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Juana la Loca no pasó por Casalarreina
TRIBUNA

Juana la Loca no pasó por Casalarreina

EUGENIO DE RIOJA

Domingo, 4 de octubre 2009, 02:45

C asalarreina prefiere el mito a la realidad histórica. No solo en los carteles de información turística plantados en éste pueblo, que Merino Urrutia llamó «paraíso del valle del Oja», sino en toda clase de publicaciones, y, aún en un precioso DVD sobre el Monasterio de la Piedad, puede leerse y escucharse que el nombre se debe a que pasó y descansó Juana la Loca en 1511. Pero lo cierto es, como se sabe, que en 1506 la reina Juana quedó viuda en Burgos porque su marido, Felipe el Hermoso, falleció de pulmonía por haber bebido un jarro de agua fría cuando terminó de jugar un partido de pelota. La reina Juana, meses más tarde, mandó desenterrar el cadáver de su esposo y quiso llevarlo hasta Granada para enterrarlo al lado de Isabel la Católica. La comitiva fúnebre, sobrecargada de dramatismo, paró en varios pueblos de Palencia hasta que, avanzado 1507, el padre de Juana, Fernando el Católico, la debió de ver en tal estado -o tenía otras ambiciones políticas- que la encerró en un palacio de Tordesillas y allí estuvo prisionera, no residenciada como enferma mental que exige ser tratada como lo que era, como una reina. Sólo salió de allí en 1555 pero con los pies por delante. Su oportunidad de salir con vida fue la revolución de los Comuneros que querían rehabilitarla como reina. Pero la empresa fracasó.

La apócrifa referencia a Juana la Loca en «cassa de la Reyna» puede leerse en 'Noticias históricas de la muy noble y muy leal Ciudad de Haro, recogidas y ordenadas por Domingo Hergueta y Martín'. Haro 1906. Hergueta fue un admirable rastreador de documentos pero da la impresión, leyendo su ya clásico libro, de que no supo levantar la vista de los legajos para contemplar la Historia. Así, «aunque no la ha visto publicada en ningún historiador», acepta que un amigo le enseñe la habitación en el palacio de los Condestables de Casalarreina, donde descansó en 1511 Juana la Loca, de quien Hergueta también dice «parece que [el futuro Papa Adriano VI] tuvo en su compañía a la infeliz J. la L.». Leyendo a este clásico de la historia de su ciudad y comarca uno echa de menos probidad intelectual si reparamos en su obra un evidente desdén hacia Casalarreina. Su referencia a un tan malicioso, como inexistente en fuentes históricas de rigor, cambio de nombre de Casalarreina, lo evidencian. En una nota a pie de página hay una referencia a una reina que pasó y preguntó. Le dijeron el mote, sobre el que todavía se regodean los jarreros, y mandó que se llamara 'Pasó la Reina'. Lamentable complicidad en un historiador a quien se exige rigor.

A mayor honra y gloria de Casalarreina, el topónimo le viene, según Gil de Biedma en su libro sobre 'El Monasterio de la Piedad', y según ya informé en el pregón de las fiestas de Gracias, en honor de la Virgen del campo el año 2000, y no por Juana, sino por su madre, Isabel la Católica, que revolucionó el gobierno de España. Una de las reformas institucionales fue la de que los nobles, que habían tenido más poder que el rey Enrique IV, debían entregar en señal de acatamiento el dominio de sus fortalezas y palacios «a la Reyna».

Como el condestable de Castilla, Pedro Fernández de Velasco, había comunicado a sus hijos el deseo de construir un palacio en Naharruri, como éstos llevaron a cabo el deseo de su padre, como su hermanastro Juan, obispo de Calahorra, que fue a visitar el lugar también quedó prendado de la belleza del paisaje y proyectó y mandó construir a sus expensas el Monasterio de la Piedad para monjas dominicas de clausura, conjunción de circunstancias que hizo alborear el nuevo topónimo. Paradójicamente, la fundadora y priora, Dª Isabel de Guzmán, era nieta de Enrique de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, que se resistió a la entrega de sus castillos, en señal de vasallaje, en Andalucía a la reina Isabel aunque al final cedió ante la persuasión personal de ésta, respaldada por las armas.

Naharruri se llenó de gentes de fuera: canteros, herreros, carpinteros, tracistas, etc. en tal número que debieron de sorprender a los 60 vecinos que tenía entonces el lugar. El palacio, durante su construcción, era coloquialmente conocido por unos y otros como «casa de la reyna», hasta el punto de que en el libro de fábrica de 1511, de la parroquia se puede leer: «Este logar de Naharruri agora llamado Cassa de la Reyna Y Cat.». No es una referencia a Joanna, como han querido y quieren ver algunos. El título expreso de Católicos, no como tratamiento ceremonial de los demás monarcas, les fue concedido a Fernando e Isabel por AlejandroVI como reconocimiento a la expulsión de los judíos. La Y no es de Joanna sino anagrama de Isabel la Católica, que su esposo eligió como signo en honor y ofrenda a su mujer en el curso de unas justas.

Y esto es lo que sucedió. ¡Qué más hubiera deseado la prisionera Juana que poder escapar, descansar y renombrar Casalarreina!

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