Familiares de lostres hermanos fallecidos, a las puertas del tanatorio de Logroño./JUSTO RODRÍGUEZ
REGIÓN

La muerte a 9.000 kilómetros del hogar

Tres hermanos bolivianos fallecen en una caseta de Varea por la inhalación de monóxido de carbono Los familiares celebraban el retorno de uno de ellos a Bolivia, que iba a viajar hoy desde Madrid

V. SOTO.S.

Jueves, 27 de noviembre 2008, 11:48

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Sin embargo, el destino, en forma de tragedia, se coló de madrugada en la vida de la familia Flores. La mala combustión de un generador segó la vida de José, Ramber y Zenón mientras hablaban en una caseta de la huerta de Varea de cómo iban a cambiar sus vidas. Sólo Willie, que se marchó antes, ha sobrevivido a la desgracia.

José, de 56 años, Ramber, de 47, y Zenón, de 42, habían construido sus nuevas vidas en Logroño. Pese a ser el mayor, José sólo llevaba dos años en la capital riojana, donde llegó atraído por la promesa de buenas perspectivas. Su hermano Willie fue el primero en venir a La Rioja, hace ocho años. A él le siguieron Ramber, Zenón y Rosemary. Los varones habían logrado labrarse un futuro en la construcción, trabajando para empresas o como autónomos siempre en la colocación de yeso. «Aquí nos hemos ayudado todos y hemos venido poco a poco para trabajar», explicaba Roberto, primo de los fallecidos, conmocionado aún por la tragedia.

José, al que se le habían cruzado por medio el endurecimiento para la obtención de un permiso de trabajo y la crisis, decidió que ya era hora de reunirse con su familia en Bolivia, donde le esperaban su esposa y seis hijos. Sus hermanos le apoyaron. «Incluso estaban pensando también en volver a sus casas porque la situación en España no es buena», indica Julio, empresario y jefe durante dos años de los dos hermanos con permiso de trabajo. Ahora, el momento por el que pasaban no era el mejor: desempleados desde hacía seis meses y con malas perspectivas consecuencia del parón de la construcción.

Pero las desgracias no quebraron la unidad familiar. «Nos ayudábamos en todo lo que podíamos», asegura Erwin, hijo de Ramber. Por eso los hermanos decidieron juntarse el martes en la pequeña finca de Fredy, un compatriota que había arrendado la caseta de Varea donde los Flores guardaban el material de construcción.

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Una barbacoa de despedida antes del retorno de José a Bolivia parecía un bonito final a su historia en España. «Siempre que se producía una despedida nos reuníamos para compartir una comida y estar todos juntos», añade Erwin.

«No se quiso quedar más»

Desde el mediodía, los hermanos, junto al dueño de la caseta de Varea y varios amigos, disfrutaron de una comida. Ya por la noche, sólo quedaban José, Ramber, Zenón y Willie. Este último decidió volver a casa, pero no convenció a sus hermanos, que preferían seguir juntos. Incluso Willie se ofreció para volver con el coche a Varea y llevarles de vuelta a Logroño, donde vivían todos, pero los tres declinaron. Unas horas después, el dueño de la finca entraba en su propiedad y descubría el dantesco panorama. «Me llamó y me dijo que fuese rápido, que había ocurrido algo y que estaban los tres en la casa», explica Isabel, esposa de Zenón. «Fui y mi marido estaba tumbado, en el sofá y parecía aún caliente...», trata de explicar antes de que las lágrimas la callen. «Willie no se quiso quedar más», añade. El generador de gasoil utilizado para dar luz a la caseta produjo monóxido de carbono que, poco a poco, fue viciando el ambiente y acabando con el oxígeno. Sólo un perro que se encontraba en la caseta y que consiguió sacar el hocico por una rendija sobrevivió a la intoxicación.

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Repatriación

Tras el aviso del dueño de la caseta agrícola, Servicios de Emergencias, Bomberos, Policía Nacional y Policía Local se trasladaron al lugar, donde encontraron a los tres hermanos ya fallecidos. Minutos después, el hermano superviviente, los hijos residentes en Logroño, numerosos primos y amigos se acercaron para encontrarse cara a cara con la tragedia. Los servicios de ayuda psicológica trataron de calmar el dolor de los allegados, que tuvieron que reconocer los cadáveres antes de que fueran trasladados al Instituto de Medicina Legal de Logroño. A mediodía, las escenas de dolor se repetían en el tanatorio, donde fueron llegando los cuerpos para ser velados.

«Esperamos poder repatriar los cuerpos el lunes o el martes», asegura Carmen, segunda esposa de Ramber, con la que se casó ya en Logroño. Para ello, contarán con la colaboración del Gobierno de La Rioja y del Ayuntamiento de Logroño. Sin embargo, los Flores se encuentran en una mala situación económica a causa del desempleo de los cabezas de familia y no cuentan con los medios para poder acompañar a sus familiares. «Sólo tenemos a dos tíos allá; el resto de la familia está en España», asegura Erwin. «Y tanto las mujeres como los hijos queremos ir con ellos para enterrarlos», añade, una frase final para recabar la ayuda de la sociedad riojana.

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El frío no había amilanado a los vecinos de Varea que, pese a la helada, ayer acudían puntualmente a sus huertas. Sin embargo, desde las siete y media de la mañana, la presencia masiva de Bomberos, Cruz Roja y Policía les asustó. «¿Qué ha pasado?», preguntaba curioso un paseante. La desgracia le hacía cambiar la cara de color. «¿Tres muertes aquí, en Varea? Imposible», resumía incrédulo.

Sin embargo, la muerte no conoce de lugares ni de tranquilidad y ayer se cebó con la familia Flores en el barrio logroñés. La desgracia de esta familia conmocionó ayer La Rioja. El presidente de regional, Pedro Sanz, se puso en contacto con la Asociación de Residentes Bolivianos de La Rioja tras conocer la noticia para ofrecer su ayuda.

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De la misma forma, el alcalde, Tomás Santos, y los concejales Atilano de la Fuente y Tomás Santos se acercaron hasta Varea a primera hora. «Lo que ha ocurrido es una desgracia enorme», resumió Santos tras conocer los detalles del suceso.

Mientras, el director general de Justicia e Interior, Miguel Sáinz, y la directora de Acción Exterior, Cristina Salinas, también se desplazaron a Varea. Sáinz explicó que el Gobierno ya se había puesto en contacto con las familias «para ofrecerles toda la ayuda posible, como ya se hizo con Tanta [la mujer rumana asesinada en Yagüe el pasado mes de julio]».

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