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J. CAMPOS
Domingo, 13 de septiembre 2009, 13:41
22.000 logroñeses le dieron la bienvenida y a buen seguro que otros tantos le acompañaron en su vigésimo cumpleaños. La única diferencia es que la celebración se produjo casi sin ni siquiera saberlo. Alcampo, la primera gran superficie comercial asentada en La Rioja, cumplía recientemente 20 años sin pastel ni velas. Pocos han caído en la cuenta de que un 29 de agosto, el de 1989, abría sus puertas cambiando la forma de hacer la compra para siempre. Logroño y sus alrededores vivieron días de gran revuelo. Y nada volvió a ser como antes...
Expectación, incertidumbre y hasta temor. La llegada del primer 'gigante' comercial a la región, concretamente a su capital, despertó todo tipo de sentimientos. De un lado, el consumidor, deseoso de disfrutar del concepto de encontrar todo bajo el mismo techo. Por el otro, el comercio tradicional, temeroso de las posibles consecuencias que traería aquello sobre negocios a los que habían dedicado toda una vida.
A corto plazo, el aterrizaje del grupo francés en la capital desencadenó una guerra de precios con los supermercados ya implantados, como Sabeco y Simago, de la que el consumidor fue el gran beneficiado. A medio y largo, serviría de acicate para que otros competidores en el sector también presentasen sus propuestas de centros comerciales modernos y funcionales con espacios exclusivos reservados al ocio.
«Nadie dudaba de que la construcción de una gran superficie iba a cambiar el comercio de Logroño... Desconocíamos cómo iba a evolucionar, pero estaba claro que necesitábamos tal modernización y que sin duda contribuiría a la mejora del propio sector», recuerda José Antonio Ulecia, actual delegado del Gobierno en La Rioja, y entonces concejal de Urbanismo de Logroño en el equipo del socialista Manuel Sáinz. La gestación del proyecto, en cualquier caso, no fue de llegar y besar el santo. Hasta que Alcampo, hoy Centro Comercial Parque Rioja, abrió sus puertas al público transcurrieron años de debate marcados por tiras y aflojas. Quienes siguieron los acontecimientos así lo rememoran.
Cuestión de tiempo
Con los logroñeses y riojanos viajando a otros lugares de España en los que los centros comerciales ya comenzaban a imponerse y marcar su ley, lo cierto es que era cuestión de tiempo que la ciudad y la región se sumasen a los nuevos tiempos. La única duda era saber cuándo.
Denegada la licencia para la implantación de una gran superficie cercana al centro de la ciudad -por contradicciones con el planeamiento, entre otras-, concretamente en la conocida como 'parcela de los pimientos' de Lobete, el Ayuntamiento de la época consensuó junto a la Cámara de Comercio e Industria y la FER el sacar una parcela a concurso para dotar a Logroño de hipermercado pero con condiciones.
«Queríamos subirnos al tren de la modernidad pero siempre y cuando no arruinara al pequeño comercio, fundamental para la vida de una ciudad, por lo que el proyecto quedó condicionado a su desarrollo en las afueras», explica Ulecia. Dicho y hecho. Alcanzado el acuerdo, el Ayuntamiento sacó a concurso unos terrenos «a los que había que acceder en coche» e incluyó la cláusula de que el adjudicatario corriese con los gastos de las conexiones a los sistemas generales -red viaria, abastecimiento y saneamiento, etc.- La gran rotonda de acceso es testimonio mudo de lo logrado. Continente se quedó a escasa distancia de Alcampo. Pryca algo más retrasada. Hubo hasta una cuarta oferta en discordia. «Lo curioso del proceso -tira de memoria José Antonio Ulecia- es que tras la apertura de plicas uno de los concursantes me preguntó que cuándo íbamos a licitar la siguiente gran superficie... ¡Me quedé perplejo!».
Nadie pensaba entonces en un futuro con hasta tres centros comerciales en el entorno de Logroño. Nadie... salvo las propias cadenas de hipermercados.
«Revulsivo» en el sector
«Alcampo abrió sus puertas con un política comercial muy marcada: ofrecer el máximo surtido, con la máxima calidad y al precio más bajo... política que sigue practicando». Javier Linares, director de Alcampo en Logroño, resume en una sola palabra todos estos años y los que quedan: 'positivos'.
Él, a igual que otros muchos, es de los que sostiene que la construcción del hipermercado en Logroño cambió la vida a sus vecinos. Luego vendrían el resto, pero ellos fueron los primeros. «Alcampo supuso un revulsivo en el comercio de La Rioja y una apuesta por aumentar la capacidad de compra y ahorro de los consumidores logroñeses y riojanos en general», asevera.
Lo que comenzó siendo un híper de más de 10.000 metros cuadrados al que se le adosaron -fruto de la creación de una pequeña galería comercial- unas 15 ó 20 tiendas, se convertiría tiempo después en todo un centro comercial cuando Carrefour y Eroski consiguieron hacerse con parte del pastel... Pero esa, ya, es otra historia.
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