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Desamor a tres bandas
Estrenos de cine | crítica

Desamor a tres bandas

Salvador García Ruiz presenta en Castillos de cartón a tres estudiantes enamorados entre sí en un Madrid de La Movida aburrido y convencional

FERNANDO BELZUNCE |

Viernes, 30 de octubre 2009, 11:59

Habituado a las adaptaciones literarias, Salvador García Ruiz (Mensaka) la ha emprendido ahora con un complicado texto de Almudena Grandes sobre un trío amoroso en el Madrid de La Movida. No es una relación a tres bandas, sino un trío en toda regla. Y en torno a esa atípica relación, alrededor de sus dudas y vaivenes, de los obstáculos del entorno, de su carácter casi furtivo y de la desnudez emocional de sus protagonistas, gira todo el argumento de la película.

Castillos de cartón, presentada en la Seminci, cuenta como bazas con tres jóvenes actores (Adriana Ugarte, Nilo Mur y Biel Durán) que aportan frescura y buena intención a un argumento complicado. Interpretan a tres estudiantes de Bellas Artes que empiezan su idilio a través de juegos sexuales y después lo continúan ya calmados por sentimientos más profundos.

El interés se despierta cuando la relación se convierte en rutina, cuando se suceden los problemas propios de una pareja, en un trío redimensionados, y cuando salen a la luz las facetas más personales de los personajes, que se hallan en pleno proceso de aprendizaje vital y académico. Pero, al tiempo que se encuentran ciertos atractivos, enseguida se lamenta la falta de intensidad dramática y la escasez de argumentos para entender los giros que dan los amigos.

También desconcierta el escaso espíritu rebelde que destila la historia, cuyos protagonistas, más allá de sus juegos sobre la cama, se muestran muy convencionales. Sobre el papel flotaba el ambiente irreverente de la maravillosa Soñadores, de Bernardo Bertolucci, ambientada en el París de mayo del 68. Pero el Madrid de La Movida, con todo su impacto social, no parece suficiente para el director. Se echan en falta más referencias a aquellos locos ochenta en la capital, apenas retratados por un concierto en la calle y por unas inocentes caladas de unos tipos que resultan sospechosamente aburridos.

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