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El exministro logroñés, Javier Moscoso./L.R.
El silencio de Moscoso
Política

El silencio de Moscoso

El exministro logroñés que idio nombre a las libranzas de los funcionarios hace mutis ahora que su plan queda cuestionado por Rajoy

J. Alacid

Miércoles, 11 de julio 2012, 15:55

¿Adiós a los 'moscosos'? Bueno, más bien hasta luego. Los días de asuntos propios, una institución implantada en España por el ministro que dio nombre a las libranzas en la Administración, están condenados a extinguirse tal y como son conocidos. Así lo anuncia desde la tribunal de Parlamento Mariano Rajoy, pero no da muchas más pistas. ¿Se anulan, se suspenden? ¿Para siempre, en qué número? Preguntas pendientes de resolverse, aunque cualquiera que sea la respuesta, el ministro que dio nombre a aquella medida adoptada en diciembre de 1983 prefiere escudarse en el mutismo. ¿Moscoso y los 'moscosos'? Sin comentarios.

Ministro de Presidencia en el primer Gobierno socialista de Felipe González, Javier Moscoso del Prado (Logroño, 1934), ni siquiera firmó la instrucción de 21 de diciembre de 1983, que, como recordaba en las páginas de Diario LA RIOJA Pío García con ocasión del aniversario de aquella medida, sirvió para implantar una medida que ganaría gran popularidad con el tiempo. En ella, recordaba el periodista de esta casa, se dictaban «normas sobre jornada y horario de trabajo, licencia y vacaciones del personal». Aquel documento se publicó en el BOE un día después y entró en vigor con el nuevo año, «pero nadie reparó demasiado en él», relataba García.

En aquel momento, Moscoso declinó contestar al periodista que se interesaba por conocer su opinión en torno al impacto que la adopción de los días de libranza había acabado alcanzando entre la sociedad española. Tampoco en esta ocasión, cuando el presidente del Gobierno acaba de incluir la revisión de los permisos para funcionarios en el capítulo de recortes, ha querido responder al periodista. En el bufete madrileño donde trabaja se limitan a tomar nota de la petición de larioja.com, pero nadie devuelve luego la llamada. Más amable, su hijo sí atiende al teléfono. Juan Moscoso del Prado ha seguido la carrera política de su padre. Diputado en el Congreso, se presta gentil a tramitar ante el exministro nuestra intención de localizarle, pero también nos desanima: «Nunca le ha gustado hablar de eso».

«Eso», los famosos días libres bautizados con el apellido familiar, se acabaron por convertir con el tiempo en uno de «los privilegios más envidiados, discutidos y definitorios de los funcionarios españoles: el disfrute de los días de asuntos propios», como explicaba el mencionado reportaje de Diario LA RIOJA, donde se recogían unas reflexiones que el entonces titular del Ministerio de Presidencia utilizaba para explicar el caos organizativo que se encontró al llegar al Gobierno. «Me encontré», rememoraba Moscoso, «con 192 señores que cobraban todos los meses y nadie sabía a qué se dedicaban; en su mayor parte eran funcionarios, pero nunca aparecían por el Ministerio. Hubo que localizarlos a través del único dato que poseíamos: el número de cuenta bancaria en el que se les ingresaba el sueldo del mes». Durante tres meses, el equipo de Moscoso se dedicó a identificar a los ausentes para lanzarles un ultimátum: o se pedían una excedencia o empezaban a cumplir de una vez su horario.

Peor aún: cuando el ministro logroñés, fiscal de profesión, entró en el Gobierno, quiso conocer el número exacto de funcionarios que había en España. Nadie lo sabía. «El ministro de Economía, Miguel Boyer, se llevó tal susto que exigió a todos los departamentos del Estado que le enviaran, mes a mes, una ficha detallada con el número de personas en nómina, la relación laboral, el sueldo y un parte razonado de altas y bajas. Javier Moscoso se aplicó a la tarea de meter en cintura a la Administración Pública, pero con suerte desigual: aprobó la Ley de Incompatibilidades, entonces muy sonada, y exigió que los funcionarios cumpliesen rígidamente su horario, de 8 a 3. A cambio, concedió el famoso complemento de productividad y aquellos seis días de asuntos propios», se explicaba en las páginas de Diario LA RIOJA.

«Entonces, se justificó la medida para que los trabajadores no tuvieran que gastar vacaciones a la hora, por ejemplo, de realizar trámites, preparar exámenes o cuidar a hijos enfermos; pero algunos analistas supusieron que aquella dádiva era, sobre todo, una concesión para que los funcionarios aceptaran sin demasiado escándalo la pretendida reforma de la Administración», agregaba Pío García, cuyo reportaje concluía así: «Moscoso jamás fue un ministro popular. Una encuesta encargada a finales del año 84 lo calificaba como el miembro más oscuro del Gobierno: siete de cada diez ciudadanos se apuntaban al no sabe/no contesta a la hora de evaluar su gestión. Cuando dejó la poltrona, todo el mundo creyó que su nombre pronto se difuminaría entre las brumas del olvido; pero, poco a poco, los funcionarios empezaron a utilizar su apellido para definir esas extrañas y apetecibles libranzas. Su uso se ha extendido tanto que hasta la Real Academia Española ha decidido incluir la voz en el avance de la vigésimo tercera edición del diccionario. Quién se lo iba a decir al fiscal Moscoso, ese jurista discreto, casi gris, que había pasado por la política sin levantar pasiones».

Y, en efecto, aquella medida que pronto cumpliría 30 años, ve ahora amenazada su existencia. Pendiente de concretarse el anuncio de Rajoy, los funcionarios españoles se preguntan qué será del tercer punto del artícullo siete de aquella instrucción de diciembre del 83, donde podía leerse: «A lo largo del año los funcionarios tendrán derecho a disfrutar hasta seis días de licencia o permiso por asuntos particulares. Tales días no podrán acumularse en ningún caso a las vacaciones anuales retribuidas. Los funcionarios podrán distribuir dichos días a su conveniencia previa autorización».

¿Servirá para algo la desaparición de la voz 'moscoso' del diccionario de la RAE? En medio del silencio del antiguo ministro del PSOE, su hijo toma de nuevo la palabra. «Yo dudo que se ahorre algo», responde. «Soy funcionario y creo que para lo único que servirá será para ajustar el número de interinos». De momento, en la Real Academia ayer seguía figurando sin variación la dichosa palabreja: Moscoso. (Por alus. a Javier Moscoso, ministro de Presidencia, que lo instauró en 1983). 1. m. coloq. Día de permiso de libre disposición que tienen pactado ciertos colectivos de trabajadores y funcionarios.

Lo dicho: al menos, de momento.

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