Cultura

Y Erik el Belga llegó a Nalda

En 1995 desapareció una talla en el municipio del Iregua y el famoso ladrón ayudó a recuperarla

J. Alacid

Miércoles, 7 de marzo 2012, 14:58

Corría octubre de 1995 cuando la localidad riojana de Nalda recibió una buena noticia: gracias a la ayuda de Erik el Belga, la Guardia Civil había conseguido recuperar la imagen de su patrona, una talla del siglo XIV que representa a la Virgen de Villavieja, robada el 19 de agosto de ese mismo año. Hoy, cuando el célebre ladrón, muy popular en la década de los 90, vuelve a estar de actualidad por la publicación de sus memorias, también resucita el interés por aquel episodio que le trajo por La Rioja.

Publicidad

Erik el Belga, que se dedicaba a sacar de España valiosas obras de arte religioso expoliadas a sus auténticos dueños, decidió trabajar de la mano de la Comisión de Recuperación de Nalda, creada en el municipio del Iregua para intentar que la pieza de la Virgen, de hondo valor artístico y sentimental, volviera a casa. "Buscar tallas para mí es un reto apasionante", reconocía entonces, mientras insistía en que su labor de búsqueda de tesoros era desinteresada: "No lo hago por dinero, sino por placer". Y concretaba: "Tengo que buscar como unas dos mil obras de arte robadas».

Al famoso expoliador le había seducido la reacción del pueblo de Nalda, "un ejemplo único en la historia de los robos de arte". "Es una movilización pionera en todo el mundo, y ha sido fundamental, porque ha creado una gran alarma social entre todo el gremio de anticuarios", se felicitaba. Sus palabras las suscribe hoy Raquel Ramírez, responsable de la asociación PANAL, creada entonces en Nalda para recuperar su patrimonio robado. "Nos pusimos en contacto con él", rememora, "porque estábamos desesperados buscando la talla de la Virgen y lo vimos aparecer en un 'Informe Semanal', cuando estaba en fase de arrepentimiento". Ramírez mitiga los efectos de la actuación de Erik en el feliz desenlace del robo, que atribuye a los trabajos de la Guardia Civil, "aunque es verdad que nos vino bien su presencia porque sirvió para que nuestra movilización tuviera más impacto".

Así, en septiembre de 1995, con ocasión de una movilización organizada por PANAL para exigir la devolución de la pieza, Erik el Belga aterrizó por Nalda. "Nos acompañó en la procesión que hicimos por el pueblo con las andas vacías", relata Raquel Ramírez. Unas semanas después, aparecía la pieza robada: estaba en el sótano de un chalé del valle del Iregua. La Benemérita la recuperó y la entregó a sus auténticos dueños; desde entonces, descansa en la ermita de Nalda, con una curiosa compañía: unas láminas que Erik el Belga había dibujado a partir de una imagen de la talla, cuando aún estaba desaparecida. "Como buen falsificador, Erik era un gran copista", subraya Ramírez, quien se vanagloria de la feliz colaboración entablada con él desde entonces. "Ha seguido muy unido a Nalda", explica. "De hecho", prosigue, "incluso nos regaló unas láminas de Ibarrola, como obsequio para todo el pueblo". ¿Resumen? "En Nalda tenemos un buen recuerdo de él".

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad