PABLO ÁLVAREZ
Martes, 15 de diciembre 2009, 02:04
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La liga Asobal es una sociedad de castas. Como en la antigua India, hay barreras que separan a los pobres de los ricos. Son invisibles, pero están ahí. Es muy difícil romperlas, y cuesta generaciones ser admitido en la casta superior. Si es que se consigue.
El Naturhouse está tocando con la cabeza el límite de su casta, la de los mortales. Ahí, hacia la séptima o la sexta plaza, empieza un mundo nuevo. Un mundo en el que viven navarros, leoneses, pucelanos, aragoneses. Por encima, en un universo aparte, juegan a lo suyo catalanes y manchegos. Pero eso es otro asunto.
El CB Ciudad de Logroño se encuentra ahora mismo en un momento interesante. La Copa del Rey ha traído una inyección económica que vendrá muy bien para tapar de una vez por todas el agujero económico que supusieron las dos primeras temporadas de Asobal. Ahora, sin necesidad de dedicar dinero al pasado, el futuro pinta de otra manera.
Pero la realidad del balonmano es tozuda, y el Naturhouse se encuentra donde está el límite. De la ambición y sensatez de su directiva, de la suerte en los fichajes, de que Jota se quede muchos años, depende que el Naturhouse sea capaz de aspirar a dar un saltito. Que parece pequeño. Pero que no lo es.
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