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VOCACIONES. En la imagen los tres nuevo miembros de la cofradía a la salida de la ermita. / B.B.
Esclavos de la fe
COMARCAS

Esclavos de la fe

Tras varias generaciones sin vocaciones, tres nuevos miembros ingresaron ayer en la cofradía de Esclavos de la Virgen de la Soledad de Canales

BENJAMÍN BLANCO ROCANDIO

Domingo, 24 de agosto 2008, 13:48

Al sur de la Sierra de la Demanda, mecida entre las sombras de las hayas y los robles centenarios, pervive una cofradía de origen eremítico que es motivo de admiración para los habitantes de Canales de la Sierra y de los pueblos del vecino valle burgalés de Valdelaguna. Allí, en un remoto y bucólico paisaje guardan sus cuitas una docena de hombres que cada cuarto fin de semana de agosto repiten un ritual perdido en la noche de los tiempos.

En la Edad Media, la Sierra de la Demanda era refugio de ermitaños y monjes, que como el santo de la Cogolla, se retiraban al monte a orar, a buscar a Dios y ofrecerles sus desvelos. Junto al legado del famoso monje nacido en Berceo, otros testimonios perduran en los pueblos de la sierra riojana. Uno de ellos es la Cofradía de Esclavos de la Virgen de la Soledad de Canales de la Sierra. Ataviados con capas castellanas y con una gruesa medalla, los 'esclavos' dan muestra de su fe velando a la Virgen en su ermita, entre letanías y maitines. Era costumbre que los cofrades realizarán a pie el trayecto entre la Canales y el templo, ubicado a diez kilómetros de la localidad, pero la avanzada edad de sus miembros les hizo desistir del empeño.

Ayer, los 'esclavos' volvieron a renovar sus votos ante cientos de fieles que se dieron cita en la ermita de La Soledad. La ceremonia estuvo protagonizada por los tres nuevos miembros de la congregación, quienes aportan un rayo de esperanza a una asociación amenazada por la elevada edad de sus cofrades. El más joven de ellos es José Manuel Sáez García, que con tan sólo 23 años, ha querido dar un ejemplo a la juventud del pueblo para perpetuar una centenaria tradición. Junto a él, Sergio Marín García, de 26 años, quien recibió ayer, heredada de su bisabuelo y de su abuelo, la medalla que lo convierte en 'esclavo'. Por último, Francisco Sebastián, de 55 años, quien un día dejo atrás su tierra para buscar un futuro en Bolivia y que ha regresado para renovar su compromiso con Canales, con sus vecinos y con los que ahora son sus hermanos de cofradía.

Los tres leyeron ayer sus votos durante la misa que se celebró en la ermita y recibieron de parte de sus padrinos los símbolos que atestiguan su compromiso: Ricardo Rocandio, Leoncio Vallenilla y Antonio Vicente. Dos generaciones ahora unidas por una fe común y una patrona, la Virgen de la Soledad. Estos jóvenes no realizarán el rocorrido hasta la ermita de rodillas o descalzos como hicieran sus antecesores, pero su compromiso ha despertado la admiración de sus convecinos porque su gesto permitirá la pervivencia de una cofradía que atesora un fuerte legado mágico.

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