillo no se espera cosecha alguna por el calor.

Respecto a la recolección tardía, de verano, incertidumbre es total al estar muy seca la sierra.

La organización añade que muchos productores que tienen la apicultura como un apoyo económico a otro trabajo, valorarán dejar esta actividad si se mantiene la situación.

Simón Ezquerro San José, apicultor de Pradejón y responsable del sector de la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja (UAGR) va más allá al decir que apicultores que tienen esta tarea como dedicación exclusiva se buscarán otra ocupación si no logran rendimiento. «Hemos oído que algunos lo dejaron a principios de 2023 porque no podían subsistir», comenta Simón.

«Ha sido un año muy malo por la sequía y además veníamos arrastrando la de 2022. A las colmenas les ha costado crecer y la producción de miel de primavera en algunos lugares de La Rioja ha sido nula», lamenta.

Afecta a todas las plantas que se secan al no llover y sufrir temperaturas altas. En esta época en la que se debería estar cogiendo miel, hay quienes han comenzado a trasladar las colmenas a zonas altas, adelantando las fechas habituales para la campaña de verano que también pinta mal. Los montes se han convertido en secarrales en toda La Rioja.

«Pedimos ayudas, pero es cierto que dependemos del campo. Si este no da, la abeja se va apagando» continúa para añadir: «En La Rioja Baja se suma el problema del abejaruco y en La Rioja Alta la vespa velutina».

«La abeja espabila cuando comienza a florecer el almendro. Este año empezó bien y de repente tuvimos mucho calor. El tomillo ni ha florecido, el romero dio algo, pero se paró por la sequía y apenas queda nada», dice el apicultor dedicado a la cría de abejas que distribuye a toda España.

«La primavera está perdida. A ver si llueve en condiciones para recuperar en verano, en zonas a partir de 900 metros. El sector está mal. Llevamos dos años que se venden explotaciones enteras cuando antes era difícil encontrar colmenas», termina.