Entre Calcuta y la cárcel

Los ojos de la religiosa María Antonia Liviano (Mora de Ebro, Tarragona) -popularmente conocida como 'Madre Magda'- han visto horrores. El sesgo de la pobreza en los barrios marginales de Londres y Roma, el éxodo desesperado de miles de cubanos y haitianos que escapaban de dictaduras en Guantánamo y la hecatombe provocada por la violencia de un terremoto en el estado indio de Gujarat. Han sido situaciones que han marcado su vida durante los veinte años que integró la congregación de las Misioneras de la Caridad fundada por la Madre Teresa de Calcuta, con la que coincidió en varias oportunidades.

Ayer, 'Madre Magda' presentó en el Ateneo Riojano una compilación de 44 poemas inspirados en sus experiencias con los más desfavorecidos bajo el título de

A vivir y a morir

Aterrizaje

Así, cuando su peripecia vital la hizo recalar hace cuatro años, de nuevo, en España, y más en concreto, en Aldeaseñor (Soria) tuvo que emprender «una difícil tarea de aterrizaje e inserción», tras dos décadas contemplando desgracias e injusticias a diario. «En este pueblecito dispuse del tiempo y el silencio necesarios para revivir estas situaciones y que cuajaran en poesías», comenta.

Con el libro, Liviano persigue «incitar a la reflexión e impulsar una cierta sensibilidad hacia los necesitados». Y es que esos 'maestros de vida y muerte' que cita le han enseñado a «vivir con poco, de forma sobria, confiar en Dios y a valorar sobremanera la libertad».

Precisamente, la libertad es lo que les falta a los reclusos del penal de Logroño, con los que trabaja como asistente religiosa desde hace ocho meses. «Son personas con notables inquietudes espirituales, dado que Dios se cuela a través de las rejas y llama a la reflexión», opina. Para ellos se ha convertido en su confesora y confidente. Un alma amiga con la que compartir los sinsabores del devenir.

Como lo ha sido siempre.