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JOSÉ DELPÓN
Miércoles, 12 de marzo 2014, 01:45
El último jueves de febrero los vecinos de San Millán de la Cogolla se levantaron con la noticia publicada en este diario que daba cuenta del cierre de la hostería del monasterio de San Millán. La preocupación se notaba en el rostro de los vecinos: en los padres que dejaban a sus hijos en la escuela, en los corrillos de la plaza del Ayuntamiento, en la consulta del médico o por la tarde en el café de Ángel. No había otro tema de conversación y es que de manera directa o indirecta la noticia afecta a todos los vecinos del humilde pueblo emilianense.
Vecinos que trabajan o han trabajado para la familia Bartolomé Nájera, gestora de la hostería, hay en todas las familias del valle y otros tienen un negocio al que puede repercutir el cierre del hotel. Son once trabajadores, entre ellos el responsable Francisco Luis Bartolomé, los que se han ido al paro. El consuelo y la esperanza es que otra empresa o emprendedor decida a llevar a buen puerto este buque insignia de San Millán, un trabajo en el que se está esforzando el Gobierno de La Rioja.
Pero la repercusión es mayor de lo que parece a primera vista ya que de manera indirecta afecta a los negocios adyacentes y que hacen del turismo en San Millán una fuente de riqueza para toda la comarca del Cárdenas. Las carnicerías dejan de vender un chorizo más, las cafeterías sirven un café menos, los restaurantes preparan un menú menos y poco a poco los naipes van cayendo en esta particular teoría del dominó.
Es la opinión de Guillermo, de la carnicería Santamaría: «Quieras que no, nos afectaba todos. Yo puedo asegurar que antes se acercaban hasta aquí turistas que te compraban chorizos o simplemente el periódico y que al hablar con ellos te contaban que estaban alojados en el hotel, poco o mucho nos afecta».
"Tenemos un disgusto..."
Podrían pensar los ajenos al mundo del hospedaje que otros establecimientos se beneficiarán de la mala suerte de la hostería, pero no es así. Si hay quien puede hablar con autoridad y templanza en San Millán de la Cogolla sobre esta cuestión son los dueños de dos casas rurales, la Calera y la Posada de San Millán. Pedro y Mar están en total desacuerdo con esa idea de que el cierre pueda redundar en su beneficio.
«Tenemos un disgusto bastante grande -asegura Mar-, es un desastre para todo el valle ya que a nuestro entender era un buque insignia en San Millán, además hay mucha preocupación entre los vecinos del pueblo por los empleos que se pierden». Prosigue Mar: «Son 50 personas menos que vienen y que no dejan riqueza en el pueblo, además esta semana se nota que la gente está muy preocupada. La idea de que podamos salir ganando con su cierre es absurda ya que cada uno de estos establecimientos tiene su gente, su público y para nosotros en la cafetería lo hemos notado ya que son menos visitantes para tomar un café, una copa, desayunar, comer o cenar. Es malo para todo el mundo».
De hecho las reservas en los alojamientos de Pedro y Mar no se han completado para este fin de semana pasado: «Si fuese bueno para nosotros deberíamos tener el teléfono echando humo, y no es así. Hemos tenido habitaciones libres este fin de semana y tenemos para el siguiente. Lo que deseamos es que se arregle esta situación», sentencia Mar.
Esa preocupación de los vecinos de San Millán de la Cogolla es recogida por su alcaldesa, Pilar Mendoza: «La verdad es que me ha dado mucha pena, son varias familias las que se han visto afectadas directamente por el cierre de la hostería, pero muchas otras de forma indirecta. Me enteré al leer la noticia en el periódico y sería interesante que alguien se atreviese a abrirlo de nuevo. Lo que puedo asegurar es que contará con todo el apoyo de este Ayuntamiento, ahora mismo nuestra máxima preocupación son las personas que por el momento no tienen trabajo».
El sentir de los frailes
Y como no podía ser menos, los que más sufren por este cierre, tras los trabajadores afectados, son los agustinos recoletos del monasterio de Yuso. Cuando cedieron al Gobierno de La Rioja el ala abacial del cenobio para su rehabilitación y adecuación como hotel no pensaron que la crisis, la gestión o cualquier otra excusa se llevase por delante ese proyecto de revitalización del edificio que llamamos 'el Escorial de La Rioja' y que tan pronto apostillamos como patrimonio de la humanidad. Ellos son los legítimos propietarios del edificio, pero sus rezos y apoyos son para las familias afectadas.
El prior de Yuso, Pedro Merino, ha estado muy al tanto del problema, tanto por boca de la familia Bartolomé Nájera, como por los trabajadores que días atrás se reunieron con él: «No nos afecta directamente, pero si que estamos muy preocupados por el eco humano, por la repercusión negativa que supone el cierre de la hostería para esas personas del pueblo que están trabajando con entrega, dedicación y cariño».
Las relaciones de los frailes con la hostería han sido y son buenas: «Estamos todos en la misma barca, por ello la comunidad religiosa y el pueblo queremos sintonizar y apoyar a la gente y expresarles que todo lo que podamos hacer para que esto esté solventado cuanto antes y sea un pequeño paréntesis».
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