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Sábado, 28 de noviembre 2009, 02:46
Amparo, Amparitxu, nos ha dicho adiós en Madrid el martes pasado, 24 de noviembre, 89 años después de ver la luz, el mar y la línea del horizonte en su Donostia natal.
Ciertamente no podríamos recordar a Amparo, Amparitxu, sin la figura, la voz y la palabra de Gabriel Celaya a su lado. Posiblemente, tampoco la obra poética de Celaya sería lo que fue y sigue siendo, sin la fuerza y la presencia vital de esta mujer a la que hoy despedimos.
Amparitxu, así lo confesaba Gabriel Celaya («Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor...»), le devolvió la vida en sus años más difíciles, allá por 1946. Inseparables desde entonces, juntos crearon la colección de poesía Norte e incluso, en los años 50, los dos firmaron varios libros, siempre de poesía: Ciento volando, Coser y cantar o Música celestial por ejemplo. Más importante fue, seguramente, su labor constante de acompañamiento e inspiración. El amor que se profesaron y que rezuman tantos versos del poeta.
Cuando murió Celaya, en abril de 1991, Amparitxu siguió siendo la mejor embajadora de su poesía, haciendo posible el estudio, revisión y publicación de toda su obra.
En 1993 tuvimos la ocasión y el placer de acoger a Amparitxu en Logroño en el marco de un homenaje a Gabriel Celaya en el que participaron escritores y artistas de toda España. Contamos con dibujos y cuadros de Aute, Ibarrola o Saura. Y muchos más, incluyendo a los de casa. Editamos un hermoso libro donde esos colores y recuerdos enmarcaban los artículos y poemas de otros tantos poetas y escritores. Todos navegando tras la estela de Celaya. Amparitxu estuvo con nosotros en el recital en que Paco Ibáñez, Raimon o Imanol pusieron de nuevo la voz y la palabra para recordar a Celaya y decirle a Amparo que ellos también la querían.
Amparitxu volvió a Logroño cuando plantamos una escultura dedicada a Celaya en el Parque del Ebro. Allí sigue la piedra en medio de los árboles, susurrando palabras con sentido, escribiendo en el aire que la poesía es un arma cargada de futuro.
Termino como en aquel libro-homenaje, agradeciéndole a Amparo Gastón, Amparitxu, el haber estado siempre con Celaya y algunas veces con nosotros. No os olvidaremos a ninguno de los dos.
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