PABLO ÁLVAREZ |
Domingo, 26 de abril 2009, 13:41
Es casi un tópico del periodismo deportivo de provincias. Suele pasar mucho, de hecho: un grande visita a un pequeño, el pequeño se resiste, el grande vence. Y el periodista de provincias lo cuenta: «El equipo dio la cara», dice. «Al final la lógica se impuso», dice. Ovación, vuelta al ruedo. Y a otra cosa.
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El partido de ayer se podría resumir así, sin duda. Porque eso fue lo que pasó durante buena parte de los sesenta minutos: el Naturhouse se plantó delante del Barça y no fue inferior durante muchos minutos. Sólo que al final, durante unos pocos minutos, sí lo fue. No muchos: ni una tercera parte del encuentro. Pero bastó para que el Barcelona ganara por 6, que es una renta de clase media-alta.
Pero el partido tiene interés para el Naturhouse por otros motivos. Los riojanos están ahora donde no soñaban estar: a tiro de meterse en Europa la temporada que viene. Como hay muchos factores incontrolables en esa carrera mucho depende de lo que hagan otros equipos es mejor centrarse en lo que uno puede controlar.
Con más chispa
Sobre todo, en el juego del Naturhouse. De un tiempo a esta parte, los de Jota González se habían agrisado un poco. O un mucho: el equipo chispeante y con momentos de mucha brillantez se había aplanado, mostrando una mediocridad que apenas había asomado en toda la liga. Así fue en Antequera, en Granollers, en el Palacio contra Ademar. O incluso en la sufrida victoria contra Cuenca.
Pero ayer volvió la chispa. Se puede decir, sin temor a exagerar, que un equipo con menos tiro exterior que el Barcelona Borges hubiera caído en Logroño. Porque los de Jota González salieron a la carrera, y aunque sufrieron un 1-8 justo antes del descanso (más por errores propios que aciertos ajenos), supieron sobreponerse.
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Esa primera mitad fue de lo más representativo de cómo son este tipo de partidos: el Naturhouse no fallaba nada de lo que tiraba, y el Barça no podía correr. Así que el equipo local se mantenía por delante con un nivel de eficacia casi sobrehumano (8/8 en los primeros 10 minutos), mandando a Kasper Hvidt al banquillo para que saliera Barrufet.
Pero luego, cuando el nivel de tiro se humanizó y llegaron unos cuantos fallos, el Barça corrió un poquito, asentó su defensa otro poquito, y comenzó a carburar. Ahí llegó ese 1-8, para que al descanso se llegara con los blaugrana 5 arriba.
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Mejores
Viendo el 13-19 con que se estrenó la segunda mitad y el 27-33 final, se podría pensar que no pasó gran cosa en ese rato. Pero sí pasó. De hecho, el Naturhouse fue mejor que el Barça durante ese tiempo. No fue perfecto en defensa, pero tampoco estuvo nada mal. No perdió balones en ataque: ni un solo contraataque concedió al Barça en toda la última media hora, algo que muy pocos equipos pueden decir. Y bastante buena selección en ataque, y bastante buena eficacia. Y una enorme portería, con un Gurutz Aginagalde casi insultante: una racha de siete paradas seguidas, mediado el periodo, levantó al Palacio de sus asientos.
¿Cómo se explica que el Barça ganara por seis, pues? Porque con el uniforme azul y granate hay unos cuantos tremendos jugadores, como el zurdo húngaro Nagy, o el diestro melenudo Hansen. Entre ellos e Iker Romero (que no tuvo su día) se bastaron. Una defensa puede defender mucho, pero no todo. Un 0-3 en los últimos dos minutos afeó un marcador que que mereció ser mas apretado. Pero es igual: perder así no es malo.
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