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E. ESPINOSA
Jueves, 5 de junio 2008, 10:44
Posiblemente es una de las rarísimas ocasiones en las que gobierno y oposición en el Ayuntamiento de Logroño coinciden de pleno. Y lo hacen sobre el monumento con el que Agustín Ibarrola homenajea a las víctimas del terrorismo en la ciudad.
Tanto el alcalde, Tomás Santos, como la portavoz del Grupo municipal del PP, Concepción Gamarra, aplauden la obra artística, admiran a su autor, subrayan la intención del monumento y encuentran en El Espolón el enclave más adecuado para esta escultura.
Su emplazamiento es lo que más ha dado que hablar en los últimos días. Quienes la critican, argumentan que la pieza, de grandes dimensiones, resta visión al Espolón para quien accede a él por su parte más oriental; rompe la perspectiva, e incluso la modernidad de la obra choca con el aire neoclásico del entorno. Más aún, la propia escultura pide distancia y aire a su alrededor para apreciarse en su plenitud.
En el Ayuntamiento, sin embargo, nadie plantea su reubicación. «Es una decisión que Ibarrola toma en su momento cuando viene a Logroño para elegir el escenario y, en función de ese escenario, diseña su obra, y hay que respetar al artista», señala el alcalde.
Además, insiste, «si queremos llevar a las víctimas en el corazón, el mayor corazón de la ciudad es El Espolón», un espacio por el que Tomás Santos pasa a menudo, y donde -según su impresión- «cada vez me va pareciendo más pequeña la escultura».
La portavoz del PP, Concepción Gamarra, coincide en que «El Espolón es el lugar donde siempre nos hemos concentrado como sociedad, incluso muchas veces de manera espontánea ante un atentado», de ahí que se brindara a las víctimas del terrorismo como el espacio más simbólico de la ciudad.
Gesto altruista
Al margen de su escenario, el alcalde considera que «para Logroño es un lujo tener una escultura de Ibarrola», en este caso con una doble lectura: «artística y de afecto y respecto a las víctimas». Al calibre artístico del autor suma, además, su gesto altruista, ya que se trata de una donación de Ibarrola a la ciudad sin contraprestación económica.
En definitiva, concluyó Santos, «apoyamos incondicionalmente la escultura, la lectura que tiene y su ubicación».
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