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La campaña de la alcachofa en La Rioja se ha generalizado y el aumento de este producto conlleva una reducción de su precio de ... mercado. Según indica el servicio de Agricultura del Gobierno de La Rioja en su último boletín de precios agrarios, el cultivador ha pasado de recibir 3,5 euros por la docena a 3,25. El consumidor paga 5,91 euros, señala esta publicación.
En los últimos días de febrero y primeros de marzo, cuando apenas se estaban recogiendo alcachofas, el productor recibía 4 euros por la docena y el consumidor pagaba 8,84.
La Rioja Baja es la principal zona de este cultivo en la región, una hortaliza considerada de las más saludables que tuvo momentos mejores.
En 2002 registró la cifra más alta de extensión con una superficie de 1.311 hectáreas, de regadío al aire libre. En 2005 tenía 1066 y al año siguiente bajó a 877 y continuó su descenso, con ligeros altibajos, hasta llegar a las 176 hectáreas de 2023, último año que refleja el registro histórico del servicio de estadística agraria riojano, cuando se produjo un mayor rendimiento con 14.500 kilos por hectárea.
176 hectáreas
se dedicaban a la alcachofa en La Rioja en 2023 frente a las 1.311 de 2002
El gerente de la Cooperativa El Raso de Calahorra, Ignacio Salvador García Fuertes, explica que se está cogiendo de lleno desde la semana pasada y esta campaña de primavera durará hasta finales de mayo o primera semana de junio. En octubre se adelantará la de invierno.
A consecuencia de los hielos de hace mes y medio, las primeras alcachofas estaban ennegrecidas y hubo que hacer limpieza en el campo y las que brotan muestran un excelente aspecto y calidad.
«En Calahorra quedan dos o tres cultivadores de alcachofas, cuando en la cooperativa hemos tenido 100 hectáreas. La mayor parte se produce en Tudela. Aquí es otro cultivo que, por desgracia, ha sido pionero en Calahorra, pero está desapareciendo», lamenta García.
Comenta que en Aldeanueva de Ebro están poniendo de la variedad híbrida, con mayor tamaño, destinada a conserva. «En lugar se ser plantada con el palo, se siembran de invernadero, de taco», explica el gerente de la cooperativa El Raso.
Respecto al declive de esta hortaliza en la zona, tiene claro que el problema es el relevo generacional, aparte de que es un producto que conlleva trabajo en la finca porque se recoge de manera manual y en casa a la hora de limpiarlo. La gente, hoy en día, no quiere dedicar tiempo en su preparación. El mercado para fresco cada vez se reduce más y el agricultor dirige su venta principalmente a la conserva y, en menor medida, al congelado.
La excesiva lluvia no está siendo problema para el desarrollo de esta verdura, aunque complica las labores de recolección por el barro en las parcelas.
«Es un cultivo impresionante para comer y resulta triste que, como ocurre con el cardo, va desapareciendo», lamenta y añade que «el precio ahora está muy bien y es mucho más rentable que cuando se obtenían grandes cantidades».
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