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Un tordo muy aplicado
CRÍTICA

Un tordo muy aplicado

MIGUEL ÁNGEL MURO

Miércoles, 10 de diciembre 2008, 01:27

E s agradable de leer y tiene su gracia este relato ilustrado que cuenta una historia de amistad entre un agricultor de Briones, Ponciano, y un estornino o tordo, a quien cura el ala maltrecha por el ataque de un halcón y termina llamando Saturnino (por aquello de la rima). La convalecencia del pájaro permite que Ponciano encuentre algo de compañía (viudo hace años y con los hijos en Logroño) y un discípulo al que explicarle algunas de las tareas que va haciendo en su viña de la Carrascosa: y detrás del tordo vamos los lectores, claro es. El cuento relata la convivencia de los dos entre octubre de un año y el octubre siguiente, con el final de la vendimia y la llegada de las bandadas de innumerables estorninos que emigran hacia el sur y encuentran un buen alimento en la racima dejada en las viñas al vendimiar. El tordo toma pronto confianza y cariño a un hombre tan cariñoso, con el que comparte la vieja cazadora (¡vaya nombrecito!) que los cubre, el gusto por las aceitunas, las sopas de leche, las migas de pan, las sardinas y los caracoles (¡tremendo y algo guarrete Ponciano guardando los caracoles debajo de la boina!), y una melodía que silba el viñador y que el tordo aprende (ya le sacó partido Moratín -permítaseme la pedantería- a esta capacidad imitativa de los tordos en ). Saturnino corresponde al cariño de Ponciano, aplicándose a aprender lo que el agricultor va enseñándole. Así, el pájaro (y nosotros) va aprendiendo a apreciar la belleza del viñedo, a que se ha de estar bien sobrio el día de poda ('el día que podes en la viña, más agua que vino', a no retrasar la poda ('si quieres verme moza, pódame con hoja'), a labrar las tierras en febrero para prepararlas para la lluvia de primavera, a entender el porqué de las 'lágrimas de la cepa (¡y las que provoca una buena guindilla!), a espergurar por mayo (quitar las mil ramitas y brotecitos que le salen a la cepa), a sulfatar por junio para evitar las infecciones por hongos, a entender que es el enverado de la uva, a evitar que el peso de las uvas vendimiadas las dañe ('el vino nunca debe hacerse por el camino') y sobre todo -aunque no lo subraye Ponciano- que, si llueve lo justo y no hay heladas ni pedriscos, puede haber una buena cosecha.

Las ilustraciones son atractivas y eficaces. El estilo con que está escrito el cuento es sencillo (no infantil ni infantilizado) y acoge numerosas expresiones coloquiales que le dan expresividad (en la traducción al inglés, varias de ellas pierden la gracia). Algunas pocas veces se recurre a comparaciones ingeniosas, como cuando se ve a los cientos de estorninos en las alambres de la luz como calcetines colgados al revés o al pájaro puesto de puntillas como un signo de exclamación.

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