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L. J. R.
Domingo, 28 de junio 2009, 20:36
No nació en La Rioja, pero hondas han sido sus raíces en La Rioja. Tanto que fue la primera mujer senadora por la entonces provincia de Logroño por Unión de Centro Democrático (UCD). Pilar Salarrullana (Zaragoza, 1937), falleció anoche en Logroño después de una larga enfermedad. Con ella desaparece buena parte de la memoria política de la región del último cuarto de siglo. Familiares y amigos velarán hoy sus restos mortales en el Tanatorio Pastrana de Logroño; mañana, a las 19 horas, se oficiará una misa funeral en su memoria en la iglesia parroquial de Tricio. Casada con el médico Pedro María Sacristán, era madre de cuatro hijos.
Licenciada en Humanidades Modernas en la Universidad de Zaragoza, Salarrullana fue profesora de educación secundaria de Geografía y Francés primero en Zaragoza y, después, en Logroño. Llegó a La Rioja para ejercer como profesora y acabó siendo senadora electa por La Rioja con fecha 1 de marzo de 1979 ejerciendo como tal hasta el 31 de agosto de 1982.
En 1986 fue elegida diputada del Grupo Parlamentario Mixto-Agrupación de la Democracia Cristiana por La Rioja. Era la tercera legislatura y fue durante esta etapa cuando comenzó a trabajar en un tema que le apasionó y en torno al que giró buena parte de su vida profesional: las sectas en España. Tanto fue su entusiasmo que creó un grupo de trabajo sobre sectas y una comisión de estudios de la situación de las sectas religiosas en España.
En ese terreno pantanoso se movió durante muchos años y lo hizo por una causa noble: ayudar a una familia cuyos hijos habían sido captados por una secta destructiva, pero le costó más de un disgusto y, sobre todo, muchos juicios. Tanto profundizó en el tema, tan cerca estuvo de desvelar secretos ocultos, tanto se aproximó a la falsa realidad que esconden que las amenazas de muerte de secuestro o los intentos de soborno no se hicieron esperar. Y tras abandonar los pasillos del Congreso de los Diputados se amontonaron los juicios (28) contra ella por sus libros y presuntas difamaciones. Hasta la poderosa Iglesia de la Cienciología trató de derrotarle en los tribunales. No pudo, pero al final consiguió que Pilar decidiera poner el punto y final a sus investigaciones y publicaciones.
No logró sin embargo que la política desaparecida se desvinculara del ejercicio de la función pública. En una pirueta que probaba su carácter entregado a la ciudadanía y su vocación de servicio, Salarrullana reapareció con su energía habitual en el Ayuntamiento de Logroño, formando parte del Gobierno de coalición entre el PSOE y el CDS, la formación política que abanderó Adolfo Suárez tras la extinción de UCD. Al frente de su todopoderosa concejalía, Salarullana galvanizó la escena política logroñesa. Cargó sobre sus hombros con proyectos emblemáticos, como las primeras peatonalizaciones del centro, y entregó su último servicio a la ciudad que le tenía de vecina.
En recompensa, el actual equipo de Gobierno le concedió el año pasado el honor de lanzar el cohete de fiestas de San Mateo. Ya enferma, Salarrullana afrontó este acto con una emoción contagiosa. Desde entocnes, cada una de sus apariciones públicas parecía destinada a ser la última, circunstancia que llevó con entereza y un punto de ironía, como se reflejaba en las colaboraciones que mantenía con Diario LA RIOJA, donde firmaba una columna semanal. En la penúltima de ellas, publicada el pasado 19 de junio y titulada 'Una diosa virgen. y loca', sus palabras sonaban a despedida. La enviaba, cumplidora como siempre fue, desde el crucero en donde se había embarcado para un viaje con su familia. «Desde la terraza del bar Mojito, en el séptimo puente de un barco saliendo de Estambul camino de Venecia», decía, «casi me remuerde la conciencia de haber disfrutado tanto». Unos días después, de regreso a Logroño, volvía a enviar a esta redacción su última columna, que abrochó con el mismo sentido del humor, bondad e inteligencia que le distinguió durante toda su vida.
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