Juan Manuel en la fuente de La Pazana. / SANDA
CORNAGO

Las aguas de La Pazana

Juan Manuel Sesma, que ha rehabilitado el hospedaje junto a la popular fuente sulfurosa de Cornago, completa la oferta con paseos a caballo y poni

SANDA SAINZ

Viernes, 25 de abril 2008, 06:11

Desde la segunda mitad del siglo XVIII las aguas sulforosas que manan en la fuente de La Pazana de Cornago han sido motivo de peregrinaje de personas procedentes de diversos lugares del país, sobre todo con enfermedades dermatológicas.

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Tras una etapa de abandono, en el año 2003 Juan Manuel Sesma adquirió el establecimiento y su finca (unas 2,5 hectáreas). Por aquel entonces vivía en San Sebastián aunque conocía bien la zona (sus padres eran de Cabretón y sus abuelos tenían amistades en Cornago) y estaba buscando un lugar así por lo que decidió embarcarse en esta aventura e invertir en la compra de La Pazana.

Sin abandonar el origen del recinto el actual propietario pretende atraer a una clientela más joven por eso hace tres años decidió criar equinos y ahora cuenta con diez caballos y cinco ponis. Para este verano espera poner en marcha un servicio de paseos con estos animales. Asegura que no quiere un picadero convencional en el que se domina al caballo, lo que busca es que el caballo se entregue, el disfrute del animal y el jinete. Por eso prevalece el trato natural evitando el uso de fustas y de espuelas. En el 2006 y el 2007, los paseos en estos ponis que ofreció Juan Manuel en Cornago durante el mercado medieval fueron uno de los principales atractivos para los niños.

Respecto al antiguo edificio de hospedaje durante estos años se ha centrado en el arreglo de la zona de habitaciones y el comedor se reformó al completo. Además cuenta con otra construcción junto al hostal en la que está el bar. Unos metros más alejada se encuentra la caseta que protege la fuente con los caños en los que constantemente sale agua sulfurosa, con un característico y fuerte olor a huevo podrido.

Los vecinos de Cornago siempre han tenido acceso gratuito a ella como se indica en un cartel allí mismo en el que también se cita: 'Desde 1866 cuando Don Braulio Baroja bajó a su esposa Juana un garrafón de agua de La Pazana para que un animal enfermo sanara... estas aguas han curado afecciones de la piel, de los bronquios, catarros y anemias', texto que se debió obtener del libro 'La Paz en La Pazana' publicado por el historiador y sacerdote arnedano Felipe Abad León en 1979.

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