LA RIOJA
Viernes, 1 de mayo 2009, 13:31
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Martín Gómez Salaverri volvió a nacer el pasado miércoles. A media tarde volvía de cuidar unos viñedos de su propiedad en Fuenmayor, municipio donde reside, cuando fue arrollado el vehículo en que viajaba por el tren de pasajeros que hacía la ruta Bilbao-Barcelona. Circulaba en ese momento por un camino rural situado junto a la N-232, en la zona trasera del polígono industrial allí existente. Es un punto conflictivo para la circulación, puesto que en los últimos años ya se han producido otros accidentes, en varios casos con víctimas mortales, cuando intentaban atravesar la vía férrea.
Algo así debió sucederle al herido, que evoluciona favorablemente de sus heridas aunque permanece ingresado en la UCI del Hospital San Pedro. «En realidad», confirmaban ayer varios familiares, «no sabemos bien qué pasó porque Martín no recuerda nada, sólo que estuvo hablando justo antes con otro vecino sobre el estado de los viñedos. Ha olvidado todo lo relativo al accidente. Dice que sólo le vienen a la memoria las imágenes de cuando ya le habían rescatado».
Sí se sabe a ciencia cierta que el vehículo que conducía, un Renault 4, se asomó unos centímetros a la vía férrea, tal vez para cerciorarse de que estaba libre, y no pudo evitar ser arrollado por el tren, que llevaba a bordo a una veintena de viajeros. Todos ellos, junto a la tripulación, resultaron ilesos. El tren llegó hasta la cercana estación de Fuenmayor, donde quedó retenido para evaluar daños. No hubo otras víctimas que el propio Martín, rápidamente evacuado por las asistencias sanitarias con lesiones que le afectaron sobre todo al pecho.
«Creemos que se empotró contra el volante», relataba ayer su hijo Javier, afectado como el resto de la familia por el siniestro aunque razonablemente satisfecho porque las heridas no parecían demasiado graves. «Ni siquiera le han tenido que sedar», añadió, «pero tiene muchas costillas rotas, algunas clavadas, y han creído en el hospital que es mejor que continúe en la UCI para ver su evolución».
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La familia de Martín sospecha que el herido no llegó a cruzar la vía del tren «y eso le salvó», como se evidencia en los graves desperfectos ocasionados en su coche. «Es un milagro», apuntaba otro familiar repitiendo lo que Martín Gómez asegura siempre que se habla del accidente: «Casi me mato, he vuelto a nacer». Ahora le espera por delante una larga recuperación, un mal menor cuando un tren arrolla tu coche.
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